La banda es la banda, es decir, todos los bandidos, osea, Antonio de Diego, Payo Romero, Pedro Barceló, Sir Asúa y la dirección y animación de Pancho Varona. Intenta contratarlos para un cumpleaños y conocerás el valor del dinero…
Aquí tocan gratis para ti. Por el precio de la entrada. Con la sala llena, llena de fans y sobre todo de chicas. Fans chicas que adoran a Sabina y mientras tanto miran a sus músicos. Suben a cantar y lo hacen bien, pese a que el repertorio del Flaco es difícil. Entonan ellas muy bien pese a que el tono del Flaco es masculino. Ellos ponen entusiasmo pese a que los temas de Sabina son muy largos. Todos se divierten y aplauden alborozados mientras no cesan de hacer fotos. Ni Guti ha sido tan flasheado nunca.
Los bandidos sudan y se ganan lo que les pagan. Sudan porque ponen la carne en el asador de los focos y porque cantan y tocan. Y aplauden. Hubo un niño de diez años que se atrevió a cantar “Abelardo y Eloísa” y Pancho comentó “Y pensar que ya lo habíamos visto todo…” Sonaron “Princesa”, “Caballo de cartón”, “Eva tomando el sol” y cien más. Yo osé con “De purísima y oro”, que nunca he cantado y así salió. Y volví a saltar porque una muchacha me pidió que la ayudase a vencer su timidez. Quería cantar “La del pirata cojo” pero le daba miedo la soledad del escenario… o el cariño de los músicos, yo qué sé. Subimos y qué bonito. Así se entiende lo que puede sentir Sabina en lo alto del podio, con los bafles a tope, con las guitarras afinadas. Es un orgasmo. Lo que no entiendo es por qué le pagan.