Fue en la presentación de un fanzine… una revista… un cedé… un Festival… una editorial… un colectivo… Bueno… pongamos que no lo recuerdo muy bien. Lo que sí recuerdo con todo detalle es ese pelo rubio y desordenado… y la profundidad de sus ojos. Esos ojos me miraban de modo especial… y yo lo notaba. Ella me hablaba una y otra vez de cosas superfluas, como intentando acercarse a mí sin saber muy bien cómo. Yo contestaba con temas más superficiales si cabe… y en un par de ocasiones incluso con lengua trabada incluida… ¡¡qué nervios!!. No obstante no estaba del todo seguro de sus intenciones y preferí no dar el paso… aún sabiendo que me podría arrepentir… Ser tímido no es aconsejable en las cosas del ligoteo.
Me fui a dar la enhorabuena a uno de los protagonistas de la noche. Gente a la que muchos le estaremos eternamente agradecidos por la labor que han realizado en pro de la cultura aragonesa sin esperar beneficio económico alguno… que por otra parte no estaría mal que llegase de vez en cuando. Para darle un par de abrazos y otros tantos besos al anfitrión me tuve que ir hasta el otro lado de la sala, alejándome de esa mujer con cara de niña… Pero curiosamente cuando terminé de congratular al merecedor de mil y un parabienes, a menos de un metro tenía otra vez a mi angelical compañera de la noche con una sonrisa que derretiría el corazón del propio George Bush y con dos copas… una de ellas para mí. A esas copas le sucedieron unas cuantas más.
Todavía recuerdo su olor como si estuviese al lado mío en estos mismos instantes. Era una mezcla entre inocencia, pasión, ternura, descaro… Aunque lo mejor de todo fue cuando sonó en aquella sala el While my guitar gently weeps de Los Beatles, tema que estoy escuchando ahora mismo en el cedé rom de mi ordenador. Ella se confesó muy devota de la formación de Liverpool y ante eso sólo pude quedarme mirándola fijamente como quien está viendo con sus propios ojos vida extraterrestre… ¡¡Existen!! ¡¡No estamos solos!!. Ella acercó su cara hacia la mía… y según comprobé dos segundos después no pretendía decirme nada al oído. Vaya… ¡¡Cómo besaba!!. No tardó en llevar su mano hacia aquel lugar de mi cuerpo con vida propia… y me apuntó que Los Beatles le gustan para todo excepto para follar… Que cuando quiere follar prefiere no toparse con ninguno de sus discos, ni siquiera una portada, porque entonces no hay polvo… Son demasiado sagrados. Lo de follar lo enfatizaba de un modo algo vulgar. Al escuchar esa palabra me acordé de lo desordenada que tenía mi casa. ¡¡Cómo podía llevar a alguien allí!!. Segundos después me volví a acordar del While my guitar gentil weeps y me importó un carajo el aspecto, y olor, del lugar donde vivo. Para que una chica me motive del todo necesita contar con dos características principales. Una de ellas es ser amante de la música de Los Beatles. La otra… a lo mejor no tiene tanta importancia porque ni siquiera la recuerdo.
Y en mi pequeño piso nos plantamos… sin pensárnoslo demasiado. Le indiqué donde estaba el salón invitándola a la última copa de la noche. Y aproveché para intentar recoger un poco mi dormitorio… Intento fallido… era demasiado tarde… no sabía que un pantalón pudiese quedar incrustado en el suelo… y más con tanta fuerza… Al menos me dio tiempo a meter toda mi colección de discos de Los Beatles debajo de la cama… no estaba dispuesto a quedarme sin sexo esa noche. Una pena porque me hubiese encantado compartir a los cuatro genios con ella… y eso que para mí también son sagrados… pero esa chica era sin duda especial.
A lo que me di cuenta asomó ese ángel sus alas pillándome corriendo hacia la cocina, donde tengo la cesta de la ropa sucia, con siete jerséis repartidos en mis manos, dos pantalones encima del cuello y un puñado de calzoncillos surcando libremente mis brazos hacia el suelo. Ella se sonrío… y luego se carcajeó mirándome con cara de total complicidad. Lo tiré todo… mi ropa y la suya también cayeron minutos después… Sus pechos tenían la textura de aquel delfín antiestrés que me regaló una amiga sin saber que el mejor antiestrés que existe es la música… Bueno… aquellos pechos mejoraban notablemente la textura de aquel artilugio, la verdad. Esos sí relajaban. Sus pezones eran como dos chocolatinas de esas semiesféricas de envoltorio con el dibujo de una mariquita que te dan en el café Voltarie con cada té. Su piel era muy muy suave y notaba aquel olor suyo muy embriagadamente. ¡Qué placer!.
Me dispuse entonces a introducir un disco compacto en el pequeño equipo de música de mi dormitorio. Una recopilación de distintas propuestas étnicas procedentes principalmente del continente africano. Golpeé con fuerza el play y creo recordar que empezó a sonar Taraf de Haïdouks. No pasó un minuto y mi acompañante se empeñó en cambiar de música. Tanto tambor le estaba dando dolor de cabeza… Ya se sabe que el dolor de cabeza femenino y el sexo son del todo incompatibles… así que le invité a que eligiera el disco que más le gustara de entre los de mi estantería. Se levantó correteando con su cuerpo desnudo… y volvió con una recopilación de baladas de Sinatra. ¿Quién carajo me había regalado eso?… ¿De dónde había salido?… Siempre he odiado la música de ese genio de ficción… Le supliqué por todos los dioses que no lo pinchase. Pero ella se empeñó en escucharlo, menos mal que a mí los dioses me importan todos una mierda, y sonando el segundo acorde del primer tema del inmoral disco en cuestión noté como mi miembro bajaba inevitablemente. ¿Cómo podía bajar algo que se encontraba hacía sólo unos segundos tan inamoviblemente duro?. ¡¡Condenado Sinatra!!.
Me dispuse, por aquello de encontrar motivación, a probar el aroma de su sexo… Estaba realmente húmedo… Comprobé en primera persona el sabor del néctar de ambrosía. Pero era realmente imposible levantar aquello… los arreglos orquestales eran verdaderamente patéticos y el considerado como la voz se había ido un semitono en la cuarta estrofa… así que propuse un consenso musical o de lo contrario no seguiría jugando con su clítoris. Ella me nombró a Elvis… ¡¡¡¡Uaghhhhh!!!! ¿Cómo puede gustar tanto un tipo tan poco auténtico?… quizás precisamente por eso, claro. Recuerdo que fue oír el nombre del de Tupelo y mi pene cobró en una fracción de segundo el tamaño de un cacahuete. Le propuse algo de música clásica… ¡¡Para hacer el amor es impresionante!!. Le señalé cuál era mi estantería del estilo en cuestión y apareció con un disco de Verdi en la mano. ¿Veeeeerdi?. Esto estaba empezando a cobrar las características habituales de toda pesadilla. No le quise decir el desprecio que tengo por la música del compositor de La Traviata porque sabía que ella estaba volcando todo su empeño en intentar que la cosa llegase a buen puerto. Así que comenzó a sonar Les Vêspres Siciliennes. El autor no es lo más granado de la música clásica precisamente pero la overtura tiene lo suyo… no está mal del todo.
Me costó volver a motivarme pero al fin lo conseguí… y entonces fue a ella a la que se le estaba apagando la lívido. Según decía era imposible encontrar concentración sonando esa música de fondo… le recordaba a su padre con el que por lo visto llevaba casi un año sin hablarse… y que era un gran amante de la música clásica (gran amante por decir algo porque si escuchaba a Verdi…)
Entonces le propuse utilizar el álbum Vespertine de Björk como banda sonora de nuestro intercambio de flujos. Recuerdo a aquella morena de pelo corto y ojos negrísimos que se me acercó recién terminado el concierto de un grupo local para preguntarme si yo era el locutor del programa radiofónico Edición Local. Me lo pensé durante tres o cuatro segundos y recordé que era cierto… ¡Vaya! ¡Qué suerte! ¡Si soy yo!. ¡¡Síiiiiii!!… En realidad seguidamente le dije que sí a todo… por lo que acabé en su casa. El piso de aquella morenaza de color gitano estaba muy desordenado también lo cual sin embargo no le impidió encontrar una barrita de incienso, un mechero para encenderlo, un poquito de marihuana… y aquel disco compacto de Björk. ¡¡Eso sí que fue acertar con la música a la primera!!. Su mejor amiga y compañera de piso prefirió unos días después a Paloma Sanbasilio. Puede parecer broma… pero fue una experiencia del todo extracorpórea. Al principio lo dudé pero aquella chica de ojos color miel curiosamente había dado en el clavo con la música (y también con la ropa interior… ¡me encanta el amarillo!).
Los que no dábamos en el clavo ni por asomo éramos aquella rubia de pelo desordenado y yo. La incompatibilidad musical en el sexo era más que evidente. De hecho cuando comenzó a sonar Björk se quedó sorprendida de escuchar una voz femenina tras ese nombre. Está claro que no la había oído nunca… Y seguidamente me dijo que tenía que quitar esa música de inmediato ya que cuando hace el amor escuchando una voz mujeril tiene la sensación de que el chico con el que está piensa en la dueña de esas cuerdas vocales y no en ella. Nos habíamos dado nuestro primer beso hacía tan sólo unas horas y ya estaba dando muestras de celos la tía.
Volví a introducir otro compacto en el equipo de música… a falta de una penetración más placentera. Era alguno de los últimos discos de Radiohead. El sexo con aquellas notas de fondo era como viajar a través de las estrellas… y si se trataba de sexo en compañía ya ni te cuento. Para mí es sin duda la mejor propuesta musical para hacer el amor por lo que sentí que le estaba dando una parte importante de mí a aquella muchacha. Sólo con dos chicas muy especiales me había atrevido a poner a Radiohead en momentos de máxima intimidad. La miré como diciéndole que lo que sonaba estaba reservado sólo para ella. Pero ella no debió de acabar de pillarlo… ya que inmediatamente me preguntó indignada que qué paranoia era esa. Se sintió como insultada… y no dudó en sacar de su bolso un cedé de… ¡¡Melendi!!. Al principio me reí… pero por su cara comprendí que la oferta iba totalmente en serio. Por allí si que no pasaba. ¿Por quién me había tomado?… ¿Acaso pensaba que lo nuestro iba a ser un polvo cutre?… ¿Tan poco le importaba mi compañía que se conformaba con un producto comercial de calaña tan baja?. Con esa originalidad seguro que la tipa no salía de la postura del misionero. Me sentí altamente ofendido. Hubiese preferido que me escupiese en la cara antes de sacar ese esperpento del bolso. ¿Pero el Melendi ese tiene al menos nombre de pila?. Yo le ofrezco sexualmente lo mejor de mí, o sea Radiohead, y ella se conforma con ese aspirante a mocoso…
Me vio tan enfurecido que me planteó hacerlo sin ninguna música de fondo… pero ya era tarde. En aquel momento en concreto aquella chica me parecía un ser despreciable. Ninguna persona mínimamente buena puede coincidir en sus gustos musicales con artistas como Sinatra, Elvis, Verdi y Melendi. Quizás este último lo podría haber perdonado pero después de oír nombrar a los otros tres, bastante más insoportables que el rumbero, la gota había colmado el baso… y con creces. Así que le invité amablemente a que si quería quedarse a dormir lo hiciera en la habitación de al lado. Por muy enfadado que me encontrase no se me ocurriría nunca echar a alguien de mi casa. Ella en principio se mostró serena… pero seguía sonando de fondo Radiohead y me llamó loco. No concebía que alguien en su sano juicio escuchase algo como eso. Y le pareció obsceno que le propusiese hacer el amor escuchando tal cosa. De hecho se vistió rápidamente para irse de inmediato. No quería compartir el mismo techo con alguien que escuchaba algo así… según repitió media docena de veces. Se vistió en el baño y sin despedida previa oí un portazo.
Para mí el sonido de aquella puerta fue como una liberación e inmediatamente me apresuré a escuchar a Björk a modo de venganza… como si ello supusiera serle infiel a alguien con quien no estaba saliendo e incluso a quien ni tan siquiera había penetrado nunca.
Al día siguiente me desperté con una fuerte resaca. Durante la noche anterior me había tomado más copas de las que podía recordar. De lo que sí me acordaba era de aquel ángel con gusto musical, o sea alma, de diablo. Aunque tengo que reconocer que antes de que me hablara de Sinatras y Melendis me parecía la mujer perfecta. Claro, recuerdo el momento en el que me empezó a gustar de verdad… sonaba While my guitar gently weeps y ella estaba disfrutando escuchando esa melodía. ¡Qué sonrisa!. En fín… ¡Qué tragedia no llegar a nada!. Había estado toda la noche soñando con ella. Creo que me gustó más de lo normal. Me levanté y fui hacia el baño para darme una ducha… que desde luego iba a ser helada… y allí me encontré escrito en el espejo con pintalabios una nota que decía en una letra impecable: lástima que no encontrase nada de Los Beatles entre tus discos, contigo no quería follar, prefería hacer el amor.
Sergio Falces
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