Formación: Marc Ros (guitarra y voz), Jesús Senra (bajo y sitar), Axel Pi Cavallero (batería, percusión y baile), Didac (percusión) y Fluren (teclado, sintetizador y guitarra acústica).
Parece que fue ayer cuando Sidonie escandalizaba con su actitud y su música en La Lata de Bombillas. Hoy, varios años y unas cuentas dosis después, su propuesta musical parece más asentada y su actitud más domesticada, si bien aún quedan vestigios del desenfreno escénico que hizo famoso al grupo barcelonés gracias al boca a boca. ¿Quién no escuchó hablar de unos chicos que se disfrazaban de frutas, se besaban en la boca y se acariciaban los pezones sin pudor alguno?.
El trío catalán âreconvertido para el directo en quinteto con teclista y percusionista- presentó los temas de su último álbum Fascinado en el que ha abandonado los textos en inglés para felizmente dar paso a la lengua de Cervantes. Poseídos por el espíritu de Brian Wilson e inspirados por la lírica de Dylan, la banda ha alcanzado un cierto grado de madurez que se traduce en unas letras más trabajadas y en unas canciones mucho más acústicas y desnudas, aunque quizá un tanto lineales.
Un cambio llevado a cabo con gran esfuerzo y acierto y que además no ha mermado en absoluto su buen gusto para las melodías (ahí quedan Jardín polar o Joe, dos de las joyas del disco) ni su devoción por la psicodelia y el pop más bailable y desenfadado, presente en temas como Bohème. Otra cosa es que el público haya asimilado esta nueva situación… Y es que resulta preocupante la indiferencia con la que fueron acogidos algunos de los nuevos temas en castellano. Tal es así que hasta el enviado especial de Aragón Musical fue pillado in fraganti en pleno bostezo… Y no es de extrañar, porque los chicos de Sidonie nos tenían acostumbrados a emociones más intensas, a conciertos efervescentes en los que no sabías cuál iba a ser la siguiente sorpresa. No en vano, fueron los viejos hits del grupo âcantados en inglés- los que lograron mitigar la extraña apatía de una audiencia inicialmente expectante.
Y así, tras armar un repertorio encabezado por el single Fascinado y centrado en las canciones del nuevo disco, Sidonie supo interpretar qué es lo que quería ver el público allí congregado. Se pudieron escuchar On the sofa, Sidonie goes to Baranasi, Feeling down y tantas otras que en su día hicieron enloquecer y bailar a parte de la juventud de este país y que el jueves sonaron a medida de emergencia, a punto de enganche con el pasado para no caer al vacío. Jesús cogió el sitar y Axel bailó como una locaza lanzándose al público. Sidonie se comía el escenario entonces y lo sigue haciendo ahora.
Claro, que no sería justo valorar a un grupo por un concierto de presentación, pues además hubo una serie de factores de peso que alteraron la ecuación. A saber: una acústica nefasta en la que la batería parecía sonar en mitad de un garaje y en la que la definición sonora brilló por su ausencia, la enfermedad de su baterista y el hecho empíricamente comprobado de que los conciertos entre semana no son lo mismo y el público anda un tanto despistado.
No, no parecían sentirse tan cómodos como otras veces los chicos de Sidonie. Ya lo avisan ellos mismos en el DVD que acompaña a la edición limitada de Fascinado y uno tiene la sensación de que ya están cansados de hacer el cabra en los conciertos. Es una pena porque el directo desenfadado de Sidonie debería ser declarado Patrimonio de la Humanidad. ¡Ah!, ¿alguien más se ha dado cuenta del mimetismo de esta banda con Supergrass?.
Jaime L. Novo, fa fa fa fa fascinado
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