DANIEL EGIDO (Por Beatriz Pitarch)












 


Los cambios de planes siempre deparan sorpresas. Pueden ser cambios acertados o desastrosos, y lo que vimos en el Teatro del Mercado el pasado martes, no tenía similitud alguna con el planteamiento original. Acertadamente, todo hay que decirlo. Daniel Egido pretendía salir en eléctrico con toda su banda a defender las canciones de No volveré solo, su tercer disco, pero el escenario escogido era un teatro, y como él explicó, esa vista, esas butacas, la tela, la madera… hizo que cambiasen los planes durante la prueba de sonido para afrontar el directo en formato semiacústico.


Un acierto, insistimos, ya que las canciones de Daniel Egido espiran ese poso de melancolía desgastada tan íntimamente relacionada con la soledad de una guitarra. Y así nos sumergimos en sus amores esporádicos y en los imperecederos, en fracasos ahogados y en historias cotidianas contadas en tercera persona. Pero no sólo escuchamos pop de ese de «cualquier tiempo pasado fue mejor», sino que se atrevió con unos Amaneceres en clave ranchera, enlazada –no podía ser de otra manera- con la única Ranchera titulada como tal que aparece en su último trabajo, con ciertos «naranás» sustituyendo letras olvidadas, aires de tango en Martín y Jimena y mucho rock and roll para finalizar, con la desenfrenada Yo no sé bailar y una resuelta adaptación del clásico setentero Sábado a la noche de Moris.


Pero antes de llegar hasta ahí, nos había hecho disfrutar con una eficaz banda presidida por Pablo Marín, con quién compartió pasado musical en The Bloody Mary’s, a la guitarra acústica y eléctrica, Satur Rodriguez, desprendiendo soltura y magnetismo con su bajo, Javi con unos moderados golpes de batería acordes a lo que requería el repertorio, y la colaboración de Marcelo y Antonio al saxo y trompeta respectivamente, en canciones como Ya no llueve o Baile del 92.


Y dentro del imprevisto formato semiacústico que nos brindaron durante toda la actuación, incluyeron un par de momentos previstos y acústicos  por completo, sólo con Daniel Egido y Pablo Marín aferrados a unas guitarras suavizadas para contagiarnos con la derrota de Dígame que le debo, o la deliciosa C/ Santiago con la que pusieron el punto final a un concierto con las canciones del derecho y los planes del revés.


Texto: Beatriz Pitarch / Fotos: Sergio Falces
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