“Como estas canciones no son mías, no me parece un gesto de inmodestia decir que son preciosas…” decía María Luisa Usoz durante la actuación de Deveró en el Teatro del Mercado. Ella pone la voz al servicio de unas melodías elaboradas por Jesús Trasobares, que expiran buen gusto por todos los rincones. Como las canciones tampoco son mías, puedo reiterar la misma afirmación. Son preciosas.
Son las que se incluyen en su primer disco “Viajes” y son las que repasaron a lo largo de su concierto. Ante un teatro casi lleno, Deveró nos llevó de la mano a explorar mundos repletos de delicadezas pop, arreglos jazzisticos, guiños bossa e incluso rock, con una formación a la que se sumó Oscar Carrera en los teclados para la ocasión.
Jesús fue el primero en hacer sonar su instrumento, tal y como haría en muchos otros temas, que se iniciaban solo con guitarra y voz (Malvís, Coplas, Lo que queda en medio, En el sitio equivocado…) y posteriormente se sumaban el resto de componentes, desarrollando melodías elaboradas pero sin caer en recargados ejemplos de virtuosismo. Lo podrían haber hecho, por técnica y capacidad, ya que Luis Muro, Jesús Trasobares, Esther Lafuente y Oscar Carreras imparten clases de bajo, guitarra, batería y teclados respectivamente en la Escuela Municipal de Música y Danza de Zaragoza en el departamento de musica moderna, pero lo suyo es más sutil.
Repasaron completo su primer disco, destacando la luminosidad de Pactos, la que da título al disco: Viajes, la sensualidad del saxo de Alberto Milagros en Silencio, o el ritmo a contratiempo, marcado por la caja de la batería de Esther de Trago amargo. Pero quizá los momentos más especiales los marcaron los dos inéditos que nos regalaron. El primero explicó Jesús que está inspirado en su hermana, una chica especial, como dice él, o con discapacidad como dice la sociedad. Un regreso a la infancia en forma de canción titulado “La puerta de atrás”. El otro tema inédito, «Equipaje», lo interpretaron solo a voz, guitarra y unos suavísimos teclados que sustentaban versos como “por tanto buscar ya no sé que he perdido”.
Y buscando con qué complementar su repertorio, se añadieron dos versiones. Curioso escuchar el Downtown Train de Tom Waits con una voz tan antónima a la del americano como la de Maria Luisa. El matiz desgarrador de la original quedaba diluido para convertirse en una melodía sin aditivos, pero igualmente emocionante. Y antes de despedirse, Tucán de Esclarecidos también pasaba por sus manos, poniendo el ritmo más rápido de la noche y recuperando del suelo el sombrero cowboy de Maria Luisa, que levantó en alto después del bis agradeciendo los aplausos recibidos. Aunque en realidad, los agradecidos éramos nosotros, por poder disfrutar de la belleza de sus canciones. Para repetir.
Texto. Beatriz Pitarch
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