
Con las luces apagadas y el corazón de los espectadores en un puño, la banda saltó a escena para interpretar “Actos inexplicables”, la desoladora pieza instrumental de aire western que compuso Vegas para su álbum homónimo y que el jueves sirvió de emotiva introducción. Acto seguido, Bunbury y Vegas surgieron de un lateral del escenario enfundados en sus trajes de crooner y, armados con sus guitarras acústicas, dieron paso a “Días extraños”. Fue el comienzo de lo que siguió a continuación: veintisiete canciones y dos horas y media de actuación que dicen mucho acerca del ansia y del empeño de la pareja asturaragonesa por presentarnos el fruto de su fértil aventura musical.
Y, en efecto, los allí presentes pudimos escuchar todas las canciones de “El tiempo de las cerezas” interpretadas con sonido nítido y definido por una banda sólida y sorprendentemente compenetrada. Más de una veintena de piezas en total que incluyeron un set acústico con el dúo sentado en taburetes alrededor de una botella de whisky que bajaba su nivel peligrosamente.
Pero también hubo un hueco importante para temas de sus respectivas carreras en solitario, concretamente cinco de Vegas y cuatro de Bunbury. En definitiva, repertorio nuevo y, sobre todo, despojado de elementos que venían siendo reiterativos – ¡por fin nos hemos librado de jinetes, infinitos y demás! – al que quizá le faltó reservar alguna carta para el final.
Y es que tiene razón este aragonés errante al afirmar, respondiendo a algún osado entre el público que solicitó “Avalancha”, que «no hace falta irse tan lejos para buscar canciones bonitas», pues también de esas anda bien nutrido “El tiempo de las cerezas”. Sirvan como botón de muestra la dylaniana “El cazador”, “El rumbo de tus sueños” o “El tiempo de las cerezas”, «una de las canciones más bonitas que he escuchado» según el propio Nacho Vegas.
El Liceu ardió, pero no por el fuego, sino por la fricción de los aplausos de un público entregado que ovacionó en pie a los artistas. Y ello a pesar de la advertencia inicial de Nacho Vegas, quien hizo el siguiente ruego: «vamos a tocar unas baladas… Por favor no encendáis mecheros porque este sitio arde muy rápido».
Quizá lo más importante de esta inolvidable escaramuza roquera en El Liceu sea que, después de un año y tres meses de voluntario ostracismo escénico, pudimos ver a un Bunbury liberado – por fin – de tics latinos, fresco, renovado e interpretando mejor que nunca. Eso y la satisfacción de disfrutar del trabajo conjunto de dos auténticos talentos de la música española reciente y comprobar que siguen en plenitud de facultades. Y que dure…
Ramón Gacías (batería), Quique Mavilla (bajo), Xel Pereda (guitarra, banjo y mandolina), Álvaro Suite (guitarra), Jorge Rebenaque (teclados), Belén Estaje y Noelia (violín y coros), Pancho Iñigo (trompeta) y Javier García Vega (trombón).
SET LIST:
En distinto color los temas de su carrera en solitario.
02. Días extraños.
03. No fue bueno, pero fue lo mejor.
04. Va empezar a llover.
05. Ahora.
06. Blanca.
07. Bravo.
08. El cazador.
09. La fin.
10. Gang bang.
11. La chica triste que te hacía reír.
12. Wellcome to el callejón sin salida.
13. El rescate.
14. De esclavitud y cadenas.
15. Puta desagradecida.
16. Secretos y mentiras.
17. Los restos del naufragio.
18. El hombre que casi conoció a Michi Panero.
19. Látex.
20. En la sed mortal.
21. Serie negra.
22. En la espina dorsal del Universo.
23. El viento a favor.
24. El rumbo de tus sueños.
25. La pena o la nada.
26. Por la paz y la canción.
27. El tiempo de las cerezas.
Gran Teatre del Liceu de Barcelona.
30 de noviembre de 2.006.
Público: lleno (2.000 personas)
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