EL POLACO. Pub Interferencias, Zaragoza, 13/03/07

 

“Como veis no oculto nada, todo está grabado”- decía Eduardo Zubiaur con una enorme sonrisa tras la primera canción. Lo cierto es que el concierto de El Polaco en el Pub Interferencias de Zaragoza empezó así, con la música secuenciada y la voz en directo. En el suelo, aparte de tres cocodrilos de plástico, ordenados de menor a mayor y de llamativos colores, solo se veían pétalos de rosas anaranjadas por encima de un buen montón de cables.

Pero a la tercera canción desapareció el concepto “karaoke”. Subió Javi a ocuparse de unos teclados polivalentes que cubrían los huecos de piano, violines y guitarra eléctrica grabados en las maquetas y Polo (en su día batería de Míster Fútbol) se sentó baquetas en mano. Eduardo, además de la voz, sacó su guitarra española y los tres empezaron una rumba descriptiva sobre Madrid, llena de andamios, bares de La Latina y espectacular batería a contratiempo.

La primera parte del concierto se centró en repertorio nuevo. Tras instalarse definitivamente en Madrid, las oportunidades de ver en Zaragoza los conciertos de aquellos chicos que ganaron el Sonda 98, y que consiguieron que media ciudad confiase a ciegas en sus posibilidades como grupo, se fueron espaciando. Los miembros originales se dispersaron en otros grupos zaragozanos como Tachenko, Picore o Distritocatorce y Eduardo Zubiaur, vocalista y compositor, se trasladó a la capital para continuar con el proyecto. El resultado se tradujo el viernes en canciones abiertas, bases roqueras con melodías indies, rumbas alternativas, ruiditos electrónicos, pop elegante, teclados ochenteros e incluso un tema en inglés mostrando la parte más radical, oscura y distorsionada de El Polaco. Claro, que siendo sus letras uno de sus puntos fuertes, yo me quedé con otros temas como Plomo, Jardín o Amor Inútil.

Pasada la mitad del concierto empiezan las canciones conocidas. En Hit, el tema que abría su penúltima maqueta, desaparecen los coros y el optimista silbido, pero compensan los coros y silbidos del público. Aprendiste latín es otro de esos temas lleno de fuerza que tiene la marca y la personalidad de El Polaco. La entrega sube considerablemente en temas como Coche o Solme drogaré por amor al arte, y drogaré a las mujeres que deseo»). Eduardo se cambia la española por la eléctrica y empieza dos veces otra inédita. No falta el aspecto teatral que les distingue de tantos otros grupos. Las miradas del cantante penetran, mueve los brazos, empieza a recitar sobre una base una historia sobre los números que cuentan que en realidad no cuentan nada mientras hace gestos de algo parecido al tai-chi, se encorre por el mini escenario con el teclista a cámara lenta, imita la trompa del elefante o intenta atrapar las luces de los focos. Es parte del “número”. El público reacciona con sonrisas, y también con atención. Piden Vidrio (lo piden coreando el estribillo) o Salvavidas, pero solo hay tiempo para una más, y nos regala la añorada Luna, una canción con prácticamente una década a sus espaldas y que aguanta de forma brillante el paso del tiempo. Tiempo que se ha agotado para este concierto y que nos deja con ganas de más. Seguimos pensando que lo van a conseguir, porque se lo merecen, porque saben lo que hacen y porque saben contagiarlo. Porque Eduardo tiene una voz deslumbrante, y porque lo que vimos en el concierto es solo una pequeña parte de todo lo que tienen que enseñar.

Texto: Beatriz Pitarch
[email protected]
Foto: Javier Polo

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