Una de las situaciones que más me han impactado en este último año, fue la de ver aquella mujer bastante desmejorada seguramente con respecto a su edad real. Vestida con ropa típica del país, pero de uso habitual en aquel 2007 solo en la zona rural. No estaba ataviada para recibir a turistas, no pretendía ser protagonista de nada y veía lamentablemente como la evolución no iba con ella. El contraste era descomunal. En uno de los centros comerciales más grandes de Guatemala capital, aquella señora sonriente y con un helado en la mano, no se atrevía a subir por las escaleras mecánicas. Se la veía un rostro de impotencia. Eran simplemente unas escaleras, pero era algo que la superaba y no podía con su buena voluntad. Un servidor como otros tantos cientos que pasaban a su alrededor a pasos agigantados no nos dimos cuenta. Luego me enteré que era algo común allí con las personas de cierta edad. La bondad e inocencia de aquella señora contrastaba con lo rápido que va el mundo para algunos y lo grande que se les hace a otros.
Ahora se cumple un año de aquel viaje y pasado este tiempo y viendo con la distancia con la que mejor se saborean los viajes, este de Guate fue sin duda especial. Vimos un país maravilloso, lleno de contrastes, pero con mucha pobreza. Tuvimos la fortuna de conocer buena parte de su cultura a uno y otro lado del país. Coincidimos con mucha gente de allí y de todas partes del mundo. Sin duda pudimos conocer la amabilidad y sencillez de un pueblo que disfruta lo que ama sin importarle nada más. Cuanto tenemos que aprender de ellos.
A este lado, nos dedicamos a contar pateras. A invocar a los demonios por verles en las filas de nuestros consultorios médicos. Igual sería buena idea ponerles médicos especiales. Para ellos solos. Para que les traten esas enfermedades que solo ellos tienen y con transfusiones de ese RH tan raro que corre solo por sus venas. ¿Tú qué opinas?
Lamentablemente (o no), ellos no tienen la fortuna de poderse comprar lo último en móviles. A muchos les faltan Quetzales para comprarse zapatos pero te saludan con una sonrisa. Que nadie piense que estas líneas son de pena, de lástima. Al contrario. Me parece que han tenido mala suerte con esos políticos corruptos y prepotentes, con la globalización y con todo lo que les rodea. Ellos hacen lo que pueden y no lo tienen nada fácil.
Una de las partes del país más bellas es sin duda Antigua. Anterior capital del país y rodeada de 4 volcanes, precisamente antes de subir a uno de ellos (el Pacaya) y comprobar la fuerza calorífica de su lava, el único chaval rubio del grupo que nos intentaba alquilar un bastón para la su ascensión, hacía un esfuerzo por leer lo que ponía en mi camiseta: “Que-no-me-llames-có”. No sabía lo que significaba. A duras penas lo sabía leer, pero lo quería conocer.
Antes sería Cuba y más tarde Costa Rica. Culturas latinas que conocí distintas a la nuestra pero con grandes nexos de unión entre todas y ninguna envidiable a la otra. Seguramente todo depende desde el prisma con el que se mire.
No hace muchos días, en el concierto de Yossu N´Dour (Expo Zaragoza 2018), vimos la enorme diferencia en la manera de disfrutar de la música y del sonido de este africano en el Anfiteatro 43 de Zaragoza. Los lugareños, que en esta ocasión nos correspondía ser a nosotros, no movíamos prácticamente un pie, al contrario que todos los compatriotas de N´Dour allí reunidos. Lo mismo que vimos un año antes en Livingston (Guatemala). Solo accesible en barca y en un rincón del Caribe, es una colonia de esclavos africanos que llegaron a Centro América hace 200 años. Saliendo por sus bares y escuchando su música, se comprueba que se sienten bien con lo que tienen sin querer nada más (aparentemente), la viven y disfrutan de una forma distinta. Sin duda con mucha más pasión, quizás su refugio. Son Felices. La misma pasión que les lleva tal y como nos contó en Antigua nuestro amigo “Coca”, a comprar una entrada para ver a su grupo favorito (Héroes del Silencio) a pesar de las dificultades. Aquel grupo que tardó 10 años en volver. Aquel grupo que les da sentido a sus vidas (Jesús Valdés, llegado desde Honduras y en la fila del concierto un día antes -14 de septiembre de 2007-, nos contaba: “Mañana se nos va a olvidar todo… toda la corrupción, toda la pobreza… Nos van a hacer olvidar todo el subdesarrollo que hay en América Latina”). Todo esto les lleva a gastarse el sueldo de 2 y 3 meses para poderlos ver en el Estadio del Ejército hace ahora un año y en muchas de las ocasiones, empapados de “divino alcohol”.
Aquella mujer de las escaleras, consiguió subir agarrada en los brazos de uno de esos jóvenes. Como lo tiene que hacer cada día América Latina. Eso sí, soportando a sus mandatarios que no aman a sus gentes y oyendo cada uno de esos días, la prepotencia del español y las idioteces de los tontos de los que todos a diario, estamos rodeados.
Texto: David Chapín
Foto: Aragón Musical