JOE BONAMASSA. Sala Oasis. Zaragoza, 05/06/09

Le había perdido la vista. A Bonamassa digo. Hacía mucho que no le tenía en mis pensamientos, sabía que el año pasado se acercó a la Península Ibérica pero poco más. Y tuvo que ser un cartel visto desde el autobús el que me diera la inmensa alegría: Joe Bonamassa, el relevo de Johnson, Ray Vaughan o Clapton, en mi ciudad. Y para colmo en la Oasis, reabierta hace apenas unas semanas, el motivo de mi felicidad era pues doble.

El neoyorquino se presentó en Zaragoza presentando su nuevo disco The Ballad of John Henry, una perfecta colección de blues, rock, soul y funk agitada en la personalísima guitarra del ex componente de Bloodline. Bonamassa se ha sabido rodear en esta gira de una nueva banda abandonando el formato del power trío que venía siendo habitual en sus conciertos; los actores secundarios Rick Melick (teclados), Carmine Rojas (bajo) y Bogie Bowles (batería) supieron ejercer su labor a la perfección dotando al guitar hero de la solidez necesaria para ejercer sus magníficos solos.

Una sala Oasis con una  magnífica entrada (comprobamos pues que la gente responde en los buenos conciertos) que cayó presa del hipnotismo de la guitarra del bueno de Joe desde el primer tema. Canciones llenas de largas codas, progresiones eternas y mil y una vueltas de tuerca hicieron la delicia de los presentes. Bonamassa empleó todos sus recursos: cambios de guitarra, uso del slide, theremin, decenas de pedales y un largo etcétera para hacer de cada canción un universo completamente distinto al anterior.

Sonaron temas como So many roads, The Great Flood, Stop!, Story of a Quarryman, India o As the Crow flies por citar algunos. Antes de llegar a los bises de rigor, Bonamassa, en su empeño por ganarse al más escéptico, realizó una improvisación con guitarra acústica de más de diez minutos, el resultado: impresionante.

Tras más de dos horas de espectáculo Joe Bonamassa se despidió del público zaragozano dejándonos con la sensación de haber asistido a un concierto mítico, de los que cuentan los abuelos a los nietos. Una vez más somos afortunados.