Con Tachenko comenzó a entrar en calor la sala Multiusos (que no se llegó a llenar en ningún momento del festival). Sergio Vinadé y compañía mostraron su excepcional momento de forma en directo y dejaron (más) claro que su último disco, Os reís porque sois jóvenes, es uno de los mejores trabajos de pop español en lo que llevamos de año, sin discusión. A la redondez de sus canciones, ahora hay que sumar que cada vez suenan mejor como grupo, con elaborados coros vocales y mayor fuerza en las guitarras. Amigos del metal, Hacia el huracán, Escapatoria, Amable… muy difícil es fallar con estos hits.
A continuación, era el turno del protagonista de Cadena Perpetua (como Vinadé lo presentó), Tim Robbins. Realmente había expectación en ver lo que podía ofrecer el actor americano con su proyecto musical. ¿Capricho de estrella? ¿Nueva promesa del folk? Ni lo uno ni lo otro. Robbins, acompañado de The Rogues Gallery Band, desplegó un efectivo folk americano (muy deudor de Springsteen) que ganaba muchos enteros cuando apretaba el acelerador. La banda, integrada por experimentados y versátiles músicos, le permitió adornar a sus composiciones con todo tipo de arreglos (el serrucho-violín, impresionante) y acercarlas a estilos como el jazz o la música sureña tradicional. A pesar de contar con varios temas muy estimables, no consiguió conectar con todo el público. Sin embargo, fue el concierto con la media edad más alta del festival. Se nota que los amantes del rock de corte más clásico se agarraron a la mínima propuesta que se les ofreció.
El momento más surrealista de la noche vino a cargo del imprevisible Pete Doherty (más de uno no veía muy claro si realmente se presentaría). El ex The Libertines salió acompañado tan sólo de su guitarra y con dos bailarinas con tutú danzando con la bandera de la Union Jack. La actuación rozó tanto la genialidad como la mayor tomadura de pelo. Y es que Pete es un músico único, con un talento compositivo innegable y con una gran presencia escénica, pero el resultado ya depende del grado de fanatismo hacia el inglés. Eso sí, cuando soltó Don’t look back into the sun, Can’t stand me now o Last of the English roses, se desató la locura.
Ya a altas horas de la noche el público quería pasárselo bien, y The Go! Team no defraudaron. El variopinto grupo va cargado de buen rollo y canciones alegres ideales para cualquier festival. Con una cantante que no dejó de moverse durante toda la hora del concierto regalaron una irresistible colección de hits: Grip like a vice, Lady Flash, Doing it right…
Y ya con media sala llena y el público caliente, fue el turno de Dorian, uno de los grupos más esperados de la noche. Debo reconocer que no soy un gran fan de ellos, pero es innegable que realizaron un concierto impecable, desplegando el mejor sonido de toda la noche. Su infalible tecno pop rompepistas (con un toque melancólico, a lo New Order) y una sencilla pero cuidadísima puesta fue un dignísimo final para la primera jornada. Por su puesto, tuvo un momento álgido: cuando tocaron A cualquier otra parte, un éxito que ha traspasado estilos y ha conquistado a todas las audiencias.
Fotos: Ángel Burbano
