Virtualbum se ha convertido en el Papá Noel particular de la música aragonesa, tras los espectaculares lanzamientos de los discos de Mister Hyde, Domador, Velouria, Señorita Evans y Delirium Tremens, ahora lanzan el primer trabajo de Lousiana, grupo en boca de media ciudad. Y es que Ana Muñoz y Luis Cebrián han sabido desde el comienzo labrar su aventura, la primera conocida en el mundo de la poesía por sus magníficos versos y el segundo por ser partícipe de uno de los grupos más personales que ha dado la ciudad, claro, hablo de Nubosidad Variable. Con la llegada de la electricidad proveniente de otros nombres conocidos como son Dani Cebollada, Richi Fandangos y Raúl Zeta, Lousiana han ganado en matices y han consolidado su directo.
Ha tardado más de lo esperado pero finalmente este primer EP ha salido a la luz y de la mano de otro de los grandes protagonistas del edulcorado PMA: Rafa Domínguez (Guisante, Huracán Ambulante) productor de la joya. No hay valor inicia el camino por el mundo de Luis y Ana, una de sus canciones más reconocidas en la que una espectacular introducción deja paso a una huída visceral (“aún no es tarde si es intenso”). Feliz Daño Nuevo fue el adelanto que presentó el grupo las pasadas navidades, la particular voz de Ana Muñoz recorre la distancia de la separación, una melodía que bien podría ser la luz que escapa por la mirilla de una puerta cerrada, la instrumentación y coros trabajan a la perfección, una vez más (“a mí me asignaste la distancia, el sigilo”).
La percusión es la que inicia Circo / El cuento de la princesa y el guisante, canción en la que podemos adivinar el amplio abanico de influencias de Lousiana (Camille, el Tom Waits del Real Gone, Emilie Simon e incluso los primeros Radiohead). Es en esta canción en la que podemos notar el gusto por la multiinstrumentación del grupo aragonés. Que me desamor sigue la senda marcada desde el primer segundo, La Cafetera Atómica aparece como una de las grandes alternativas para la grabación; la producción a lo largo del EP mantiene el sobresaliente. Los textos de Ana Muñoz son profundos, con metáforas precisas y deliciosa melancolía, la voz, para nada secundaria, de Luis Cebrián hace que el círculo se cuadre.
Daddy y su posterior reformulación vuelven a hablar de huídas y de preguntas sin respuesta (“¿Cómo quieres que te cante, si ya no sé ni hablar?”), Lousiana consiguen su sonido particular y poco a poco van ganando adeptos y la verdad, si siguen creando canciones como Sinestesias no es de extrañar que sigan dando mucho que hablar (“que el silencio nos hace más hermosos”).
Esperemos que las fronteras se desplacen lo que dicten sus sueños, buenos augurios y lo que es mejor, grandes canciones. ¡Enhorabuena Louisianos, virtualbumeros y extraterrestres en general!
[email protected]
http://diegostabilito.blogspot.com