Niños del Brasil. Mensajes al viento
Niños del Brasil. Mensajes al viento

NIÑOS DEL BRASIL: VEINTE AÑOS DE MENSAJES AL VIENTO

A la gente profana si se le nombra “Niños del Brasil” recurrirán –en una suerte nemotécnica- a la película de Franklin J. Schaffner, que vio la luz en 1987 con el título de “Los niños del Brasil”. Algunos atarán cabos entre la escena musical zaragozana, se volatilizará el polvo y debajo aparecerán nombres como Boda de Rubias, John Landis Fans e incluso Héroes del Silencio. A pesar de que el grupo de Santiago García Maynar (más conocido como Santi Rex, en honor a T-Rex), Antonio Giménez (también conocido como Antonio Estación, por regentar el mítico bar La Estación del Silencio) y Nacho Serrano tomó su nombre de aquella película, y que además tenía mucho que ver con aquella efervescencia de grupos en la capital aragonesa, pues fueron un grupo puntero, Niños del Brasil mantienen canciones sobre el amor y el odio hasta el día de de hoy, desde que lanzaran un primer LP en 1989 titulado así; “Del amor y del odio”.

Pero en esta ocasión toca celebrar el vigésimo aniversario del mejor disco que el grupo pudo haber editado. “Mensajes al viento” recoge la madurez de unas letras y un estilo más asentado. En Mayo de 1991 vería la luz este artefacto, el cual tendría como single de presentación ‘Las curvas del placer’. ¿Cómo se planteó esta segunda andadura para Niños del Brasil? ¿Habría presión al fichar por una multinacional? Santi Rex repasará los complejos recovecos de este segundo trabajo discográfico de Niños del Brasil.

«Tuvimos la suerte de que el locutor radiofónico y productor Julián Ruiz escuchase nuestro primer disco y se interesase por remezclar algunos temas. Nos gustó mucho el trabajo que hizo con ‘Amor y espinas’, y le dimos el OK como productor.

En esa época todavía no teníamos el 100% de decisión de nuestra carrera. Pito, nuestro manager, conocía muy bien al grupo y el panorama musical de entonces. E intentaba encontrar la mejor manera de hacernos rentables… Simplemente intentábamos que lo que se nos ofrecía, entrase en nuestro concepto del grupo y de la música.»

Las canciones suenan más comprometidas y llevan otra línea que poco o nada tiene que ver con el primer LP del grupo. Basado en el techno más épico con letras envenenadas, fue un álbum clave en la carrera de Niños del Brasil. Al terminar la gira por Aragón – que había recibido el nombre de Terminatour-, Manchu abandona el grupo, quedándose Niños del Brasil otra vez sin batería, de tal forma que las cajas de ritmo volvieron a hacer acto de presencia en el grupo, para quedarse definitivamente. Pero la pregunta sería ¿De dónde vino este giro?

«Creo que no fue un giro. “Del Amor y del odio”, nuestro primer disco, fue parte del amplio abanico de posibilidades que el grupo ha ofrecido, creo que, en todos los discos. Iba desde el heavy al house, del technopop a la música disco. No sé. Es nuestra idiosincrasia: nos gustan muchas cosas y nuestra música las refleja. Y esta variedad continuó en “Mensajes al viento”, simplemente que ya éramos más maduros, trabajamos con otro tipo de arreglistas y técnicos y profundizamos más en las posibilidades del estudio de grabación.

A nivel textos, quizá haya temáticas nuevas más sociales o comprometidas. Fue nuestra primera salida importante de nuestra región y nuestro “cascarón”. Y vivíamos una época extraña donde podías seguir por primera vez una guerra por televisión como si del Tour se tratase… Quizá por primera vez la sociedad terminaba su adolescencia viendo el fin del mundo tan cerca. Y esto caló en nuestras canciones en temas como ‘Abismos’, ‘Idolos de barro’ o ‘Destrucción’.»

Y así fue, los últimos estertores de una sociedad plástica llegaba a su fin. Dentro de la carpeta del LP (con fotografía de Miguel Oriola), cada canción venía descrita con unas pocas frases, suficientes para explicar el significado de todas y cada una de las composiciones. Densas y con un espíritu ciertamente unificado en su sonido. La versión en vinilo contenía diez canciones, que a la de CD se le incluían dos bonus tracks; ‘El tiempo’ (versión single) y ‘Amor y espinas’ (versión maxi). Pero volviendo al conjunto de temas que atesoraba el vinilo de “Mensajes al viento” se podía encontrar:

Las Curvas del Placer: «Juntos, descubrir la lujuria.»; Sed de venganza: «Ira. Venganza lo dice todo.»; Ídolos de barro: «Soberbia, el continuo bombardeo de palabras sin sentido.»; La noche de los cobardes: «Vagancia. La noche provoca promesas, planes que el alba borra como las sombras. El amanecer descubre siempre a los cobardes.»; Ambición: «La avaricia hace a las personas capaces de olvidar.» Y en la cara número dos… Recuérdame: «El tiempo cura las heridas.»; Abismos; «Antiguas costumbres nos impiden ser como realmente pensamos. Somos incapaces de destruir las fronteras que nos separan.»; Pasión: «Al amanecer los vapores del alcohol sólo dejan recordar aquellos momentos.»; Destrucción: «Las decisiones se anteponen a la razón.» Y por último estaba ‘La modelo’, un fantástico cóver de los alemanes Kraftwerk, donde en su descripción decía: «La imagen que hace despertar nuestros deseos.»

Todos y cada uno de los cortes incluidos en el track list del plástico atesoraban una majestuosidad nunca antes escuchada por tierras hispánicas. Parecidas, si, pero no iguales.

«La  unificación de sonido es “culpa” del productor y su equipo. Nosotros hubiésemos tendido a explorar sonidos más dispersos, como hicimos en el primero y repetimos, ya sin productores, en el cuarto y el quinto. Nos apetecía mucho en ese momento sonar de lujo, porque el primer disco se grabó en un estudio itinerante y no termina de sonar bien, y buscando esa perfección, nos salió un disco bastante techno, aunque no es el concepto de “grupo de technopop que copia a Depeche Mode”, precisamente. Posteriormente hemos seguido indagando en distintos sonidos que nos gustan: “El imperio de los sentidos” es un disco más pop, con batería real y guitarras, por ejemplo. O “Géminis”, que está hecho básicamente con ruidos.»

La grabación de “Mensajes al viento” se hizo en Madrid, en los Estudios Dowbletroniks bajo la batuta de Julián Ruiz en la producción, Fernando Álvarez y Jesús N. Gómez en las mezclas. Por vez primera, el grupo trabaja con un arreglista, lo cual les lleva a ornamentar muchísimo las canciones y a crear un concepto global del álbum. Visto así, parecía que todo estaba claro antes de entrar al estudio y grabar tan rápidamente, pero ¿lo era así de verdad? ¿Tan claro estaba?

«No, y menos con la voz. Es una locura grabar una voz tan rápido, sin apenas ensayar y haciendo una o dos tomas sólo de cada tema… Ese ritmo de trabajo lo impuso el presupuesto. Un estudio caro y un productor caro se llevan gran parte del presupuesto, y era nuestro primer disco con Sony, que aunque confiasen en nosotros, tampoco se iban a gastar lo que en Rosario… Incluso hay temas, como ‘La noche de los cobardes’, por ejemplo, que nosotros no hubiésemos dado por finalizados…»

El LP fue grabado en tiempo record, pero con una producción magistral. Santi Rex puso las voces de ocho de los temas del álbum en un solo día, grabando aparte ‘Las curvas del placer’ y ‘Abismos’ con Jesús N. Gómez en la mesa de mezclas. Aunque se pensó en Nacho Serrano para cantar ‘Sed de venganza’, finalmente fue Santi quien puso la voz en esta pieza.

«Hablando de la voz, no sé si la gente sabe o no que yo no iba a cantar ‘Sed de venganza’. La cantaba Nacho Serrano y de hecho, así está en las maquetas del disco. Aquel día yo grabé las siete canciones que me faltaban por grabar y Nacho entró en la pecera para grabar su tema. Yo, como ya había terminado, me dediqué a llamar por el teléfono del estudio a todos los amigos de Madrid, cascándome definitivamente lo que me quedaba de voz.

A la media hora salió Julián y me dijo que entrase a grabarla que Nacho no daba pié con bolo.

Nunca había ensayado esa canción y casi ni me sabía la letra. De hecho ni siquiera es el tono apropiado para mi voz, cosa que nunca corregimos y que a veces en directo me hacía sufrir, pero la canté una vez, y la magia del azar la convirtió en un pequeño himno generacional.»

Reinaba un buen ambiente en el entorno, un segundo disco en marcha alimentaba las esperanzas y ánimos del grupo. Pero no todo fueron alegrías, pues debido a las excesivas prisas los problemas no tardaron en florecer. A pesar de aquello, la seria experiencia que les otorgaba este desarrollo de trabajo sirvió para que fuera un paso más firme en la carrera del grupo.

«El ambiente fue muy bueno, hasta el final que tuvimos algún problemilla, precisamente por las prisas. Pero aprendimos muchísimo de los ingenieros, de Julián y sobre todo del arreglista. Digamos que fue la primera clase de música seria de nuestra carrera. Con Luis Miguélez en nuestro primer disco trabajamos muy bien y tuvimos muy buen ambiente y grandes momentazos, pero fue con “Mensajes al viento” cuando comenzamos a enterarnos una poco de cómo se graba un disco y de cómo se pueden arreglar unas canciones ganando sonido y efectividad.»

Normalmente, Niños del Brasil se compuso de tres integrantes, aunque a lo largo de su existencia siempre tuvieron “un cuarto niño”, como lo pudo ser un jovencísimo Enrique Ortiz (todavía no era conocido como Bunbury), Manchu, Salva Honrubia (actualmente en Marcalma), Jacobo Dobbie o Jafi Marvel en la más reciente formación del conjunto. Pero aunque predominan las programaciones, bajos, teclados…, etc, las guitarras tienen cierto protagonismo. Ahí entraba Nacho Saldaña como cuarto integrante, que se ocupaba de ese campo, aunque en Diciembre de 1991 –y con la gira arrancando- decide abandonar el grupo…

«Nacho ya grabó algunas guitarras del primer disco; y seguimos pensando que ha sido nuestro mejor guitarrista. O al menos, el que más nos pega. El comenzó a compaginar su trabajo en Niños del Brasil con el lanzamiento de un nuevo grupo en el que había puesto mucha ilusión, los Duques, en una honda hardrock que a todos nos gustaba mucho entonces. Poco a poco Duques le fue quitando tiempo y dedicación y nos dejó justo antes de grabar el videoclip de ‘Sed de venganza’ que es lo que nos hizo ser un poco conocidos.»

De ahí que en el conocido videoclip apareciera otro guitarrista que no era Nacho Saldaña. Este nuevo artillero de las seis cuerdas no era otro que Quique Mavilla, que además de ocuparse de las guitarras, también lo hacía con los bajos. Un valuarte en estas lides que alcanzó el máximo reconocimiento como bajista en otro de los grandes grupos que pudo haber dado Zaragoza y más exactamente el barrio de La Jota; Distrito 14, con Mariano Casanova y compañía. Además de trabajar con Amaral, Rulo y La Contrabanda o El Galgo Rebelde. Por entonces, Mavilla militaba en otro grupo llamado Reo, que ya daba sus últimos coletazos. Niños del Brasil le tentaron para que ingresara en el grupo, y de ese modo, Quique Mavilla se incorporó.

«Acto seguido a la marcha de Nacho Saldaña, le echamos los tejos a Quique Mavilla, un gran músico que por entonces había terminado con su grupo Reo. La pena fue que unas horas antes de llamarle yo, ya había dicho que si a Distrito 14, y compaginó ambos grupos mientras pudo, aunque finalmente continuó con Distrito 14. Ahora toca con Amaral. Muchos de los músicos que han pasado por Niños, siguen en activo en primera línea del rock español, como Carlos Gamón, que ha sido batería de Amaral, El Canto del Loco y Dani Martín, o Ramón Gacías, que es la mano derecha de Bunbury…

Quique Mavilla nos dio la segunda gran clase de música de nuestra carrera, ayudándonos en los directos, tocando guitarras, teclados o bajos según necesitábamos, y ayudándonos a arreglar las canciones que darían forma a nuestro tercer disco, “Mundos en eclipse”. Fue facilísimo trabajar con él ¡y todavía le echamos de menos!»

La duda es si Santi Rex, Antonio y Nacho Serrano pensaron en otra persona antes que en Mavilla para suplir el hueco que dejó Nacho Saldaña tras su marcha.

«Creo que no. Siempre rondó como posible guitarrista de Niños del Brasil, José Manuel Díez, un guitarrista amigo nuestro que venía del punk, de grupos como Cadáveres Aterciopelados o Cocadictos, que había tenido un grupo con Antonio Estación y Bunbury llamado Tres Años de Pena. Desgraciadamente falleció cuando comenzábamos a gestar Géminis y más fácilmente veíamos su colaboración con el grupo. Por eso grabamos ‘Vale más morir que perder’, una de sus canciones, para cerrar “Géminis”.»

Mensajes al viento” era ya un éxito, así como la gira de presentación lo era también. Esta gira, que recibe el nombre de Directo Al Viento, recorre más de una centena de pueblos y ciudades, el grupo se encontraba inmerso en una marea promocional. Tan grande fue, que al ver la luz el tercer single (‘Sed de venganza’), los medios especializados se volvieron locos por Niños del Brasil, hasta el gran Joaquín Luqui tuvo palabras halagadoras para el grupo. ¡Incluso aparecen en el programa de María Teresa Campos interpretando ‘Sed de venganza’! ¿Sorprendería algún modo que después de un LP y un segundo disco ya presentado, la prensa musical los alabara tanto?

«Bueno, un poco sí. Pero hay que tener en cuenta que la progresión del grupo fue muy lentamente. Desde ‘Al Oeste’, nuestro primer single que comenzó a sonar por los bares de Zaragoza, hasta aquel concierto multitudinario con los Héroes del Silencio y Las Novias en el campo de fútbol de La Romareda. Nos faltaba el salto a los grandes medios de comunicación para que el resto del país nos tuviese un poco en cuenta. Y ese salto fue el videoclip de ‘Sed de venganza’.»

Una extensa gira que dura desde el año 91 hasta el 92. Esta segunda parte de la gira fue bautizada como Touracán. Se podía pensar ya que –sistemáticamente- Niños del Brasil iba a ser un grupo de culto.

«Nunca quisimos ser un grupo maldito. Nos hubiese gustado ser un grupo masivo. Pero realmente, no hacemos música para todos los públicos. Sería estúpido pensar que tendríamos un éxito masivo cantando cosas como ‘Destrucción’ o “y con tu sangre me vas a pagar”.

Cuando comenzamos a salir de Aragón a tocar, nos dimos cuenta que irremediablemente íbamos a ser un grupo de culto, con más o menos repercusión, pero de culto. Nuestro público no era precisamente de los que se tragan lo que les ponen por la radio…»

Al final, “Mensajes al viento” alcanza la cifra de 30.000 copias vendidas, una cifra nada despreciable por aquel entonces. Con el paso del tiempo y desde una postura actual, aquel long-play marcó a toda una generación. ¿Cómo se ha podido apreciar aquella obra con el paso del tiempo?

«Ese disco significó ser conocidos fuera de nuestra región y amados por gente muy especial que sigue considerándolo el disco de su vida. Para mí significó la plasmación de una pasión y la confirmación de Niños del Brasil como grupo. Hiciésemos lo que hiciésemos después, fuimos nosotros quienes hicimos aquel disco maravilloso y moralmente, ya podíamos sentirnos satisfechos.»

Después de aquel exitoso álbum, llegaron “Mundos en eclipse” (1993), “El imperio de los sentidos” (1996), el disco de remezclas y rarezas “La lluvia en tus ojos” (1997) y “Géminis” (2009), que significó la vuelta del trío inicial al panorama, gracias también a “Ángeles y Demonios” (2007), un imprescindible EP al que le siguió –en el mismo año- otro álbum de cuatro cortes, bautizado como “Sirenas”. Sin contar los numerosos maxis que editaron con anterioridad, de remezclas e inéditos. Así como un doble artefacto que recoge toda la obra completa de Niños del Brasil. Tras “Mundos en eclipse”, las ventas no fueron las deseadas por la disquera Sony, por lo que rescindieron el contrato. A lo que habría que añadir la salida del grupo de Antonio Estación. Es a partir de ahí cuando montan su propio sello, llamado Discos del Amor y del Odio.

Ahora se cumplen veinte años de “Mensajes al viento”. Mítico donde los haya, así como también mítico es el nombre de Niños del Brasil. Quizá infravalorados, pero que fraguaron una importante leyenda que dura hasta el día de hoy.

«“Mensajes al viento” no es mi favorito. Realmente ninguno de los cinco lo es, porque soy muy exigente y a todos les saco fallos. Cambiaría algo de la producción y regrabaría todas las voces. Creo que después de aquella gira fue cuando comencé a cantar un poco mejor y a tener más facilidad para expresar sentimientos con la voz. La inexperiencia, y las prisas a la hora de grabarla, hacen que no me guste nada mi voz en ese disco. Aunque ya me voy acostumbrando… Por otro lado, las canciones y el concepto general del disco, sí merecen un aplauso. »

Texto: Charly Hernández

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