Cada vez que paso por el número 11 de la calle Madre Vedruna me entran ganas de tirarme al suelo, emular el final de “El planeta de los simios” y gritar aquello de: “¡Lo habéis destruido, yo os maldigo a todos!”. Y seguro que no soy al único (además de Charlton Heston) que tiene esta sensación, porque en ese lugar se ubicaba un local nocturno por el que pasó una buena parte de los zaragozanos amantes de la buena música que ahora rondamos (arriba o abajo) la treintena, El Brit. Ya hace siete años que echó la persiana y ahora se he convertido en una tienda de ropa… En fin, cosas que pasan.
El que era encargado y DJ, Humberto Miranda, más conocido como Hube, cada cierto tiempo ha mantenido viva esa llama organizando esporádicamente unas fiestas bajo el nombre de “Do you remember the first Brit”, en honor a la famosa canción de Pulp. Este fin de semana se celebrará la última. El Candy Warhol será el local elegido para cerrar el círculo. Aprovechando la ocasión, he entrevistado a Hube, en parte por su posible interés periodístico y también por motivos personales, como cliente que fui del Brit, y en donde tan buenos momentos pasé. A veces la nostalgia se impone, aunque intento no abusar de ella. Empecemos por el principio, por el germen, que fue en otro local, el Wagon. “En 1996 empecé a pinchar en el Wagon y estuve allí dos años, hasta que ofrecieron llevar el Brit. Era un garito de puta madre para escuchar buena música. De hecho, era más fácil poner allí la música porque la gente estaba dispuesta a escuchar cosas más raras. Lo peor de esa época fue la ruptura, fue muy mala, y además me pilló en una época personal complicada, aunque no me arrepiento. La idea era crear una especie de zona de música alternativa entre María Lostal y Madre Vedruna, pero no pudo ser. Tuvimos la suerte de que la clientela se vino con nosotros, pero me dio mucha pena acabar así”.
La cosa fue que desde el primer momento El Brit funcionó, y muy bien, aunque la música se enfocó más al baile y menos a las rarezas, pero manteniendo la calidad. Lógico, dadas las características del local, con una buena pista central, buen equipo de altavoces y de iluminación. “Intentamos trasladar el estilo del Wagon aquí, pero no pudo ser. Había que ir al hit para que la gente no se aburriera y bailara. Lo malo es que a veces tenías que morir al palo y poner a veces lo mismo. De cada grupo de la época se solía poner la canción más conocida. Eso sí, el ambiente era extraordinario”.
Yo por aquellos años no llegaba a los 20 años y supongo que es una edad en la que uno es más impresionable, así que cuando bajé por primera vez esas empinadas escaleras y escuché uno tras otro los que los que en aquellos momentos eran mis grupos favoritos, me emocioné. “Creo que, sin duda, la canción que más sonó y que más me recuerda a esa época es “Hey boy, hey girl”, de los Chemical Brothers. Luego ya están pues Pulp, Suede, Oasis, REM, Supergrass, The Stone Roses, Los Planetas… lo que estaba pegando en ese momento”. De todas maneras, no sólo de hits vivió el Brit, allí también pude descubrir éxitos que aún no lo eran (Bis, James, Belle &Sebastian, The Divine Comedy), grupos por los que sentía debilidad (Faith No More, Chucho, Stone Temple Pilots, Pearl Jam, El Niño Gusano) y otros menos obvios (Mercury Rev). La memoria me falla y me engaña, así que supongo que algunos de los grupos que creo recordar igual jamás sonó allí, pero creo que es normal; de otros seguro que me he olvidado.
Otra de las cosas que llamaba la atención fue su cuidada decoración, lleno de letras psicodélicas y mucho color (otros locales, como el Candy Warhol, se han llegado a inspirar en la estética). “La parte de arriba era la cafetería, que se llamaba La Iguana, y nosotros lo que reformamos fue la parte de abajo, que llevaba muchos años cerrada. Los socios fuimos en un principio Jesús, Alberto, Dani y yo. Creo que lo apañamos muy bien, quedó muy chulo. La idea fue de Jesús, aunque luego colaboramos los demás. El nombre, se nos ocurrió un día en la cocina de mi casa. Lógicamente es por el brit-pop, pero como Pop, ya había otro bar en Zaragoza nos quedamos con el Brit. Al principio hicimos una gran campaña de publicidad y encargamos unos carteles con nombres de los grupos que entonces estaban pegando, acompañados por el logotipo que hicimos.”
La cosa es que la cosa desde el principio funcionó. “Mucha gente era la del Wagon, de alrededor de los 24 años, y también mucha gente que se fue enterando. Lo teníamos lleno desde que abríamos a las 11 de la noche hasta que cerrábamos, sobre las 6 de la mañana. Había que hacer fila y llegamos a tener que cobrar entrada, aunque sólo eran 3 euros que se descontaba de la consumición”. Y así siguió durante cuatro años.Pero todo tiene un ciclo, un principio y un final, pero luego llegaremos a él.
Tampoco es extraño que también futuros músicos pasaran por ese bar. “Hicimos varios conciertos, tampoco muchos porque no eran un buen sitio para ello. Recuerdo que tocaron varios grupos de Zaragoza de entonces, pero soy malísimo para los nombres y no lo recuerdo bien. Sólo puedo decirte a Shepherd’s Bush. De vez en cuando también nos traían maquetas, aunque menos de las que me esperaba. Me acuerdo que venía Luis Cebrián, que entonces aún tocaba con Nubosidad Variable, ponía alguna vez sus temas”.
En 2002 fue el comienzo del fin. “Que se pusiese de moda fue un problema, ya sabemos lo que pasa: viene más gente y te empieza a pedir Shakira, El Canto del Loco y esas cosas. Al final perdimos los papeles y los pusimos. Llegamos a poner a Paulina Rubio. Me arrepiento, pero es algo que no entiendo, se nos escapó de las manos. Creo que tuvo mucho que ver que en 2002, con la entrada del euro, se consumía menos y las recaudaciones bajaron una barbaridad, a lo que hay que sumar que el bar cada vez se llenaba más tarde. Fue una manera de intentar salvarlo, pero cada vez venía menos gente por la música y sólo nos quedamos los fijos”. Sin embargo, hubo más factores. “Yo también estaba harto porque iba cumpliendo años y la edad de la clientela descendía. A los nuevos clientes ya no les interesaba lo que ponía y me pedían otras cosas. Esos años no me gusta la música que salió, tuve que llegar a poner grupos tan espantosos como Limp Bizkit, Linkin Park y toda esa movida del Nu-metal. Además, bandas que me encantan que salieron en esa época, como Coldplay, no servían para animar a la gente”. El Brit cerró definitivamente a finales de 2004, pero Hube abandonó el barco seis meses antes. Conozco a más de uno que intento coger el local, pero tengo entendido que urbanismo dio por saturada la zona.
De todas maneras, por aquella época, muchos más bares cayeron en decadencia. Parece que se perdía el interés por la música en Zaragoza. “Antes salías por ahí y podías ir a sitios que estaban llenos como El Cairo, El Central, y la zona de Bolonia en general. Ahora no sé qué pasa que quedan muy pocos así. Hace poco he estado en el Jane Birkin, que le va muy bien, y ponen música decente mezclada con cosas más comerciales, pero me di cuenta de que cuanto mejor me parecía la canción más se vaciaba. Por otro lado, también está la López, que está siempre llena, así que tal vez aún haya cierto interés. De todas maneras, en algunas ocasiones hay DJs que ponen música con la que es difícil pasárselo bien y eso también influye. Otro problema es que ya no veo que la gente se emocione cuando escuchan según qué temas, se ha perdido la pasión”.
Siempre quedan los recuerdos y en este caso, parece que le quedan algunos buenos. “Lo mejor del Brit fue el ambiente que había en la plantilla y la gente. De todas maneras, guardo mejor recuerdo del tiempo del Wagon. Cuando entré a pinchar no tenía ni idea de música. Yo venía del Toi, un garito en el que se ponía pop español de toda la vida. Ambos bares eran de la misma dueña y me tocó ponerme las pilas. Conocía los más famosos, pero no tenía ni puñetera de quienes eran Elástica, por ejemplo. Cris, una amiga mía y futura camarera del Brit, me ayudó mucho a descubrir y conocer grupos. Además, en aquel tiempo estaba muy abierto a las peticiones porque así me daban ideas. Había un buen rollo increíble, allí podía hablar con todo el mundo del bar, algo que ya no pude hacer en el Brit”. Lo que está claro es que aún hay mucha gente que recuerda con cariño aquella época. “Me paran mucho y me dicen que se acuerdan de mí. El problema es que yo a muchos no los recuerdo…”.
Como ya he dicho antes, la nostalgia es un gran reclamo publicitario, así que no es de extrañar que las fiestas que ha organizado a posteriori hayan funcionado tan bien. “La primera que hicimos me sorprendió por la cantidad de gente que vino. Fue en el Candy Warhol, creo que sugerido por el propio Fernando Frisa, hace ya unos 3 o 4 años. La segunda también funcionó muy bien. Las tres siguientes fueron en el desaparecido Groenlandia y la primera de ellas fue espectacular”.
Así llegamos a este fin de semana, cuando será la última de sus fiestas. Para tal ocasión, la celebración durará dos noches: el viernes hará un repaso de los éxitos de los 90 y el sábado, quien sabe… “El viernes aún no sé qué pondré porque también depende de las respuesta de la gente. Para el sábado sí que estoy pensando hacer algo especial, tengo que hablar con mis amigos a ver qué se les ocurre. Me gustaría reunir a toda la plantilla, pero sé que eso es imposible porque ha pasado mucha gente y es difícil que se pongan todos de acuerdo. Lo que es seguro es que será la última fiesta. Quiero hacerla en el Candy porque es una forma de cerrar el círculo, acabar dónde empezamos. Ya que el Brit lo dejé tarde, esto lo quiero dejar a tiempo. Tal vez pinche algún día suelto, pero ya por otros motivos. Eso sí, también tengo muy claro que al año que viene cuando cumpla los 40 años montaré un fiestón muy gordo, tal vez también en el Candy”.
A la espera de que lleguen tiempos mejores, los amantes de la música tendremos que seguir refugiándonos en pequeños reductos, no nos queda otra. Sin embargo, algo está pasando: Pearl Jam saca nuevo disco este año, The Joy Formidable han triunfado con un disco digno de los mejores Smashing Pumpkins, The Pains Of Being Pure At Heart y grupos similares están asaltando las revistas de tendencias y, por último, Álvarez Cascos (en Asturias), Luisa Fernanda Rudi (en Aragón) y Javier Arenas (posiblemente en Andalucia) regresan al poder… Sí, efectivamente, los 90 están volviendo.
Texto: Jaime Oriz / Foto de Archivo. A la izquierda, Hube