Dorian cierra su etapa más popular con una gira de conciertos que ha colgado el cartel de “sold out” en varias de las ciudades por las que ha pasado. Es, sin duda, un buen síntoma para la música “indie” española y para el grupo en particular, que ha visto cómo su fama y su proyección aumentaba in crescendo en los casi tres años que llevan presentando “La Ciudad Subterránea”, ese fabuloso último disco que llevó al grupo catalán a la cima del underground hispano.
Con una sala Oasis casi completa y recién llegados de llenar el día anterior la Joy Eslava de Madrid, Dorian sabían que el partido estaba ganado antes de jugarlo. Con varios cambios en su formación –y en su imagen-, Marc, Belly y compañía saltaron a las tablas a ofrecer la mejor versión de ellos mismos. Comenzaron disparando una a una las canciones que les han aupado hasta esa cima antes mencionada como “Verte amanecer” o “Paraísos artificiales”, dos de los hits inmediatos de su último disco. Después del vendaval inicial, sorprendió la versión orgánica de “Lucha de gigantes” de Nacha Pop, con la que confirmaron su cambio de rumbo sonoro y su querencia cada vez más pronunciada por las guitarras acústicas y el pop de autor. Cierto es que con el cambio de baterista y la incursión de un quinto miembro, el sonido de Dorian se torna más rockero, más orgánico, menos sintetizado. Aunque mantienen el pulso electrónico en canciones como “Estudios de mercado”, en la que contaron con la voz de Santi Rex (Niños del Brasil) -la eterna e inmortal estrella del rock que nos regaló esta ciudad a finales de los ochenta- que cantó y bailó con una pasión desbordante, como si la canción la hubiera compuesto él mismo. Con “Te echamos de menos” y especialmente “Cualquier otra parte” consiguieron poner en órbita a toda la legión de seguidores que, brazos en alto, bailaron al son de unas melodías grabadas a fuego en sus cerebros y corazones. Y es que Dorian ha conseguido que unas canciones sencillas en su estructura y apoyadas sobre un colchón de melancolía sintetizada, se conviertan en himnos coreados por miles de personas a lo largo y ancho de este país y parte del extranjero. “Simulacro de emergencia”, transformada en versión semi acústica, o “Las malas semillas” confirmaron el gran potencial de unas melodías eficaces y agradecidas al canto popular.
Con una versión de “A forest” de The Cure incluida en una de sus últimas canciones dieron paso a los bises, que contaron con “La Tormenta de Arena” como punto fuerte y que confirmó el baño de masas iniciático en el que se había convertido el concierto. Y es que Dorian han conseguido trasladar su discurso a un público numeroso que ya no entiende de etiquetas ni prejuicios, sino simplemente de gusto musical y de la querencia irredenta por unas melodías inapelables.