Vayan por delante un par de apuntes: no voy a hacer una crítica al uso de los conciertos del viernes pasado y debo reconocer que yo nunca fui un cliente asiduo de La Estación del Silencio. El evento fue una fiesta, una excusa para despedir uno de los locales de referencia de Zaragoza con música de calidad, dónde se han reunido muchos artistas de distinto pelaje y desde el que sus dueños han organizado eventos culturales. Sí, fue algo mucho más que un mero bar donde se reunían fans de Héroes del Silencio. Una gran pérdida, aunque 25 años han dado para mucho. Y claro, no se puede hacer una crítica en un concierto hecho por y para amigos en el que se presentaron nuevas canciones (Antílope) y abundaron las colaboraciones (Fernando Frisa, Clara Téllez). Como ya he dicho, no frecuenté el bar en demasiadas ocasiones, pero su indudable legado me empujó a acudir a la cita y a escribir sobre ello.
Hace poco más de un mes que Volador comunicaron por sorpresa su separación y su vocalista, Antílope, ya se ha subido al escenario de la Oasis para presentar sus nuevas canciones en solitario. Las melodías no han variado mucho por los cuatro temas que pudimos escuchar, pero el formato ha dado un giro completo. Antílope para su nueva aventura se ha rodeado de tan solo una violinista, de un teclista y de su guitarra ofreciendo mayores matices a lo que nos tenía acostumbrados. Habrá que estar atentos para cuando tenga un repertorio completo y rodado. Una lástima que cierta parte del público no se comportase como debiera.
Almas Mudas no se cansan de repetir que ellos son un grupo de directo. Y viendo lo ofrecido, no hay más que darles la razón. Sin desmerecer el resultado del disco, los cinco miembros del grupo dotan de una mayor energía, potencia y personalidad a los temas: como ejemplo Secta juvenil. Además, tienen imagen y presencia escénica. Big Bang y, sobre todo, Estilo Bowie confirman que además tienen un gran olfato para melodías pegadizas. Convencieron. Antes de su actuación acompañaron a la guitarra a Clara Tellez.
Y de una promesa, a un grupo ya asentado y en pleno crecimiento. Tachenko ya hace tiempo que tienen uno de los mejores repertorios del pop aragonés, por lo que una actuación corta suya está plagada de pequeños hits: Escapatoria y Amable no dejan lugar a dudas. Tan enérgicos y alegres como siempre son infalibles en parte a su contundente base rítmica y perfectas melodías. Para el recuerdo también quedará una excelente versión de ese grupo maldito que es 091 (Esta noche) con Fernando Frisa (Ex Malamente, Los Cármenes) como cantante, en plena forma.
Los que siguen en buen estado y por los que no pasan los años son Niños del Brasil. Eran los más esperados de la noche (Antonio Estación, al bajo, era el causante de toda esta celebración). Con un Santi Rex pletórico hicieron un pequeño concierto con el que, a pesar de faltar algunos de sus clásicos, no defraudaron. Estrella fugaz, Las curvas del placer y Party Party sonaron como si fueran recién compuestas, con el bombo a pleno rendimiento. Clara Tellez volvió a salir al escenario para aportar su voz, con mejor sonido que en su primera intervención.
Para cerrar la fiesta no podían faltar Las Novias. No son muy prolíficos en directo y no tuvieron que esforzarse mucho para extasiar al público que llenó hasta su límite a la Oasis. Otro pequeño repertorio de grandes éxitos para deleite de sus numerosos e incondicionales fans.
La fiesta continuó hasta altas horas en el Candy Warhol y en El Poeta Eléctrico. Ahora, ya sólo cabe desear toda la suerte del mundo a la gente de la Estación del Silencio en su nueva aventura en México DF. Se la merecen.
Texto: Jaime Oriz / Fotos: Ángel Burbano