Ay, la primavera que la sangre altera, que enmudece las almas clamorosas y seduce a los corazones ingratos. La misma que hace bostezar al más despierto y estornudar al más fuerte. Ay, la primavera. La misma que trae de su brazo una programación cargada de grandes eventos y que hace que se eche más de menos la capacidad de ser omnipresente, omnipotente y multimillonario. Ay, la primavera.
El primer síntoma de la magia del polen flotando en el ambiente es que no hubiera un sold out en toda regla, una injusticia para un cartel como el que presentaba el lejano recinto, hortera por fuera y frío, muy frío por dentro. No obstante los asistentes disfrutaron de una velada mágica pese a que, quizás, el concierto hubiera pasado a la lista de shows míticos si el escenario hubiera sido el del Teatro Principal. Una lástima. Habrá más oportunidades, seguro.
Abrió la velada El Brindador, proyecto del francés Eric Cihigoyenetche y uno de los puntales de nuestras queridas Grabaciones en el Mar. Sobrio y cargado únicamente de su voz y de su guitarra subsanó algún problema de sonido con una espectacular interpretación. “Ya no se hacen canciones tan bellas”, señaló posteriormente Lourdes Hernández con cierta razón. El Brindador repasó temas de sus grabaciones como Forks & Knives y alguna novedad folkie en la que se intuía un profundo amor a la figura de Tim Buckley. Breve pero conciso en su tarea de introducir a uno de los grupos más internacionales del panorama indie español.
Y así, cambiando el rojo por el plateado saltó al ruedo el proyecto Russian Red, con Lourdes Hernández al frente, perfectamente escudada por Pablo Serrano y Brian Hunt. No se echó en falta nada sobre escena ya que los pequeños detalles que marcan Fuerteventura se solventaron con la espectacularidad del trío y la multitud de instrumentos del set (batería, bajo, guitarras, tambor indio, castañuelas, botella de anís…). Todo ello, unido a un sonido más que perfecto y a la siempre peculiar voz principal en un primer plano escalofriante, intenso y emocionante, hizo que el concierto rozara la matrícula de honor.
Y es que los temas de Fuerteventura ya funcionan por sí mismos: I hate you but I love you, The Sun The Trees, Everyday Everynight, January 14th, etc. Para los temas de su primer largo decidió optar por la transformación radical, el lavado de cara completo para dejar a un lado la rutina que supone el cantar una y otra vez Cigarretes o They don’t believe. En los bises y los re-bises varias sorpresas; la primera la revisión de Big Me de los Foo Fighters, un tema llevado totalmente a su terreno. La segunda, la obvia alusión al maestro Coen con la interpretación exquisita de So long, Marianne. Y las dos últimas, el regalo de A hat (no entraba en el set list pero la petición popular fue escuchada y aceptada por el grupo) y la electricidad despedida con Mi Canción 7 con la que cerraron su actuación.
Pocas veces se está tan a gusto en la butaca de un Palacio de Congresos en medio de la tempestad socioeconómica que estamos aguantando. Llámenle alejamiento de la realidad o lo que quieran pero estas noches de música y solo música son más que necesarias. Alicia nunca rompería su espejo, siempre regresaría a la madriguera del conejo y siempre lo haría pisando con maldad a Tim Burton y escuchando a Cat Power y a Nina Simone. Lourdes y yo lo sabemos pero tratamos de mantenerlo en secreto. Las malas lenguas tienen oídos en todos los lados.
Stabilito, D.
[email protected]
http://diegostabilito.blogspot.com