23:00, terminan los barceloneses The Last 3 Lines, un grupo con inspiraciones al sonido inglés actual, y los cinco miembros de Limnopolar montan su tenderete musical bajo la atenta mirada de Paco Lahiguera. Hace aproximadamente 2 años escuchaba “Lago 1” como jurado del concurso Muévete y dijé “ostras”; les hice su primera entrevista para el Heraldo de Aragón y pensé “ummmm”; vi su primera actuación, su debut en directo en las semifinales y exclamé «no puede ser”; ganaron el concurso y grité “Sí!!”.
Dos años después, aquellas buenas vibraciones dieron fruto con su primer disco “Limnopolar” que disfruté canción a canción, fascinado por su contenido, enganchado a su escucha. La última vez que los había visto en directo fue en el festival Periferias de Huesca donde el lugar y el sonido no podían ser mejores y me engancharon. Algunos meses después los he vuelto a ver y las sensaciones no pueden ser mejores. Todo volvía a acompañar: la sala, el entorno, el público, Paco endulzando el sonido desde los controles (les conoce y, aún mejor, sabe de música) y, por supuesto, ellos. En tiempos en los que el mercado musical está saturado, hay cientos de grupos y decenas de propuestas, cuesta separar el grano de la paja, uno escucha 25, 50 ó 100 canciones distintas y la mayor parte no te dicen nada, sólo una de cada tantas te hace agudizar el oído y eso es lo que pasa con Limnopolar.
Su propuesta no es fácil, no cumple los esquemas básicos del pop o el rock, no persigue a nadie y se desmarca de tendencias y eso es un punto, un gran punto, a su favor. Pero además sus canciones son buenas, son intensas, son dulces, son hipnóticas, son inteligentes. Me gustan los grupos que me desarman, que me hacen pensar y a los que me cuesta encontrar un paralelismo. Si a los pocos segundos un grupo te recuerda a otro mala señal, si pasados unos minutos te suenan a 20 distintos pero a nadie en concreto eso es bueno. Y luego está el directo, prueba de fuego que muchos no superan pero terreno en el que Limnopolar se desenvuelven con comodidad, sin poses ni artificios, seguros a pesar de apenas superar la quincena de actuaciones. El suyo es tan desgarrado y contundente como lo pueden ser Mogwai y tan sencillo y encantador como Deerhunter. Y entre esos dos polos, multitud de paralelos y meridianos. Los seis temas de su disco (cinco en realidad porque faltó mi favorita, “Rubicón”), su debut “Lago 1” y sus temas nuevos, llevados al directo, tienen fuerza y dulzura, calor y magia, elasticidad y ductilidad, enganchan y eso es algo de lo que muy pocos pueden presumir.
La valía de un grupo no está en su éxito sino en su talento y ahí Limnopolar tienen mucho que decir, con un poco de suerte y de esfuerzo pueden seguir la senda de grupos que han marcado un “algo” en la escena zaragozana (Héroes, Violadores del Verso, JLF, Niño Gusano, Bigott…), gente con valía y con talento. Lo dice alguien que lleva mucho tiempo viendo grupos ir y venir, subir y bajar, despegar y estrellarse, entusiasmarse y aburrirse. Y lo dice alguien no desde el amiguismo y el compadreo fácil sino más bien bajo el papel de un tutor lejano, aquel que los vio un día como jurado o, por qué no, el de un coach, una persona que con sus palabras os dice adelante, seguid así que vais por buen camino, no os durmáis ni dejéis que os coman la oreja porque con trabajo, con tesón, con talento y buenas ideas, todo llega. Ánimo Limnopolar.
Por Julio A. Cuenca