Intentaré, antes de encauzar el recorrido por la noche de autos, despojarme de cualquier sombra de feromona, pensamiento impuro o atracción sexual para intentar ser objetivo ante lo acontecido ayer en la cumpleañera (“y que cumpla muchos más”) Sala López. Y es que hace tiempo que sigo a esa rara avis que es Maika Makovski, llegué a ella por afinidad total con mi endiosado Jeff Buckley y en ella se quedó parte de mi cabeza. Makovski es la voz pero también es el envoltorio. Es la hermana pequeña de un rockero que de repente crece y se convierte en la polución nocturna de los amigos del susodicho.
Ayer, muy bien acompañada por su fiel banda, dio un auténtico recital eléctrico. Cualquier miedo que hubiera tras el destierro de la guitarra en favor del piano quedó olvidado con la primera tanda de canciones de su Thank you for the boots: Language, Your Reflection, When the Dust Clears y la bizarra Cool Cat. La contundencia de la base rítmica llevó a los presentes a agitar hasta la extenuación sus cuellos, la guitarra exquisita en sus arreglos y Maika Makovski siempre fiel a la dulzura de su timbre y a la compañía de cada tecla. Por supuesto se acordó de Edgar Allan Poe y de su disco-poemario Desaparecer (contentísimo tiene que estar Juan Echanove de compartir escena con la mallorquina, de hecho le noto más joven). El folk arrastrado de Body, la disco-grunge Nevermore o la caótica Only innocence is capable of pure evil fueron algunas de las que sonaron.
También hubo tiempo para las progresiones infinitas y sensuales con el recordatorio de Oh M Ah y de la especialmente orgásmica Lala Love. El cuerpo de la protagonista serpenteaba con su guitarra como si viviera en un bucle infinito de Long Snake Moan de la eterna comparada Polly Jean Harvey . Para los bises del corto concierto (apenas hora y cuarto) la banda dejó su huella en Number, Ruled by Mars y la intimista versión de Magnazi de su Song of Distance, Maika y su guitarra, su guitarra y Maika. Y claro, los de abajo satisfechos pero con ganas de más. No tengan dudas de que volverá, de que llenará estadios y corazones, de que desatará pasiones, enamoramientos y de que dejará oídos colocados, drogados y entusiasmados. Cuando se hacen las cosas bien nadie muestra su desacuerdo, si hubiera justicia divina y la democracia no fuera tan ruin ayer “la Makovski” hubiera sido elegida Reina de España por mayoría aplastante. El señor López y yo lo sabemos de buen grado.
Stabilito, D.
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