CRÓNICA: SKUNK D.F. Arena Rock, Zaragoza 18/01/2013. Por Alejandro Elías.

Uno de los rasgos diferenciales que separa al hombre del resto de las especies y logra distinguirlo es su capacidad de emoción. Esa emoción, como bien es sabido por todos, es difícil de conseguir, difícil de encontrar. Para alcanzarla, el hombre ha creado a lo largo de los siglos distintas formas de expresión a través de las cuales manifiesta su inquietud, su alegría, su miedo, su impaciencia y su ilusión. La música es, quizá, la mayor de estas formas de expresión, la más universal. Aun así, emocionarnos con una canción, con un sonido, con una letra… sigue resultando complejo. Hay muy pocos artistas, muy pocas bandas, que consiguen sacarnos a flor de piel ese sentimiento que duerme adentro nuestro; los seleccionamos a lo largo de los años, los interiorizamos, nos convertimos en devotos de su arte y dejamos que nos acompañen en nuestro día a día. Los discos y las canciones de los madrileños Skunk D.F. se han convertido, poco a poco, en una de esas bandas sonoras que adornan la vida de muchos aficionados al rock en español. Sin hacer demasiado ruido, disco tras disco, han sido capaces de conseguir un público fiel a lo largo de toda la geografía española y así lo demostraron en su visita a Zaragoza, donde se encontraron con un Arena Rock prácticamente lleno en el concierto de presentación de su último disco “Perseidas”. Tras más de 10 años de trayectoria, tuvieron su momento cuando el metal hizo “crash” en España y grupos como Hamlet o Sôber gozaron también de su máxima popularidad, a mediados de la década pasada. Skunk D.F. siguen en la brecha autoproduciendo sus discos y echando mano del incipiente crowdfunding, a través del cual han facturado su última colección de canciones. Unas canciones maravillosas, que tocaron en directo una tras otra empezando por el single “El fin de la diplomacia”, toda una declaración de intenciones. Con un sonido perfecto, donde cada matiz hacía su aparición en el momento preciso, la banda hizo gala de su potencia instrumental en un estilo en el que la “pegada” es uno de los rasgos más importantes en directo. La gente aguardaba el momento de escuchar los clásicos del grupo, las mejores canciones que contenían sus dos discos de cabecera: “El año del dragón” y, sobre todo, “Esencia”. Ese momento no se hizo esperar y la carismática voz de Germán González anunciaba “Musa”, instante en el cual el público rompió a cantar sin mesura. A partir de entonces, el concierto fue in crescendo y temas como “Lucha interior”, “Memoria fotográfica”, “Supernova”, “Mantis” o “En noches como esta” les metieron a la audiencia en el bolsillo. Aunque curiosamente fueron sus primeras canciones -las más antiguas en el tiempo- como “Carpe Diem” las que desataron definitivamente a los fieles zaragozanos. Toda una celebración con la gente cantando cada una de las frases gloriosas con las que la banda madrileña adorna sus canciones, hasta que la cosa explotó con el primer bis “La vida es ahora” -canción que abre su nuevo disco- y sobre todo con “Decreto ley”, quizá su composición más popular, con la que cerraron una vibrante actuación de casi dos horas.

 

Texto: Alejandro Elías

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