Mientras Madrid se agitaba con La Movida, Zaragoza (al igual que gran parte de la geografía española) vivía la plena efervescencia de muchos de sus músicos, incipientes o veteranos. Gazza fue otro grupo de tantos de la época que arrancó con grandes ilusiones a mediados y finales de los años 80. Formados en 1987, los hermanos Gacías se darían a conocer en mayor medida dentro del Medio Kilo de Rock del 88. Después vinieron los éxitos, la maqueta titulada “Bajar la guardia”, el concierto de la sala En Bruto y la noticia de un LP que jamás se grabó. Alberto (voz y guitarra), Ángela (voz y percusión), Cuco (guitarra), Carlos (teclado), Pedro (bajo) y Ramón (batería) fueron el inicio de un sueño que otros continuarían. ¿Qué ha sido de ellos? Carlos H. Vázquez investiga y sigue la pista de los hermanos que compusieron Gazza… hasta el día de hoy.
“El mayor de los 15 hermanos empezó a meter el gusanillo uno a uno enseñándoles a tocar la guitarra y… Bueno, todos los hermanos teníamos ese gusanillo, y todos desde pequeños aprendimos a tocar algún instrumento”.
Y si no me equivoco, el gen musical de los Gacías ya venía de tiempo atrás. Vaya, que había ganas de hacer música.
“Sí, era cuestión de tiempo que empezáramos a tocar juntos”.
Siendo 6 en la banda, pero 15 de familia, repartirse el rol dentro de la banda tuvo que ser cuanto menos complicado. ¿Cómo fue ese reparto?
“Hubo dos formaciones, antes y después del Medio Kilo de Rock. En la primera, cinco componentes, y Ángela como voz principal. En la segunda, Ángela pasó a encargarse de los coros, Alberto asumió la voz principal y segunda guitarra, y se incorporó Carlos en los teclados”.
¿El hecho de ser hermanos ayudaba o era más bien un problema?
“Ayudaba, entre otras cosas porque teníamos las mismas influencias musicales”.
¿Cómo surge, entonces, Gazza como banda más numerosa?
“A raíz de presentarnos al Medio Kilo de Rock quisimos darle más fuerza a la voz y conseguir unas guitarras más envolventes. Además, la incorporación de los teclados ayudaba a crear otras atmósferas. Para nosotros las letras eran también importantes, y nos gustaría reconocer aquí a Patricia Franco, que compuso la mayoría de ellas”.
¿Qué pretensiones artísticas había con Gazza? ¿Se trataba de hacer música por mera diversión?
“Al principio sí, después vimos alguna posibilidad en el panorama de la época y decidimos invertir más energía. Y Alberto dedicaba lo que ganaba a comprar equipo para la banda, cosa que le tenemos que agradecer especialmente”.
¿Y el nombre? Se dijo en una entrevista con Matías Uribe que era porque el apellido Gacías provenía de la ciudad de Gazza.
“A Ángela le contaron esa leyenda del origen de nuestro apellido, porque a la gente que salió de Gaza y llegó a Mallorca los llamaban ‘Gacías’ y nos gustó el nombre para la banda”.
Vuestra música exigía una voz más fuerte. ¿Cuán importante era para vosotros esa entereza vocal?
“La fuerza que queríamos transmitir tenía más sentido con una voz principal masculina, arropada por unos coros más dulces”.
Eso ya se vio en la primera maqueta, pero no sé qué os parece con el paso del tiempo…
“Como primera maqueta era ilusionante, aunque el sonido no se parecía al que ofrecía la banda en directo”.
De hecho, Ramón y Alberto tocaron con Niños del Brasil, pero no continuaron con la banda de Santi Rex puesto que Gazza estaba más enfocada, de alguna manera. Curiosamente, Niños acabó siendo más reconocida con el paso del tiempo. ¿Con qué perspectiva se puede ver este hecho?
“Después del concierto en En Bruto, los Niños se fijaron en Alberto y Ramón, y los ofrecieron tocar con ellos. Era natural que colaborásemos unos con otros, no había rivalidades, aunque no teníamos el mismo público, o precisamente por eso. Ellos consiguieron grabar un disco, cosa que Gazza no llegó a hacer, así que es lógico que se les recuerde más”.
Después de unos reajustes, y con la entrada de Carlos a los teclados, Gazza graba su primera maqueta en 1989, en los estudios Quarzo de Madrid. ¿Fue complicado realizarla? ¿Qué recuerdo hay de esa grabación?
“Esa grabación la produjo Paco García, entonces batería de Martirio y otros. Consiguió un sonido más cercano al que queríamos transmitir, sobre todo respecto a la primera maqueta, aunque tampoco en esa grabación nos identificamos del todo con el sonido. Eso sí, nos sirvió para movernos por discográficas, a modo de presentación. También las radios la programaron con asiduidad, y consiguió muy buenas críticas tanto en la prensa local como nacional. Como anécdota, al ser músicos autodidactas, teníamos nociones muy básicas de armonía. Paco, músico de conservatorio, se sorprendía muchas veces de que ciertos arreglos funcionasen, porque no tenían nada que ver con lo que a él le habían enseñado”.
Lo cierto es que Zaragoza no contaba con ningún local decente de grabación hasta que tiempo después se inauguró el del Centro Cívico Delicias. ¿Puede ser que esa falta de medios diera al traste con muchos grupos con talento de la zona? Recordemos que grabar en Zaragoza estaba complicado y no todo el mundo podía salir para grabar una maqueta con buen sonido.
“A finales de los 80 empezó a desarrollarse una importante escena musical en Zaragoza, y es cierto que costó que la ciudad se adaptase a esa explosión creativa. Faltaban salas, estudios… pero talento sobraba. Madrid se hizo eco de ese boom, y muchas bandas locales ficharon en esa época”.
Por otro lado, os tuvisteis que ir a Tabuenca, a 80 kilómetros de Zaragoza para encontrar un local de ensayo. ¿Tan difícil estaba ese tema también en Zaragoza?
“Allí nos dejaron un granero en el que no molestábamos a nadie, en Zaragoza era más difícil encontrar algo así. Allí almacenaban las almendras, que nos alimentaron durante esa época”.
‘El límite’, ‘Bajar la guardia’, ‘Al encuentro’ y ‘Llévame’ fueron los cuatro temas que compusieron ‘Bajar la guardia’. ¿Por qué se seleccionaron estas cuatro canciones únicamente?
“Porque no había presupuesto para más, y eran las más trabajadas en ese momento”.
Pero había otras muchas más como ‘Danzas zíngaras’, ‘Magia blanca’, ‘Entre los trópicos’, ‘Río plata’, ‘Parsifal’, ‘África’, ‘Me cuesta creer’ y ‘Tiembla’ que se quedaron fuera de aquella maqueta pero que se presentaron aquél 9 de Marzo del 1990 en la sala En Bruto. Era vuestra puesta de largo y la gente ya sabía que había discográficas interesadas en vosotros. ¿Fue ese concierto un punto de inflexión?
“Era nuestra gran presentación en Zaragoza, a la que asistió también alguna discográfica. Es emocionante saber que llenamos la sala y todavía se quedó gente fuera. De alguna manera, ese concierto también nos impulsó creativamente, porque sabíamos que era la oportunidad de demostrar lo que valíamos”.
¿Existen grabaciones de esas otras canciones aunque fuera de manera casera?
“Sí, teníamos grabaciones de trabajo, incluso algún vídeo, pero ahora mismo estarán debajo de los programas de Nochevieja de Martes y Trece. Sí existe un concierto de Gazza que grabó Televisión Española en Aragón que algún fan colgó en YouTube”.
El sonido cambió muchísimo en los directos hacia un conglomerado más potente. ¿Significaba eso que no estabais conformes con el resultado final de la maqueta?
“Sí, realmente es frustrante no haber conseguido que la maqueta reflejase nuestro sonido”.
Esa maqueta dio fruto a que dos discográficas (Nola! y Aspa) se fijaran en Gazza. ¿La meta era grabar un solo LP? Muchas bandas se conformaban con eso por entonces…
“La meta no era grabar un LP, era desarrollar una carrera en el tiempo”.
Los medios se volcaron con vosotros (pasaremos por alto el gazapo de “hermanos García”) e incluso se realizó un reportaje dentro de “Babilonia”, en TVE. Realmente se logró una promoción muy buena, pero… ¿ese apoyo y gran reconocimiento no os daba un poco de miedo al poder pensar que podía torcerse el asunto?
“En absoluto, que la gente creyera en nosotros nos motivaba aún más. Es cierto que la prensa se entregó. “Babilonia” lo conducía Javier Losilla, pero además, en la radio estaban muy involucrados Miguel Mena o Pedro Elías, Cachi, Sandro D’Angeli, y otros. En la prensa Gonzalo de la Figuera también nos apoyó mucho, al igual que Matías Uribe. Seguro que nos dejamos a muchos, pero gracias a todos”.
Pero todo quedó en nada después de mucha expectación y del titular ‘un futuro más que prometedor’. Nola! Desapareció como sello y con ello, vuestro LP. ¿Qué sabor de boca os dejó ese hecho?
“La vida es así. Fue un mazazo y una desilusión, aunque no nos arrepentimos de nada”.
¿Cómo de adelantado estaba el disco? ¿Estaba ya en fase de pre-producción, tenía título, portada…?
“No, había un preacuerdo pero nada definido todavía”.
¿Pensáis que la historia, el desatino de las disqueras (y el destino) fue injusto con Gazza?
“No, como decíamos antes, la vida es así. A veces las cosas salen y otras no. Y esta no salió”.
Y finalmente, ¿qué sucedió después de la disolución de Gazza? ¿El grupo desapareció por no haber conseguido el LP o porque ya notabais que no era vuestro tiempo?
“Una mezcla de ambas. Habíamos puesto mucho empeño, pero cuando no salió, nos dedicamos a otras cosas con la misma pasión. Unas relacionadas con la música y otras no tanto”.
Agradecimientos especiales a la familia Gacías por toda su colaboración.
Por Carlos H. Vázquez