De vez en cuando viene bien hacer un “remember” de lo que fuimos y, sobre todo, de lo que nos hizo ser como somos en este presente tan lleno de hastío y vomitonas. M-Clan supusieron un cambio en el rock hispano, aquellos melenudos se habían emborrachado en el Sur americano y habían traído su resaca a España con tan buen resultado que a día de hoy Un buen momento y Coliseum sigue siendo los discos cabecera de muchos de los llamados rockeros de toda la vida. De aquellos murciélagos solamente Ruíperez y Tarque han sobrevivido al paso de los años, de las Carolinas y de las radios. Unos porque decidieron continuar con la senda marcada, otros porque desaparecieron antes de tiempo.
Ayer volvían a Zaragoza después de haber sido un segundo plato (ojiplático me quedé) en los pasados Pilares. La Oasis se antoja como uno de los escenarios preferidos de los murcianos y muestra de ello fue el show que prepararon para la impaciente masa social que llenaba el recinto. “Estamos como en casa” anunció Tarque, y razón tenía, pues el frontman se movió por la escena como el niño consentido de una familia bien. Hago lo que quiero con mi pelo, ahora coqueteó por aquí, ahora pandereta por allá. Como un Elvis salvaje, señalando, besando, fornicando con el escenario y en alguna ocasión hasta cantando. Esta vez el rock and roll venció a la técnica y la audiencia agradecida a más no poder.
Los temas de Arenas Movedizas (Rock and roll del siglo XXI, Escucha mi voz, Para decirte adiós…) funcionaron de tal manera que nadie echó de menos a los grandes clásicos que, por cierto, también cayeron (Maggie despierta, Llamando a la Tierra, Perdido en la ciudad, Pasos de equilibrista…). El show avanzó con el buen hacer de la banda y con un Tarque que, como ya hemos señalado, juega en otra liga y hace lo que le apetece en cada momento llegando a una conexión completa con el respetable. Ritual sonó psicodélica, Noche de aullidos, zeppeliana, y Calle sin luz ,stoniana a más no poder. Con Quédate a dormir y la Sala Oasis temblando pusieron punto y aparte en esta ciudad.
Seguramente las calles arderían tras su avenida y nosotros gozosos y felices de saber que el rock and roll vive en todos los niveles. Desde la parejita que no sabían quiénes eran The Who hasta el melenudo que movía los brazos de un lado a otro como si de un concierto de las Spice Girls se tratara pasando por la muchacha que en primera fila absorbía la magia del chileno descarado. M-Clan siguen teniendo el mojo mientras los años van marchitándonos poco a poco y perdemos el rumbo de nuestros sueños en busca de faldas imaginarias.
Texto y Fotos: Stabilito, D.
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