Violadores del Verso. Foto: Jaime Oriz

CRÓNICA: DÉCIMO ANIVERSARIO DE ARAGÓN MUSICAL. 13/10/14. Por Jaime Oriz

Fernando Frisa, de Los Cármenes. Foto: Jaime Oriz
Fernando Frisa, de Los Cármenes. Foto: Jaime Oriz

Quería alejarme un poco, dejar pasar un par de días, para valorar de una manera más objetiva esa merecida celebración en la plaza del Pilar del décimo aniversario de la web de Aragón Musical. Así también me podía empapar de las sensaciones generadas: alegría, risas, admiración y mucho «love».  Pero también ha levantado indignación, enfado, hartazgo y mucho «hate». Es lo que tiene celebrar un cumpleaños en el antiguo patio de recreo de Juan Alberto Belloch, coincidiendo con el final de las fiestas de la ciudad: no vas a dejar indiferente a nadie.

Según cálculos del Ayuntamiento unas 30.000 personas se acercaron en algún momento por la plaza del Pilar para presenciar las 12 actuaciones que hubo. Aunque me resultan unas cifras demasiado altas (aunque también se cifró en 100.000 la actuación de Malú…), es indudable que la propuesta atrajo a un gran número de seguidores de la música aragonesa, de la música en general, a muchos curiosos y a gente que quería despedir las fiestas en tan emblemático lugar. El éxito es incontestable, a pesar de que el único grupo masivo capaz de llenar recintos fueron Violadores del Verso. Y que algo de estas características haya salido adelante en una ciudad tan conservadora en actos culturales como Zaragoza, no cabe más que regocijarse.

La organización del evento fue excelente. Los grupos, a pesar de que no todos pudieron hacer una prueba de sonido en condiciones, gozaron de unas condiciones óptimas para sus actuaciones. Y las bandas, respondieron, a un nivel bastante alto. Fue destacable el gran compromiso que mostraron cada una de ellas, dándolo todo, aunque sólo fuera para una canción. Por si en la plaza aún quedaba algún incrédulo: en Aragón existe música muy variada y con calidad.

«Conciertos imposibles (o casi)» se llamó a la celebración, en referencia a la reunión de varias bandas ya separadas y por las colaboraciones entre miembros de varios grupos. Una buena idea, pero de la que quizá no se sacó todo el jugo podría haber dado. Se echó en falta algo más de riesgo, que la colaboración no se hubiera quedado en un mero dueto a voces. Sólo Manolo Kabezabolo arriesgó y llevó su punk a terrenos mexicanos con A Codiera Coixa.

Manolo Kabezabolo y Codiera Coixa. Foto: Jaime Oriz
Manolo Kabezabolo y Codiera Coixa. Foto: Jaime Oriz

Sería muy interesante que si al año que viene se realizase algo similar se apostase más por este formato. Y ya puestos a pedir, la presencia de bandas más jóvenes, que es la mayor pega que pondría yo a esta celebración. Vale, tenemos a Las Novias, ¿por qué no los juntamos con otro grupo oscuro, como Pol Pot? ¿Arriesgado? Sí, ahí está la gracia.

Que cada uno de los participantes sólo tocase una canción corría el grave peligro de que cortase el ritmo de la celebración y que se convirtiera todo en algo tedioso. Todo esto lo solucionaron, y de manera más que solvente, los Starskytch Pinchadiscos, que ejercieron de presentadores y como hilo conductor del espectáculo. Las intervenciones de Carlos y Mariano fueron frescas y divertidas y su elección resultó todo un acierto.

Inauguraron la celebración los oscenses The Bards, que ofrecieron lo que nos tienen acostumbrados: un derroche de rock garajero sin complejos. Lástima que su colaboración con Pecker que estaba programada no pudo llevarse a cabo por culpa de una faringitis. Mejor suerte corrieron Nubosidad Variable con Clara Téllez. «Orbita» sonó como debe ser: épica y llena de emoción y más con los guiños a El Niño Gusano que tuvo. Un himno olvidado de la escena rock de Zaragoza. Manolo Kabezabolo y Los Ke no dan Pie kon Bolo unieron fuerzas con A Codiera Coixa y el resultado fue uno de los más inesperado de la noche, una mezcla de punk y narcocorrido llamado precisamente «Nar-coko-rrido». El punk sigue siendo cuestión de actitud.

Otra de las reuniones más sonadas fue la de Los Modos con su batería original, Pedro Andreu. 30 años han pasado desde la última vez, pero no lo pareció. Sonaron compactos, robustos, como si no hubiera pasado ni un día sin ensayar. Ojalá no se quede en anécdota. A continuación fue el turno de la nueva banda de Andreu, L4 Red. Mucho más compenetrados que la última vez que les vi, hicieron gala de un rock musculoso muy deudor del sonido de los primeros 90.

Y parece mentira pero ya hace casi 8 años que Los Cármenes dieron su último concierto juntos. Fue toda una sorpresa ver a un Fernando Frisa en plenas facultades vocales y lleno de energía mientras El Niño aportaba su arte a la guitarra española. Su interpretación de «Piel morena» junto con Antílope fue uno de los momentos más nostálgicos del aniversario. Pero si alguien le puede quitar ese título es El Polaco, otro que regresa. Bueno, Eduardo Zubiaur realmente nunca se fue, pero es una alegría que haya retomado este proyecto. La manera en la que entonó «Luna» fue de las que quitan el habla. Puro sentimiento. La banda que le acompañó estuvo a la altura de las circunstancias, por supuesto.

El Polaco. Foto: Jaime Oriz
El Polaco. Foto: Jaime Oriz

Si alguien tuvo algo que ver en la estupenda respuesta de público, esos fueron Violadores del Verso, auténticas estrellas de la noche, como era de esperar. Su capacidad de conectar con su gente no es casual, son los primeros siempre en apoyar cualquier iniciativa pequeña de la ciudad. Son sinceros y comprometidos, y eso se siente. Y tampoco salieron al escenario por cumplir, ni mucho menos. Además, dispusieron de algo más de tiempo que el resto de las bandas para contestar a su audiencia. Llevaban mucho tiempo sin juntarse todos en un escenario, pero sus rimas (sobre todo cuando coge el protagonismo Kase O) suenan tan necesarias como siempre.

Las Novias presentaron en primicia su nueva canción, «León enjaulado», con la que se resisten a caer en el olvido. Llevan mucho tiempo pero en directo siguen siendo infalibles. Quizá a las nuevas generaciones le cueste conectar con ellos, pero a sus viejos seguidores no les defraudan. Aún así, ninguna pega a su rock oscuro con reminiscencias ochenteras. De una década más tarde son La Nube, que para alegría de los fans de esos tiempos, han regresado a la escena musical. Están preparando material nuevo y ya hicieron un adelanto acompañados de Nosequé y Los Catalíticos y los coros de Kokeshi. Benditas guitarrras noventeras…

Para la recta final se dejó la actuación de María José Hernández, que quizá no encontró el mejor momento para afrontarse al público de la plaza del Pilar con su guitarra, acompañada al piano por el teclista de El Polaco. Poner el broche les tocó a Esparatrapo. Primero versionaron «Mediterráneo» y luego cerraron con «Somos» de Labordeta, como ya se sabía. Lamentablemente, con ninguno de los dos temas lograron conectar con el público, que se mostró un tanto frío. Debemos ser realistas, los zaragozanos aman esa canción pero no conocen la letra completa. Estará pasado de moda el karaoke y sólo le hace gracia a Nacho Vigalondo, pero que saliera la letra reflejada en las pantallas traseras sería un gran acierto.

De todas formas, la sensación general fue más que satisfactoria. Ojalá al año que viene se repita la experiencia. Y si no es por medio de la organización de este portal, que se siga igualmente apostando por un fin de fiestas con banda sonora de la tierra. A falta de apoyo a las salas, no es mal comienzo.

Texto y fotos: Jaime Oriz

Las Novias. Foto: Jaime Oriz
Las Novias. Foto: Jaime Oriz
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