Les voy a contar un secreto, el día en que conocimos una canción de MPOLE estábamos borrachos, muy borrachos. La típica celebración grupal llena de buen vino y, quizás, algo de pacharán. El caso es que estuvimos escuchando el Transformer de Lou Reed, un día antes de que éste nos dejara (terrible coincidencia, pero ese día A perfect day nos sonó mejor que nunca). Juan Gracia, tan psicodélico como buena gente, dijo haber estado escuchando grupos nuevos del defenestrado Popyrock y afirmó con solvencia que solamente un grupo se la había puesto dura, así, tal cual. La canción se titulaba Qué poco saben de mí, el grupo MPOLE. Una especie de homenaje a Vetusta Morla y a grupos del nuevo indie, más masivo que nunca.
Es curioso cómo van variando las modas en la música, hace años todos nos desgañitábamos intentando emular las posturitas de Bunbury y ahora el asunto queda mucho más introspectivo. MPOLE siguen la ruta que abrieron los madrileños en 2008 y que luego continuaron grupos como Supersubmarina, IZAL y un largo etcétera. El vacío que dejó la marcha de Los Piratas era inmenso pero se podía maquillar de alguna manera.
Y en este 2015 la joven banda se junta con Rafa Domínguez para parir dos canciones, centradas en la melodía vocal pero que no cesa en su empeño por los guiños de los grupos anteriormente citado. Pop exclusivo, fresco y de buena y rápida digestión. El ritmo militar de Simulacro se quiebra en discurso que instauró Muse, la teoría de la conspiración o la gran mentira consabida. La voz de Víctor Baquedano suena reconocible y acierta en los versos arrastrados.
El otro 50% del EP, Parcialmente nublado, ejerce de nexo con las canciones de sábanas blancas hendidas, el complemento perfecto a la Muerte en Venecia que proponían los Tierra Vertical el curso pasado. MPOLE son una propuesta con origen pero sin final, con cosas más interesantes que otras que pierden peso por obvias. Van paso a paso y con seguridad. Otra alegría más para la parroquia local.
Stabilito, D.
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