Zaragoza, sin casi darnos cuenta, sigue siendo una de las ciudades más interesantes en cuanto a la cultura se refiere. Fuera del baturrismo y del yo la tengo más grande, se están haciendo cosas bien y hay que aplaudirlo. Es cierto que se acusa la falta de figuras de primer corte internacional pero ¿quién las necesita teniendo conciertos como el de ayer? No fue un caso fácil para que la nueva propuesta de Álex Hyde abriera el paso. La calidez de sus letras y el efecto acústico de su nueva etapa hubieran sido mejor acogidos en otro evento, la gente estaba ansiosa de la electricidad que ofrecen los de Aranjuez y quizás canciones magnéticas pero sencillas como Libre de ruidos se perdieron en el ambiente. No obstante, mi compañero de generación supo salir al paso y sigue mostrándose como alguien necesario dentro de un panorama que a veces olvida que la canción está por encima del género.
Lo de Rufus T. Firefly es caso aparte, era su cuarta vez en Zaragoza y tras tres sonados triunfos (acumulando cada vez más y más acérrimos en la ciudad) solamente un resultado era posible: la victoria. El ruido, la furia, la electricidad, la actitud y el sonido que ofrecen contienen lo mejor de los benditos 90 y lo aderezan con todo lo que nos enamoró de grupos como Radiohead o Sigur Ros. El mensaje no se pierde dentro del mundanal sónico que ofrece su directo. El repaso de su último trabajo, Nueve, fue completo esta vez y no se dejaron en el tintero esa joya oculta que es Demerol y piedras. Por supuesto sonaron El increíble hombre menguante, Un mundo sin abejas, Lie E8, Metrópolis (con guiño a Standstill y a la fraternidad de todos los que les echaremos mucho de menos) o el trallazo Pompeya. Tampoco se olvidaron de sus ya grandes clásicos: El séptimo contiente, (escribe aquí el nombre de la persona a la que más quieras), Incendio suicida o Test de Voight-Kampff. La audiencia que abarrotó la mejor sala de la ciudad (me sigue sorprendiendo la calidad de sonido que ofrece La Ley Seca) totalmente acalorada y dejada a las palabras de Víctor Cabezuelo, cedió cualquier resistencia al movimiento con El problemático Winston Smith. Rufus T. Firefly son mucho más que dos mujeres y tres hombres haciendo música exquisita. Necesitan plazas más grandes y están rompiendo las puertas con la violencia de un espíritu adolescente. Construyamos casas de paja y soplemos junto a ellos, nos irá igual de mal pero disfrutaremos al menos.
Texto y fotos, Stabilito, D.
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