Sin mucho ruido y con la confianza del que sabe lo que está haciendo descubrimos en nuestro disco duro el primer larga duración de Guillermo Esteban, de título Despacio, como el tiempo que se ha tomado en alumbrarlo. Y es que el zaragozano es de los que prefieren la perfección de un producto acabado sin prisas, como el vino reposado o las visitas que se van en el momento preciso. Esta obra, sin pretensiones, se nos presenta como el trabajo de alguien que ya lleva más de diez años (pese a su insultante juventud) pateando las salas con sus distintas formaciones y proyectos.
Despacio es un disco marcado por la profunda personalidad de un guitarrista que se atreve con las voces (aunque ya hubo adelantos con The Sundance Kid) y cuyas composiciones están marcadas por la música americana de base (la costa oeste sigue viva) con la fuerte presencia de Springsteen, Dylan y compañía (nombraría a Neil Young, pero este es canadiense, ups). La instrumentalización hecha por el propio Esteban con ayuda de The Patinettes es una auténtica delicia, teclados, acústicas, bases y siempre el hueco guardado para los solos marca de la casa.
Quiero pensar que no sólo Guillermo Esteban ha nutrido a sus diferentes proyectos (Sultans, The Fire Tornados, The Sundance Kid, The Pattinetes, Stabilito…) sino que él también ha sido marcado a fuego lento por su paso por el cancionero zaragozano. Canciones como Chak-Chak, Que no se me escape, Libre es solo o la magnífica Impecable caminan por sí mismas con un cuidado paternal hacia su lírica. Y eso, para alguien que tiene cuerdas como extensiones de sus manos, es de agradecer; Esteban no se pierde en el discurso fácil del rock and roll y propone unos textos maduros que invitan a la reflexión y a la melancolía y que se degustan mejor en la soledad del hogar que en la pista de baile. El pequeño genio ya anda solo y no le hacen falta adornos ni bombos, ni luchas de dragones y espadas. Tan sólo una vieja guitarra y la actitud guerrera del salmón.
Stabilito, D.
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