Los mitos están para adorarlos, para creer en ellos y darles el mérito una y otra vez por salvar nuestras vidas en las noches más oscuras. De todos es sabido que Sergio Gisbert tiene su mito en la figura de Bruce Springsteen y su magnífica E Street Band. En este caso el mito marca el camino a seguir, el reflejo del espejo en el que proyectar los sueños más húmedos. En este álbum se respira tabaco americano por los cuatro costados, una influencia que en estas tierras de desierto y cabezonería ha tocado a más de uno, ¿verdad Mauricio?
Un disco que se comenzó a fraguar en 2009 y que ha ido cabalgando entre Cataluña y Aragón con el correspondiente “tiro porque me toca”, el resultado: un disco de caminante que hace camino al tocar. Temas en castellano y en inglés de voz rota, garganta negra e instrumentos como la Steel guitar, el guitarlele, el banjo, la harmónica o la mandolina que pintan el cuadro al más puro estilo tejano. Gisbert triunfa cuando, curiosamente, cambia el idioma y deja fluir el inglés protegido por los brujos de New Orleans, East Coast Road, A place to be o Leave Me Alone son dos claros ejemplos aunque cortes como Otro hogar estabilizan la opción alterna. La lírica también gana cuando se habla del demonio de la libertad o de besar durante toda la noche, cosas de Shakespeare y de la tradición lírica española supongo (o del mal encarnado en la persona de Carlos Goñi).
Salvaje Jack & The Wagon Train se convierte en la seña identidad de un Sergio Gisbert que emociona cuando encuentra su lugar ya sea en Missouri o en Matapedera. Un disco americano hecho en España como las hamburguesas del Nevada o las grabaciones de Rocky Kan. Porque siempre es buen tiempo para creer en el poder de la música aunque el rey haya abandonado su trono terrenal.
Stabilito, D.
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