Loquillo cuenta desde hace unos años con management aragonés, no es de extrañar, pues es una tierra que siempre ha estado íntimamente ligada al artista. Este hecho hace que su base de operaciones y ensayos sea el Centro Musical Las Armas, sito en el corazón de Zaragoza. Allí ensayan y preparan las giras y los discos y allí ofrecen, desde hace algunos años, el primer concierto –o ensayo con público- de sus giras. Así fue el pasado sábado, con un llenazo total y un ambiente inmejorable para ver a la estrella de rock española más reconocible. Loquillo saltó al escenario acompañado de su banda, un combo de músicos difícilmente superable. Comenzó la actuación con su nuevo single “Salud y rock n’ roll”, toda una declaración de intenciones, para continuar con varias canciones más de lo que será su inminente nuevo disco Viento del Este. Como suele ser habitual en sus conciertos no faltaron desde los primeros momentos sus grandes éxitos, aunque esta vez con más reminiscencia rockabilly que en anteriores visitas. Así sonaron canciones de sus más recientes entregas, como “Piratas”, “Tatuados” o “Eres un rocker”, en los que Mario Cobo brilló con luz propia a la guitarra y el pedal steel. Con “El rompeolas” y sobre todo “La mataré” se metió definitivamente al numeroso público en el bolsillo, a la vez que su banda se iba engrasando hasta conseguir el punto perfecto de compenetración entre los seis músicos que la forman. Siguió El Loco mostrando uno a uno sus grandes éxitos de los 80 y 90, sorprendiendo muy gratamente con canciones como “Hawai” o “Quiero un camión”, dejando patente su querencia rocker de esta última etapa. Con ambos guitarristas –Igor Paskual y Josu García- sacando chispas de su instrumento y Alfonso Alcalá recorriendo el escenario de lado a lado con su bajo colgando, la banda encontró a mitad de concierto el lugar común donde toda banda de rock quiere llegar: el punto perfecto entre una impecable ejecución y una interpretación con sentimiento. Para el final, y como no podía ser de otra manera, Loquillo sacó sus habituales ases de la manga: “Rock n’ roll star”, “El ritmo del garage” y “Cadillac solitario”. Sonriente durante todo el concierto, comprometido con su público, agradecido siempre y tremendamente cómplice con sus músicos, J.M. Sanz hizo lo que mejor sabe: meterse a la gente en el bolsillo a base de buenas canciones, una interpretación basada en el compromiso y una sonrisa por bandera. Feo, fuerte y formal.
Texto y foto: Alejandro Elías