El 10 de Enero (11 en España) del 2016 el rock and roll murió definitivamente. Abandonó la Tierra con destino Marte, seguramente, el artista más influyente del siglo XX (y parte del XXI). Un alma capaz de rivalizar con Mozart, Beethoven o con el mismo Jesucristo. Aquel día varias generaciones quedaron huérfanas y se sumergieron en una espiral de canciones, de versos, de vinilos rayados. Aquel día se lloró al unísono la marcha del último héroe. Meses después la pasión se ha calmado aunque el dolor y el amor permanezcan intactos. Una de las figuras necesarias de la ciudad, Chema Fernández, reclutó a varios músicos para honrar la figura de David Bowie. Un acto de cariño al que la tropa se sumó sin ningún pero o duda. La noche de ayer en el Salón de Actos de la CAI Luzán fue única e irrepetible, y encima solidaria, intentando conseguir un mundo mejor de una maldita vez.
Abrió la velada el propio Chema Fernández, dejando de un lado la trastienda para ser protagonista por una vez. Y Chema nos sorprendió a propios y extraños con un maravilloso Quicksand (canción fetiche del susodicho) y con un Ziggy Stardust “folkitizado”. El nombre propio de Antípodas inició la senda de respeto y melancolía que inundó el Paseo de la Independencia durante dos horas. Alejandro Castro, sumergido en pleno crowfunding de Crisálida, nos llevó a terrenos orbitales con Space Oddity, el primer gran éxito de Bowie en pleno 1969. La voz rasgada y rockera de Castro llenó también de sentimiento la interpretación de Valentine’s Day.
Turno para El Hombre Lento en formación dúo. Y acierto pleno. Primero porque Andy Warhol es un must dentro de la discografía del británico, esas guitarras acústicas tan harmónicas como imposibles sonaron deliciosas. Y segundo porque versionar I’m afraid of americans y hacerlo con tanto gusto se me antoja difícil, casi imposible. El gran Gonzalo Alonso volvió a escena con un Let’s Dance a piano de cola, pausado, casi marchito y tan azul como el blues más triste. Nunca una invitación a bailar sonó a llanto desesperado. Después, Diego Stabilito volvió a recordar la faceta más frenética y psicodélica de Ziggy con su Moonage Daydream y con la llamada de alerta que es 5 years y que a día de hoy todavía retumba en los oídos.
Óscar de In Materia tiñó de calidez tanto Modern Love como Lady Stardust. Voz sincera y llena de matices para dos espectaculares interpretaciones. Alex Hyde acompañado del pianista Diego Hervalejo se vistió de crooner para Life on Mars? Y para un escalofriante Ashes to Ashes dedicado a su abuelo. Luis Cebrián recordó el tema escogido por el Duque Blanco para despedirse, Lazarus, y que además coincide con el nuevo proyecto artístico del genio maño. Lleno de melancolía contrastó con Seven, un tema de corte más alegre y que copa esa maravilla desconocida que es Hours. Para finalizar Yago de Voyeur se transformó en un Springsteen maño y bautizó un Rebel Rebel como si estuviera en Nebraska. Un totum Revolutum invadió el escenario de CAI Luzán para finalizar la fiesta con Heroes, el himno, la canción de amor por excelencia. Un domingo de resurrección, de cariño y de música. Porque esta vida es mejor o peor dependiendo de la melodía que cubra tu cabeza. Ayer fuimos héroes y, por ende, felices. Amen (sí, sin tilde).
Texto, Vicente Maurés. Fotos, Juan de Padura