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Immaculate Fools son una de esas bandas imprescindibles de los 80 en el Reino Unido. Su sonido inconfundible y sus canciones están ligadas de por vida a esta prolífica década que tantos grupos dio a la cultura musical popular mundial. Una banda quizá no tan conocida como otras ni tan exitosa, pero sí muy recordada en España, país con el que siempre tuvieron una estrecha relación. Por ello siempre son noticia sus conciertos, y más si recalan en ciudades “menores” como Zaragoza. El pasado miércoles, Kevin Weatherill y los suyos vinieron a ofrecer un maravilloso show y a hacer palpitar a toda una generación de melómanos dispuestos a recordar el buen puñado de estupendas canciones que dejaron los británicos. “Immaculate fools” es sin duda una de ellas, ejecutada al principio del concierto para levantar el ánimo de los presentes y captar su atención desde el comienzo. Sin duda lo consiguieron, pues el numeroso público se calentó de inmediato para seguir disfrutando con un repertorio casi invencible. Weatherill –único miembro original de la banda- ejerció de maestro de ceremonias y se entregó al 100% durante toda la noche, tanto cantando como tocando la guitarra; rondando los 60 años, este músico menudo y delgado no escatima ni un ápice de entrega encima de las tablas. Continuaron con temas por todos recordados –y cantados- como “Dumb poet”, o “Sad” y “Prince” de ese estupendo disco de 1990 llamado “Another man’s world” y también con canciones más recientes que dejaron entrever el nivel óptimo de engranaje que posee la banda en la actualidad. Los músicos están a un nivel altísimo de interpretación y la complicidad con el alma mater no puede ser mejor. Kevin disfruta a cada segundo, incluso interactuando con el público que le pide fotos desde abajo, besos y abrazos. Sin embargo, canciones imprescindibles de su discografía como “Tragic comedy” o “Hearts of fortune” nunca llegaron, para desolación de sus fans. Nunca se sabrán las razones por las que excluyen estas magníficas piezas de su repertorio, pero sin duda se trata de un error. Aún con todo, un estupendo concierto que levantó pasiones y encendió nostalgias entre el numeroso público zaragozano que acudió a la cita.
Texto: Alejandro Elías
