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Bunbury en el Pabellón Príncipe Felipe, 3 de octubre de 2016, por Ángel Burbano

CRÓNICAS: Enrique Bunbury. Pabellón Príncipe Felipe. 3/9/16. Por Stabilito, D. y Ángel Burbano

Considero que ya es hora de darle al César lo que le corresponde. Son años y años de recompensas, de guiños y de aplausos y convencimientos pero el runrún sigue presente y, créanme, no es justo. Enrique Bunbury, emblema aragonés, lleva tiempo de trabajo para ganarse al respetable a base de uno de los cancioneros más sólidos de la historia del rock en castellano. Ya nadie se debería de acordar de los episodios de Zuera o de la Oasis; ya todos y todas deberíamos respetar al artista, al rockstar del vecindario, al ciudadano que ha traspasado fronteras y fondos.

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Y este Mutaciones Tour es muestra de ello; un repaso absoluto por los más de treinta años de Bunbury sobre la faz de la tierra…y esto en medida de canciones es un saco inmenso. El pabellón zaragozano (Abós mejor que Borbón) se llenó de almas para cantar y repasar los himnos de un mortal convertido en semidios para algunos. La mitología de Bunbury se puede vislumbrar en el rostro de cualquier oyente que esboce sonrisas con los primeros acordes de Iberia Sumergida (el cáncer español tan presente y tan inherente), Sirena Varada, Maldito Duende o El Camino del Exceso que ayer sonaron distintas (toques de surf, blues y New Orleans) con el toque distintivo de Los Santos Inocentes, banda acompañante del zaragozano en los últimos ocho años y que le ha sumergido en el rock de raíz. Y eso que no fueron solamente los temas de Héroes del Silencio los que ganaron al respetable (que lo hicieron), las canciones de su longeva etapa en solitario fueron las que más engancharon a un público con ganas de marcar un día histórico en su calendario de conciertos.

Sonaron muy grandes, inmensas, El club de los Imposibles, Lady Blue, El Extranjero, Más alto que nosotros sólo el cielo, Sí o Infinito; llamaron a la puerta de los sentimientos de muchos e hicieron que sonará ridículo cualquier reproche o alusión a la modernidad (esta ciudad es de traca). El repaso por todas las épocas del aragonés errante fue irregular (Radical Sonora y Bushido gritaron desesperadamente por su ausencia) pero acertado y es que el reencuentro con Héroes del Silencio fue tal que puede dar lugar a futuras sospechas (y con razón).

Bunbury obvió parte de su historial en solitario en favor de un público melancólico, deseoso de arrimar el brazo y susurrar versos al oído de su pareja. Una vez más Enrique, nuestro Enrique, vuelve a marcar una muesca más a su fusil y deja a todos encantados de conocerle. Los habitantes, De todo el Mundo y Y al final pusieron el listón muy alto como broche final. Podemos estar orgullosos de pertenecer a la época de plenitud del rockero íbero por excelencia. Disfrutémosle y agradezcamos cada giro que haga porque seguramente él tendrá razón y nosotros, con el tiempo, se la daremos.

Texto: Stabilito, D.
[email protected]

Fotos: Ángel Burbano (para Mondo Sonoro Aragón)

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