Es Iván Ferreiro una de esas personas que entran en una sala y centran todas las atenciones. Quizás sea por su eterna mirada, siempre desafiante. Tal vez por su inmenso ingenio, lleno de sátira y dobles sentidos, del que como buen gallego hace gala. El caso es que fue adivinar su pequeña silueta en la escena y desaparecer por completo el resto del mundo. El público, siempre fiel, cayó poseído por el alma errante del de Val Miñor desde los primeros versos de Me toca tirar, canción que abrió la velada.
La voz rasgada de Iván estuvo siempre bien secundada por una banda en la que destacan todos y cada uno de sus miembros, desde el parche (el batería titular no se encontraba presente) que fue Toni Toledo hasta la aplaudida vuelta de Pablo Novoa, y claro luego están Ricky, Amaro, Molero y Emilio Saiz, casi nada. Todos ellos con la función de sacar el máximo partido a unas canciones que se sostienen solas. Estamos hablando de una lista de éxitos que cualquiera desearía tener en su cancionero: Toda la verdad, Casa (ahora vivo aquí), El viaje de Chihiro, La otra mitad, Dias Irae, NYC Extrema Pobreza…
Y también hubo repaso, y de matrícula de honor, a la época de Piratas con la magna Inerte, la rareza Santadrenalina que se está convirtiendo en una de las más solicitadas o con las lógicas, y necesarias, Años 80 y El equilibrio es imposible. Las subidas y bajadas de intensidad marca de la casa hicieron que el calor de la ciudad en estos días se trasladara a la sala e hiciera que ni el aire acondicionado apagara el infierno. El gallego es oxígeno para nuestros pulmones, cada verso arrastrado, cada canción parece creada para cualquiera de los segundos de nuestra vida. El Pensamiento Circular, en la que según palabras de un buen amigo “no pasa nada pero pasa todo”, fue el punto álgido de un concierto que rozaba la estratosfera. Lección tras lección el gallego convirtió a la sala Oasis en su aula particular a base de himnos incontestables como SPNB, El Dormilón y Turnedo con la que puso fin al curso escolar.
Esperemos que sus visitas no se dilaten en el tiempo. En estos días de muertes de héroes tenemos que elevar a las alturas a los pocos que nos quedan. Ferreiro y los suyos están hechos de otra pasta, la de consumo obligatorio sin fecha de caducidad.
Stabilito, D.
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