Bunbury - Expectativas
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GRABACIONES: Enrique Bunbury – Expectativas (Ocesa / Warner, 2017). Por Stabilito, D.

Salimos de la caverna y volvemos al redil para sentir, y digo bien, la nueva obra de Enrique Bunbury, de título Expectativas. Un disco fiel a su tiempo, rock clásico del siglo XXI, algo que el maño se empeña en proclamar y en demostrar en todos y cada uno de sus intercambios personales en los medios nacionales. Este Expectativas empieza muy bien, y es que la preciosista portada y el diseño (Jose Girl & Álvaro P-FF) ya antojan algo loable. Los Santos Inocentes también han sabido adaptarse a los cambios y la introducción de Santi del Campo al saxo es la principal baza del notable álbum. Sin quitar mérito al resto de la banda, el ex Especialistas hace que cada canción sea un espacio distinto (Rebenaque aparenta ser otro de los grandes culpables). Un saxo de sonidos africanos muy en la onda a lo que nos aterró y enamoró del Blackstar de Bowie y es él el que abre el camino con La ceremonia de la confusión, un corte que sigue la senda marcada por Despierta (PaloSanto, 2013).

Bunbury está de mala hostia, cabreado con la corrupción y la delincuencia propia del capitalismo democrático que ha marcado el cambio de siglo. La decepción, el rebote y la conspiración son otros de los grandes argumentos que siembran esta primera cara A, que es, sin lugar a dudas, una de las múltiples muestras incontestables de la calidad de Bunbury. La actitud correcta suena dinámica y elegante, una acusación deliberada al postureo indie con un segundo del silencio para el clamor popular. Cuna de Caín huele a clásico desde el primer acorde, desde el primer ataque de voz (nos hacemos daño siempre que nos encontramos, la gran verdad). En bandeja de plata vuelve a llevarnos a la línea de disparo enemigo con la bandera pirata agitándose y el olor a pólvora a punto de prenderse (preferimos al más subnormal). Parecemos tontos, es otro de los grandes himnos del disco. Un sutil medio tiempo, elegante, contemporáneo que hace que servidor sienta que una melodía tan delicada podría romper almas de tratar otro tema.

La segunda cara comienza descolocando al personal con un riff hortera y bailable (ABBA, Bee Gees o los últimos Arcade Fire, ustedes eligen) pero consigue salvarse gracias al oficio de una banda con ganas de arriesgar. Al filo de un cuchillo es, quizás, la más oscura de un disco que no oculta un malestar general con la situación mundial pero recurre al sufrimiento personal para alimentarse y promete crecer a cada escucha. Bartleby (Mis dominios) lanza a todo el séptimo de caballería en pos de la salida del rebaño mediático. Mi libertad sirve de engranaje para que Expectativas mantenga el tipo con canciones de las que calan, me explico: Flamingos tenía su Sácame de aquí pero también su One, two, three; dos canciones con distinto crecimiento pero totalmente remarcables en la biografía del aragonés errante. La constante devuelve al Bunbury más melódico, el que enamora, el que escribe cartas sin remitente ni receptor, el que abraza por detrás y susurra mientras te arranca un vals. Supongo es el cierre de la obra, en esta ocasión alejándose de los terrenos más acústicos como en sus discos precedentes emprende la marcha del tocadiscos con tonos menores alejándose de la verdad absoluta.

Expectativas es el disco que ofrece Bunbury en 2017, un disco contemporáneo, con matices y con una primera cara que es de lo mejor de su carrera y un reverso que mantiene el tipo. En diciembre toca disfrutar del directo de un artista tan necesario como incomparable. Gracias una vez más.

Stabilito, D.
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