El barrio de San Pablo siempre me trae el vago recuerdo de las calles de la medina de Marrakech, mismos olores, mismos ajetreos pero con el espacio vital ampliado por las aceras. La necesidad de encontrar puntos en común es algo que nos mueve a unos cuantos, el nexo como inicio de la relación. Carmen París, estandarte aragonés, siempre ha hecho gala de ello y no iba a ser menos en su nueva criatura, ideada entre dos continentes hermanos, Europa y África. Esta vez su acompañante es la mediterránea Nabyla Maan, cuya voz se emparenta con las miles de arterias marroquíes que siguen fluyendo por el Ebro.
Referencias a Avempace, que sigue siendo tan nuestro como Goya o Buñuel, como el Poema del Céfiro, corte que abre la conexión entre Casablanca y Zaragoza y que da muestra del corazón y de la calidad vocal tanto de París como de Maan. Ritmos cálidos y giros arabescos, recuerdos a Zaragoza, la Romana y a Pa’ mi genio y repaso de la “desconocida” carrera de Nabyla Maan con Lamma Bada Yatathanna o Ter El ali, porque los puentes se construyen con música.
Dos Medinas Blancas es conexión realizada con el cariño de dos hijas pródigas, de dos marchantes cuyo corazón vocal enlaza raíces a pesar del desconocimiento inicial del otro idioma. Un disco que se convierte en una pieza clave para entender nuestros pasados, presentes y futuros.
Stabilito, D.
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