El sábado presenciamos otro sold out en Las Armas, pero esta vez, al contrario que el día anterior con La Habitación Roja, fue totalmente inesperado. Hemos asistido a casi todos los anteriores conciertos de Rufus T. Firefly en Zaragoza y ciertamente el salto mediático y –por consiguiente- de público ha sido increíble. Casi 400 personas abarrotaron la sala del barrio de El Gancho para ver en directo a una banda que, realmente, merece todo lo que tiene. Rufus T. Firefly llevan ya cuatro discos a sus espaldas y varios años de giras en pequeños locales de toda España, pero este salto les ha llegado ahora, con sus dos últimas entregas –casi simultáneas- llamadas “Magnolia” y “Loto”. La totalidad del set list se centró en las canciones de estos dos discos, sin hacer mención ninguna a cualquiera de las anteriores, hecho que confirma el interés de los músicos –y del propio público- por esos temas. Salieron a escena con mucho retraso, debido a problemas técnicos ocasionados por el cambio de backline con sus teloneros, Pasajero, hecho que ocasionó quejas y malestar entre los asistentes, que esperaban con ansia ver en directo a la banda de Aranjuez. Pasajero dejaron muy buen sabor de boca, una banda compacta, con un cantante sobresaliente y una potencia en directo que se ve plasmada en unas canciones notables, de las que se quedan en el subconsciente del oyente. Rufus arrancaron con fuerza y poderío, dando paso así a un show con una energía desorbitada, algo que saltó a la vista desde el primer momento. Poseen una base rítmica que impresiona, con Julia a la batería convertida ya en la más popular del combo, hasta el punto de oír corear su nombre en varias ocasiones. No es para menos; las muñecas de Julia y su capacidad de crear y mantener ritmos casi imposibles no es baladí, otorgando al grupo una fortaleza que solo puede salir de sus golpes. El otro gran pilar en el sonido del quinteto son los teclados y sintetizadores, que tocan a la par el teclista y Víctor, cantante y frontman de los “Rufus”. Los riffs y sonidos que han conseguido crear con las teclas son quizá el atractivo más fulminante de sus canciones, no en vano, también son coreados por la parroquia. Pudo apreciarse en varias de las canciones con las que arrancaron, como “Demogorgon” o “Loto”. El concierto se había convertido ya a la mitad del show en un karaoke colectivo, y es que canciones como “Magnolia”, “Nebulosa jade” y sobre todo “Una breve e insignificante momento en la breve e insignificante historia de la humanidad” son temas que se impregnan sin solución en el cerebro de quien las escucha, con unas letras lisérgicas y psicodélicas que enganchan. El recital no pudo ir mejor, el sonido era perfecto y la comunicación con el público inmejorable; los cinco componentes en estado de gracia interpretativa hicieron las delicias de los numerosos músicos que se encontraban entre el público. Terminaron por todo lo alto, atacando con auténticos trallazos sonoros como “Druyan & Sagan” o “Rio Wolf”, dos de sus temas más conocidos ahora mismo. Seguiremos observando de cerca el ascenso de esta banda.
Texto: Alejandro Elías / Fotos, Jaime Oriz