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Lo reconozco, hace más de una década que no buceo en las noches de soul, aquellas que comenzaban en El Zorro y terminaban en el Bohannon a ritmo del afrobeat más frenético. Porque el negro es el color más elegante y el que mejor vestía nuestros enjutos cuerpos. Ahora nos cansamos enseguida pero el soul sigue prendiendo la mecha de nuestras retinas. Sara Gale y su banda, realizan un ejercicio delicado de recuperación de la memoria musical. Y es que este Soul, Groove & beats es una enciclopedia de música del alma en toda regla. Gale repasa cada lección navegando por el Mississippi hasta Nueva Orleans y de ahí directamente al teatro Apollo de Harlem porque ella y su banda lo valen. David Colás emerge como el director sureño de una orquesta orgásmica en la que la potencia vocal nos recuerda a la mejor Tina Turner, joder, a la bestia Betty Davis e incluso a Ella Fitzgerald cuando se pone guerrera.
Y la obra se basa en slide, en percusión y en unos estribillos que se pegan al encefalograma con severidad: Day after day, el corte que abre el disco, es muestra de ello. Las largas codas instrumentales se mezclan con las melodías más corales, el caso de Go slow que ahora visita al jazz y ahora menciona a los Blind Boys of Alabama y todo ello con un gusto que está a la altura de pocos. Marley y Stevie Wonder se juntan para cantar Despite the rain alrededor de un cubo de basura ardiendo en el norte de Manhattan, pero made in Zaragoza y con el poder de una leona sin control.
Y con la calma frenética se llega a las pistas de baile y bajan las bolas de cristal hasta estrellarse en el suelo. Porque Sly y su familia de piedra saben cómo convencer a Funkadelic de que el meollo está a orillas del Ebro. El bajo de Juan Vallés suena a protagonista mientras Juan José Martínez y Santi Aguado compiten a golpe de baqueta y muñeca por ver quién aguantará hasta el amanecer.
Un único parón de intensidad con The same old place, en la que el humo del café-bar se mezcla con Jessica Rabbit y nuestro suspiro general. Sara Gale Band dejan poso, como las dos canciones que cierran el disco en la que no sabes si James Brown tocaba en los Black Crowes o era Aretha Franklin la eterna cantante de Mother Superior. Andamos listos si no nos dejamos llevar por el Groove que desprenden en cada compás. Estamos de enhorabuena, el espíritu de Prince sigue vivo y coleando, y espero que sepan guardar bien el secreto: reside en nuestras tierras.
Stabilito, D.
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