A sus 53 primaveras Enrique Bunbury puede presumir de ser uno de los grandes de la música española, y su fuerza creativa no se detiene. En 2020 ha encontrado inspiración para regalarnos dos álbumes en los que explora todo el registro de sus inquietudes artísticas.
Bunbury es un artista irrepetible y con una legión de fans incondicionales que le siguen en cada uno de sus proyectos. Desde que a mediados de los 90 decidió poner fin a Héroes del Silencio y comenzar su andadura como solista, ha sumado tantos seguidores como detractores acérrimos. Porque con Bunbury no caben las medias tintas, o se le ama o se le odia. Guste o no, es innegable que su repertorio en solitario ha sido hasta ahora de lo más variopinto, sorprendiendo en cada álbum con un nuevo registro, desde el tango, la cumbia o el blues pasando por la música árabe o la electrónica.
Este año está siendo especialmente prolífico para el zaragozano. En su versión del gran tema de Gabriel Sopeña “Apuesta por el Rock n’ Roll”, Bunbury hacía suya la frase »voy a apostar fuerte mientras pueda»; a tenor de lo visto en su producción musical durante 2020, se ve que no iba de farol. La creatividad del zaragozano parece disponer de uno de esos bonos gratis que permiten jugar sin tener que hacer concesiones a cambio, y con ese saldo nos ha regalado dos discos singulares en menos de doce meses.
No contento con lanzar en el mes de mayo el que sería su décimo álbum de estudio, Posible, que el artista define como “tremendamente personal”, recientemente nos ha sorprendido con el anuncio de su undécimo larga duración, que verá la luz el próximo 11 de diciembre. Esta nueva creación de temas inéditos y recientes llevará por título Curso de levitación intensivo. Ahí es nada. Como él mismo ha dicho de su última obra, “nada es lo que parece a primera escucha”, así que se presume que habrá que dedicarle tiempo para captar toda su esencia.
FUENTE: CANAL Enrique Bunbury – YouTube
En el álbum Posible pudimos saborear cucharadas de música electrónica en forma de bits retrofuturistas en los temas “Cualquiera en su sano juicio” y “Hombre de acción”. Los sintetizadores mezclados con ritmos de la sacrosanta trinidad guitarra, bajo y batería florecían en “Mis posibilidades”, con una letra muy arraigada en la tradición más Bunbury.
“Mariachi sin cabeza” recordaba a Black Star, último disco del gran Bowie, tanto por los toques electrónicos retro como por el tono oscuro que destila todo el tema. En “Los términos de mi rendición” el ambiente depresivo e intimista subía de nivel, dejando un poco de lado la electrónica, localizándola en un segundo plano de manera que figurase como soporte y no como un fin. En cambio, “Deseos de Usar y Tirar”, era predominantemente electrónica, con pulsos y muro de sonido digital combinado con piano y muy sutiles toques de batería.
FUENTE: CANAL Enrique Bunbury – Youtube
En el próximo disco que saldrá en diciembre, al igual que el anterior, creado en este mismo año, carecerá de gira promocional, pero cuenta con una buena garantía de éxito: un buen puñado de incondicionales esperan este trabajo con avidez. Existe cierta desconfianza debida a la proximidad de ambos trabajos, ya que se teme que el segundo pueda estar compuesto de descartes del primero. Tras el lanzamiento de su primer disco de 2020, Enrique ha ido lanzando píldoras de información que no hacen más que agrandar la expectación de sus seguidores, haciendo esperar algo que se disocie radicalmente del anterior trabajo. De hecho, esto ha sido defendido por las propias declaraciones del cantante que deja claro que su intención no es la de presentar un disco que sea una segunda parte de Posible, sino algo independiente y con una entidad y peso específico propios. Asegura que no debemos esperar ningún tipo de rescoldo de otras obras pasadas.
Entre sus detractores hay quien dice que tras el disco Posible no es de recibo presentar una nueva producción. Se le achaca que no se ha dado el tiempo suficiente al primer disco lanzado para ser disfrutado, madurado, escuchado y difundido. Esta crítica no viene motivada por la mala recepción del disco anterior sino por todo lo contrario; parece que se insinúa que tras este lanzamiento hubiera poco respeto del artista hacia su propia obra, pisándose a sí mismo nada más lanzarla al mundo. Bunbury ante esto dice poco. Un artista de su calibre, con una capacidad creativa tan prolífica, lo último que debería hacer es preocuparse de que sus trabajos salgan en el momento que el mercado sea capaz de asimilarlo; el arte no entiende de plazos ni de audiencia.
Nos ha adelantado que llevará 10 cortes y que colaborarán con él viejos conocidos, como sus músicos habituales, Los Santos Inocentes. Hemos conocido también su portada, en la cual podemos ver a Bunbury levitando, haciendo honor al propio título. A pesar de no haber promoción por medio de gira y conciertos como hasta ahora acostumbraba, sí hemos tenido muy cerca su presencia por medio de redes sociales en las cuales hemos podido verle ensayando con su banda. Por los nombres de algunas de las canciones de este trabajo, podemos intuir que tendrán un claro componente social y político, lleno de guiños hacia la actualidad mundial en estos ámbitos.
No todo han sido halagos en el camino que para Bunbury ha supuesto este 2020. Con alguna que otra espina se ha topado. Como, por ejemplo, la publicación del libro El método Bunbury, de Fernando del Val, que le acusa directamente de haber copiado a varios de los grandes que más admira, entre los que estarían Fernando Sánchez Dragó, Fernando Arrabal, Charles Bukowski o Mario Benedetti. Por lo que se afirma en este estudio detallado de las letras del artista, Bunbury prácticamente habría trasladado versos completos sin realizar mención alguna a los autores, lo que ha creado una polémica importante alrededor del ya mítico vocalista.
Ruido aparte, parece que, en general, no ha sido un mal año para Enrique desde el punto de vista de la producción. Porque para un artista al que le duele estar separado de los escenarios, que se subió a las tablas antes incluso de que Héroes del Silencio pisase la carretera, al formar parte de grupos como Zumo de Vidrio, Proceso Entrópico o Apocalipsis, entre otros, no tener contacto con su público resulta difícil. Pero la vida sigue, y sus senderos son inescrutables.