Aragón a través de grupos de Zaragoza o el desaparecido Easy Pop está muy presente en la novela generacional ‘La Entusiasta’ de Gala de Meira.
Este sábado, 5 de febrero, Gala de Meira presenta a las 13h en la zaragozana Fnac de calle Coso su primera novela. En ella intercala realidad y ficción retratando un momento único de la música pop vivido de cerca y contado en primera persona. La referencia se llama ‘La Entusiasta’.
Publicada por Dosmanos supone toda una obra generacional que recoge los últimos coletazos anteriores a la aparición de las redes sociales. El fin de una forma de relacionarnos, también en lo musical. Hablamos con la autora gallega de unas páginas por momentos muy oscuras repletas de grupos, garitos y festivales que parten de una ausencia y buscan el reencuentro. Aragón está también muy presente.
¿Eres Cristina V. Miranda, eres Gala de Meira?
Soy Cristina V Miranda y supongo que también soy Gala de Meira (risas). Quien no soy es la protagonista de la novela, por eso el personaje no tiene nombre, porque podría ser cualquiera. Podría haber sido yo que también viví aquellos años, frecuenté aquella escena y viví situaciones similares, pero también cualquiera de mis amigas o de las chicas que estábamos en aquellos lugares y aquel momento. La protagonista es una grupi sin nombre porque quería que diese voz a muchas y que cualquiera pudiese sentirse identificada con ella. Gala de Meira, como autora, sí soy yo. Me gusta mucho el uso de seudónimos. Durante un tiempo, por ejemplo, mi alter ego poético con el que hacía recitales y acudía a tertulias poéticas en Madrid era Aloia Mir. Hay gente que solía frecuentar en aquella época que todavía cree que es mi nombre real (risas). En este caso aposté por utilizar también seudónimo porque la primera persona se presta mucho a asociar autor y protagonista y quería evitarlo, al menos de primeras.
“Me apetecía dignificar la figura de la grupi y para eso debía darle la voz a ella, intentar ver las cosas desde su punto de vista”.
Para que la gente sepa más profundamente quién eres deberá, no obstante, acudir a alguna de las presentaciones de este debut literario tuyo: ‘La Entusiasta’ (Dosmanos). En Zaragoza va a tener lugar este sábado, 5 de febrero, a las 13h en Fnac de calle Coso. Teniendo en cuenta la naturalidad con la que hablas a través de una protagonista anónima de la parte de la música más enfocada a los camerinos, las drogas, el sexo, las obsesiones, los excesos ¿qué reacciones estás encontrando cuando conectas con la gente desde tus presentaciones?
Lo primero es que estoy contenta de haber salido del armario y haber reconocido que soy yo, aunque cuando saqué la novela pensé que no lo haría nunca. Aún me cuesta que aquellos que no me conocen puedan pensar que es una autobiografía pero me compensa por las reacciones tan increíbles que estoy recibiendo. En un primer momento me llegué a preguntar si esto interesaría a alguien más que a mis amigas o a los cuatro gatos que íbamos al Nasti y al Fotomatón en aquella época, pero estoy recibiendo muchos mensajes de chicas de otras edades y generaciones contándome que la novela las ha ayudado y que se han sentido muy identificadas. Me ha sorprendido que ha habido chicos que también me dicen sentirse identificados con muchas reflexiones de la protagonista y eso es muy bonito. Y otros a los que les ha servido para replantearse ciertos comportamientos tóxicos de aquel momento y hacer una reflexión en positivo. En general todo lo que me está llegando es bueno, aunque soy consciente de que se comentarán cosas de todo tipo que no me llegan.
Hablar de estos temas de un modo tan abierto, en una sociedad, para mi entender particular, aún demasiado machista, identificando a la protagonista como grupi, desde una novela que aparentemente tiene mucho de autobiográfica, me parece muy valiente.
Estoy segura de que habrá cotilleo al respecto que no me está llegando (risas), pero entiendo lo que dices. El principal motivo de publicarla con seudónimo era ese; pensar que mucha gente me iba a identificar con la protagonista me daba miedo porque las cosas que se cuentan son fuertes, pero al mismo tiempo entendía que era importante hablar de ello y no autocensurarme, he relatado una historia dura porque aunque no todas esas cosas me pasasen a mí, sé que pasaban y las permitíamos entre todos. En mi caso toda la cultura pop que he consumido desde la adolescencia ha estado protagonizada por el/la torturada, el friki, el intenso o la poeta, son los productos culturales que siempre me han interesado y consideraba que hacía falta un relato pop visto desde la perspectiva de la ‘chica alegre’, en este caso la grupi. Siempre me ha fascinado esa figura trash de la grupi estadounidense que aquí hemos menospreciado tanto, mujeres y hombres, me apetecía darle esa importancia y dignificar su figura y para eso debía darle la voz a ella, intentar ver las cosas desde su punto de vista.
“Fui tres años seguidos al Easy Pop Weekend y muchas de las cosas que viví allí marcaron mi vida para siempre, aunque por suerte no como en el caso de la protagonista”.
No faltan ni Aragón ni su música. Hay un grupo de Zaragoza, sin nombre explícito, del que la protagonista ve un concierto en Madrid y asegura que sus canciones hablan de ella. Aparecen también Tachenko y El Niño Gusano. Y, bueno, en el festival Easy Pop Weekend, sucedió algo importante. La protagonista asegura que le hubiera gustado bajarse de aquel autobús que le llevó hasta Andorra (Teruel).
Zaragoza es muy importante para mí. Una de mis mejores amigas es de Zaragoza y siempre bromeamos con la afinidad tan enorme que hay entre gallegos y aragoneses. Me gusta mucho la ciudad, pero sobre todo la gente, su acento, los grupos de aquí, soy una fan total de Aragón en general y Zaragoza en particular, así que tenía que tener un lugar importante en la novela. Como en todo el libro juego con ese desdoblamiento entre la realidad y la ficción. El Easy pop es un festival que conozco bien. Fui tres años seguidos y muchas de las cosas que viví allí marcaron mi vida para siempre, aunque por suerte no como en el caso de la protagonista. Yo viví los años que se narran en la novela con otra edad y más experiencia, pero la peculiaridad del festival y lo fascinante que resultaba todo en aquel hotel lo convertían en un escenario perfecto para acoger uno de los acontecimientos protagonistas de la historia.
Ciertamente, por el modo de destripar el interior de la protagonista, aunque también el de los personajes con los que interacciona así como el transcurso de las distintas ‘secuencias filmadas’, o el tipo de camerinos que se encuentra y el modo de consumir drogas, queda claro que hay autobiografía pero no es menos verdadero que bastante por debajo de lo que pueda parecer si se están leyendo solo los primeros capítulos.
La entusiasta es una autoficción y está escrita desde dos perspectivas, por una parte quería hacer un retrato generacional de una época que para mí supuso el final de la una generación y de una manera de relacionarnos, porque a partir de la eclosión de las redes sociales todo cambió. Quería retratar ese momento porque creo que no existe nada escrito todavía sobre ello y la intención es que esa escena quedase muy bien retratado a través de las marcas de ropa, los grupos, los detalles, incluso la comida. Me obsesioné con ser capaz de dejar retratado ese pulso generacional. Pero al mismo tiempo quería escribir una ficción y no hablar de cómo lo había vivido yo porque necesitaba más drama y consistencia. En mi caso particular no me movía solo en el indie porque siempre me han interesado muchas otras escenas por eso me inventé al personaje de la protagonista y le di una entidad propia, al igual que al resto de personajes. Siendo así, podía haberlo escrito en tercera persona, pero para mí era importante la primera persona.
“Hacía falta un relato pop visto desde la perspectiva de ‘la chica alegre’, en este caso la grupi”.
La importancia de la primera persona.
Era importante escribirla en primera persona por varios motivos. Primero, porque soy muy fan de la primera persona como recurso literario, del poder de la primera persona para contar historias que no son personales sino universales. Kiko Amat y Miqui Otero organizan cada año un festival literario-musical en Barcelona llamado ‘Primera Persona’ y no me lo pierdo nunca. Amat es mi mayor referencia y comparto completamente su forma de entender la primera persona como recurso muy potente para hablar de lo que nos pasa a todos. Por otra parte, necesitaba hacerlo en primera persona para mantener la urgencia y la voz de alguien que lo está viviendo todo por primera vez, con frescura, que no tiene las herramientas para juzgar lo que le está pasando. Yo no quería que se colase mi opinión en el libro, ni juzgar a nadie, sino contar lo que sucedía y hacerlo desde la inocencia de quien no sabe lo que es el 15M, ni está familiarizada con palabras como sororidad o empoderamiento, porque así es como vivíamos en aquella época.
La primera persona es también hacer un universo tuyo para que lo habite quien quiera participar de él.
Puedo decir que necesité inventarme una historia para poder contar la verdad. Inventarme a unos personajes a los que tuve que otorgar una voz y pensamientos propios, que no siempre eran los míos, me permitió ser más libre a la hora de contar todo lo que quería contar. Seguramente si hubiese escrito mi historia hubiese tenido mucho más decoro.
“Pensar que mucha gente me iba a identificar con la protagonista me daba miedo porque las cosas que se cuentan son fuertes, pero al mismo tiempo entendía que era importante hablar de ello y no autocensurarme”.
Mujer y excesiva. ¿Por qué no?
Creo que he escrito la novela que me hubiese gustado leer a mí con esa edad. Una historia en la que las chicas también se equivocan y la lían parda y pierden su dignidad y no pasa nada, que se empoderan a través de su decadencia, porque hay miles de historias así sobre hombres. Para empezar Bukowski que era el gran referente literario de tantas de nosotras con aquella edad, ¿alguien imagina a una mujer escribiendo de ese modo y resultando cool y atractiva? El doble rasero no es nada nuevo y a mí me apetecía contar una historia cruda, con roña y víscera protagonizada por una mujer que la caga continuamente y que aun así es una tía estupenda, claro que sí.
Más arriba hablo en término de ‘secuencias’ porque me parece que empleas un lenguaje muy audiovisual. Eres muy descriptiva. ‘La Entusiasta’ bien podría convertirse en película tipo ‘Historias del Kronen’ o, incluso, en una serie, ahora que están en tan buen momento. Leo algo de Susan Hinton en ‘La Entusiasta’; sus historias han llegado al cine.
Lo de ‘Historias del Kronen’ creo que me lo han dicho todos los periodistas que me han entrevistado y no me puede hacer más ilusión. Lo de Susan Hinton es nuevo pero también te lo compro (risas). Ojalá darle a ‘La Entusiasta’ su propia serie, ¿algún productor entre los lectores?
“He relatado una historia dura porque aunque no todas esas cosas me pasasen a mí, sé que pasaban y las permitíamos entre todos”.
En cualquier caso, ya como novela, se trata de una obra generacional. De aquellos jóvenes que empezaban a tontear con Myspace y Facebook sin ser conscientes aún de lo que estaba por venir. Nada sería ya igual. Jóvenes de 18 pero también, por ejemplo, recién estrenados en la treintena como yo, que vivimos igualmente todo aquello como algo nuevo y lleno de posibilidades.
Ese era el objetivo. Me fascina la cultura pop y las novelas generacionales y siempre supe que algún día escribiría un libro sobre la escena que vivimos en aquellos años, en realidad nunca dejé de tomar notas de las cosas que me iban pasando o que veía a mí alrededor y que fueron la base del libro una vez me dije, vale ya está, ya lo has vivido, ahora ponte a escribir. De aquella época apenas tengo fotos y menos recuerdos de los que me gustaría así que quería hacer algo para siempre, un homenaje a mis amigas que sirviese también un poquito como ajuste de cuentas, no con nadie en particular sino con la escena, con todo lo que sucedía, creo que todos éramos víctimas de aquella forma de relacionarnos entre nosotros, no teníamos edad ni herramientas con las que analizar muchas cosas, ni nosotras ni ellos, solo que ellos salían ganando con todas aquellas carencias.
A través de estas páginas vivimos la música de forma especial. A propuestas como Nacho Vegas, Pixies e, incluso, Panda Bear, se unen referencias a grupos que no encontramos en Spotify como Solaris, Troya y Demons. Intentamos saber el nombre real de estos proyectos pero diría que hay pistas falsas sobre ellos ¿no? (risas)
(Risas) Digamos que cuando me puse a escribir tiré de muchas de las notas que llevaba años recopilando. Historias de amigas, de amigas de amigas, sensaciones propias y por supuesto grupos a los que había conocido, a algunos de ellos muy de cerca. Claro que me inspiré en mucha gente cuando empecé a escribir pero a medida que fui dando forma a la ficción todos los personajes fueron tomando una personalidad y consistencia propia, eso es lo divertido de escribir una ficción y lo que más me apetecía de escribir una novela. Yo no quería escribir un ensayo ni una autobiografía sino crear mi propio universo literario, aunque en este caso ese universo coexista con una escena que fue real. Todos mis personajes fueron evolucionando hasta llegar a tener una entidad propia y ahora mismo poco importa en quien pensase en un inicio porque Haitz, Isaac, Lola, todos son personajes únicos y por derecho propio.
“Soy una fan total de Aragón en general y Zaragoza en particular, así que tenía que tener un lugar importante en la novela”.
Junto a los grupos, no faltan bares, muchos míticos. Tampoco festivales ni menciones a lugares de Madrid. Es una novela indie-generacional.
¡Eso dicen! Yo quería retratar la escena, y si lo he logrado, aunque sea un poquito, me siento satisfecha. En mi caso la novela está sirviendo para aplacar mi nostalgia. Ahora que soy madre, que llevo más de un año sin probar una gota de alcohol y ya ni me acuerdo de lo que es salir de noche, a veces me entra la morriña, me abro el libro, me leo dos páginas y se me pasa (risas).
Hay multitud de ‘escenas’ fuertes que, no obstante, no consiguen desviar la atención hacia la ausencia con la que comienza la historia y que acompaña la novela al completo. ¿Al final, de algún modo, la protagonista busca a su hermano a través de su mundo?
Sí, gracias por decirlo. Es algo que me llama la atención ahora con la promo. Todo el mundo está destacando la novela por su componente generacional, como la novela del indie pero para mí, además de retratar una escena, es sobre todo una novela sobre la pérdida. Yo quería explicar el proceso de construcción de una grupi, explicar cuáles son los pasos que llevan a una persona con una vida completamente alejada de un mundo así a acabar siendo ‘la chica de las canciones’. Cómo la pérdida de un ser querido nos puede convertir en alguien completamente distinto de aquello en lo que estábamos predestinados a convertirnos. La pérdida es el gran motor de la historia. Es un sentimiento que conozco de cerca y que quería incluir en la novela para acabar de conformar al personaje de la protagonista. Entender por qué alguien puede hacer las cosas que hace. Porque cuando vemos a ‘la chica alegre’ por las noches no tenemos ni idea de lo que hay detrás ni de por qué llegó allí. Por eso quería darle la voz protagonista. Esta es la historia de mi entusiasta pero cada entusiasta tiene la suya.
“Siempre me ha fascinado esa figura trash de la grupi estadounidense que aquí hemos menospreciado tanto”.
Es importante el papel de la autómata. Primero consigue hacer que la protagonista encaje, pero llega un momento en el que se pasa y va demasiado lejos. Todo el mundo tenemos un autómata en nuestro cerebro que permite que lleguemos hasta donde pensamos que no podemos llegar pero quizás no tan desarrollado.
La autómata es quizás mi papel favorito de la novela. La autómata no es otra cosa que el blackout, ese momento en que el alcohol en vez de tumbarte te lleva a convertirte en otra persona que habla con tu voz y tiene tus gestos pero que no eres tú. Siempre me ha fascinado que el cuerpo humano sea capaz de reaccionar así ante una droga como el alcohol, ese desdoblamiento, el doctor Jekyll y Mr. Hyde. Es un proceso químico que tiene unas posibilidades tremendas y creo que está poco explorado literariamente.
Es impresionante leer las descripciones hacia los músicos. Descripciones desde el punto de vista de una groupi. Son más seres celestiales y espirituales cercanos a Dios que personas de carne y hueso. Son sus canciones, no ellos. La música es como los sueños o las fantasías, se idealiza.
Es que la música es el motor del libro y de la entusiasta, es el origen de todo el entusiasmo. Su hermano se muere dejándole dos canciones y ella se obsesiona hasta el punto de llegar a hacer todo lo que hace. Es su manera de tratar de entender las canciones, de tocarlas. Los músicos solo son una herramienta para tratar de llegar a lo que de verdad le interesa que es la música, pero esa obsesión, ese entusiasmo casi acaba con ella.
“La pérdida de un ser querido nos puede convertir en alguien completamente distinto de aquello en lo que estábamos predestinados a convertirnos”.
Precisamente ese último capítulo, ‘2019’, sirve, a mi parecer, de epílogo. Nada más, y nada menos. Intenta cerrar aquella herida abierta en los primeros párrafos de la obra.
‘2019’ es el cierre que la protagonista necesita para entender el porqué de todas aquellas experiencias, de aquel deseo, de aquella obsesión, por qué hizo lo que hizo, pero en realidad no hay una explicación, porque como digo en la novela: “a veces la música tiene esas cosas, a veces la música, puede hacernos eso”.
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Sergio Falces
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