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El regreso del Slap! Festival siempre es una buena noticia. Que un festival tan alejado de las plantillas copia y pega que manejan la mayoría de este tipo de eventos musicales se mantenga después de tantos años, siempre es algo para sentir regocijo. Quizá esta edición ha quedado menos suculenta musicalmente hablando comparada con las pasadas, pero como nuevo arranque funcionó más que bien. También ha estrenado nuevo espacio, el Parque Deportivo Ebro (aunque es discutible si era el lugar ideal para un evento de estas características), pero nada ha afectado al espíritu Slap! El funk, el hip hop, el break beat, el soul, lo mejor y más excitante de la música de raíces negras seguían allí. Buena muestra es el proyecto de R de Rumba y el trompetista Porcel. Jugaban en casa y era una apuesta segura, pero su fusión de hip hop y funk, bien regado del espíritu lúdico de los 70, gana grandes enteros en directo, en buena parte por la gran labor de unas voces de acompañamiento que dieron lustre a las canciones de su primer disco publicado. Destacó, como se preveía, un pletórico Sho-Hai, que elevó los calores del Parque Deportivo con carisma, voz y manejo del flow. Tras una divertida y entretenida batalla de baile, con una sesión musical repleta de bases break beat old school, y ya entrada la noche, fue el momento de la actuación de The Lehmanns Brothers. Los franceses derrocharon pasión por el funky y gran dominio instrumental en el estilo, pero no pudieron evitar cierta monotonía tras un arranque prometedor. Aprobaron gracias a una trepidante y más que resultona recta final del show. Todo lo contrario fue la actuación del gran reclamo de la noche, La Fundación Tony Manero: De más o más y sin ofrecer descanso. La gira de despedida de la banda catalana, “El último baile”, realizó parada obligada en el Slap! para certificar que aunque es un adiós, su estado de forma es fantástico. Su actuación fue un repaso de grandes éxitos, que navegaban entre las aguas de James Brown y Prince, pero todo condimentado por su reconocible sentido de la diversión. Mucha fiesta, sí, pero lo primordial también estaba en el escenario: allí arriba hay brillantes músicos, un conocimiento total de los recursos del funky y, sobre todo, excelentes canciones. Porque cuando Miguelito Superstar y Paquito Sexmachine encaran “Looking for la fiesta”, “Can’t nobody love me like you do” o “Supersexy girl”, no hay cuerpo que se resista a unirse a su fiesta. Los vamos a echar mucho de menos.
Texto y Fotos, Jaime Oriz
