La banda barcelonesa Sigmund Wilder le tenía ganas a Zaragoza. Se trata -de hecho- de una propuesta muy unida a esta ciudad, tanto en sonido como en estilo. Y es que los sonidos oscuros siempre han tenido gran acogida a este lado del Ebro, hasta el punto de que en otros puntos de España se nos conoce como “Zaragotham”. Así la banda capitaneada por David Martínez tiene como principales referentes a The Cure, Depeche Mode o David Bowie, pero también, por ejemplo, a Niños del Brasil. Por todo ello la noche del pasado sábado prometía emoción y buena afluencia de público, y así fue en ambos casos. A la hora señalada y ante una muy digna ovación de salida, el cuarteto apareció sobre el escenario y, sin mediar palabra, comenzó a desgranar su solvente repertorio con un sonido apabullante desde el primer momento. Abrieron con “Ángeles” y la batería y el bajo se fundían en un solo instrumento aportando una potencia imponente al resultado sonoro final. La guitarra de Marcos, impregnada de efectos como delay, reverb y flanger, caminaba a sus anchas pero firme por encima de la base rítmica dibujando los arreglos que aportan a la banda su peculiar singularidad. Pero sin duda es la voz de ultratumba de su cantante e ideólogo la que aporta la personalidad a Sigmund Wilder; siempre cantando una octava por debajo de lo que cabría esperar, esa tesitura le hace diferente a todo lo demás. En canciones como “14 segundos” u “Objetos perdidos” se percibe especialmente su comodidad para moverse
en ese registro. También incluyeron algún tema en inglés como “Still my red light” o la versión de Lana del Rey “Body electric”, pero es en lengua castellana donde los catalanes tienen su punto fuerte y sin duda deberían seguir por ese camino. Con “Sed de venganza” sorprendieron a todos los presentes, pues se trata de un clásico de Niños del Brasil, un guiño al “producto local” como indicó Martínez para introducir la canción. Pusieron fin con “Sin ti fue invierno”, quizá su mejor composición hasta la fecha y sin lugar a dudas la más celebrada de la noche: una noche con una vibración muy especial y llena de complicidad entre público y músicos. Esperemos que repitan pronto y que Zaragoza se convierta en visita obligada en sus futuras giras.
Texto: Alejandro Elías