Rozalén que el año pasado logró un lleno absoluto, repitió en esta edición presentando casi al completo su nuevo disco, ‘Matriz’
Rozalén el año pasado protagonizó una de las noches más especiales de Pirineos Sur. No solo por su lleno absoluto y el galardón que recibió con el Premio Pirineos Sur 2022, sino porque creó una comunión indescriptible con su público. Anoche repitió con mismo éxito, pero con un show completamente renovado.
El protagonista absoluto de la noche fue ‘Matriz’, su último trabajo de estudio, con el que reivindica el rico folclore que poseemos en nuestro país. Y ese componente de músicas de raíz fue reforzado por la delicada actuación que la mexicana Silvana Estrada ofreció para presentar su último trabajo, ‘Marchita’.
Así los fandangos, las jotas, el flamenco y las coplas y el castellano, el gallego, el catalán y el euskera convivieron en una noche en la que Rozalén quiso mostrar su orgullo nacional. Ese orgullo de tener un país con un folclore rico, variado y vivo, que conviene mantener vigente y que últimamente cada vez más artistas reivindican, como Rodrigo Cuevas, Tanxugueiras o Fetén Fetén, quienes precisamente participan en ‘Matriz’. Tan segura está del excelente material que ha creado, que prácticamente todo el concierto estuvo centrado en su último trabajo.
“Te quiero porque te quiero”, un espléndido fandango creado con Rodrigo Cuevas, sirvió como perfecto arranque, para poner ya una sonrisa a las casi 5.000 personas que acudieron a Lanuza. Esa comunión que solo ella sabe recrear con sus fieles ya estaba presente en el Auditorio. Con el interludio pregrabado de “María de la O” lanzó su primera copla. Y en esa dirección discurrió su recital: la habanera “La paloma”, el deje flamenco de “La niña de fuego” y la tradición gallega con “La Virxe de Portobello” (originalmente acompañada por Tanxugueiras) y la vasca con “Xalvadorren Heriotzean”.
Al final del primer bloque, hizo un breve paréntesis para hacer un repaso a algunos de sus temas de su reciente pasado, algunos de los temas que le han dado a conocer en estos exitosos primeros 10 años de carrera: “Y busqué”, “El paso del tiempo” y “Este tren”.
Ya se había avisado, pero no por ello era menos esperado. Al igual que hace unas semanas, Rozalén y La Ronda de Boltaña se volvieron a juntar sobre un escenario, ayer lo volvieron a hacer para entonar “La tumba de la golondrina” ante el regocijo de cientos de personas. Porque la Ronda forma parte de la cultura aragonesa, y como ellos mismo dijeron: “Se sienten orgullosos de ser una referencia en la tierra”. Y sin abandonar del todo esas raíces aragonesas que posee, cantó “Es Albacete”, una jota que es un homenaje a su tierra natal.
Después del largo, profundo y satisfactorio recorrido por el folclore español, Rozalén rescató para el final las muy queridas “Vivir”, “La puerta violeta”, que bajó del escenario para cantar entre su gente. Aún hubo tiempo para “ Girasoles”, pero para cerrar acudió de nuevo con la trepidante “Inés Inesita (charro”). La banda abrazada y con una jota por los altavoces fue el final de una noche, otra, para el recuerdo gracias a Rozalén.
Y esta noche casi dedicada a las raíces latinas, comenzó con la espléndida Silvana Estrada. La mexicana es una de las jóvenes promesas del país, con unas canciones que beben de las grandes voces: Chabela Vargas, Mercedes Sosa o Violeta Parra. “Qué problema” o “Tristeza” mostraron esa malegría que lleva en el corazón.
Canciones con cierta tristeza pero que la artista sabe interpretar con emoción. Y hablando de malegría, se atrevió con una versión muy a su manera de “Clandestina”, muy acertadamente cambiando el género. Bien arropada por su banda, dio forma a un setlist cálido, sin altibajos, con el que demostró el porqué de su éxito (Grammy latino a Nueva Artista incluido). “Marchita”, su último disco, y que ocupó buena parte del repertorio, suena a un trabajo que supone el punto de partida para una interesante carrera.
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