“La filosofía de ZAZ es muy Pirineos Sur, nos debía una visita, y como nunca es tarde si la propuesta es buena, Isabelle Geffroy el sábado funcionó como parte del ecosistema entre Pacino y Pico de Feniás con su ‘Organique tour'”.
El Pirineos Sur de la 30º edición debía despedirse con la importancia requerida. La última jornada, DJs incluidos, sirvió de puntilla al festival de la Diputación Provincial de Huesca, que ha contado en esta redonda ocasión con un buen resumen de sus no pocas vivencias de diferentes épocas sin olvidar las nuevas hornadas. Más de 45.000 personas de 27 países con un impacto en la zona, según datos de la organización, de más de 8 millones de euros, han respaldado un cartel que ha contado con sold out en cuatro ocasiones, una de ellas, precisamente, en la jornada que pasamos a relatar.
La filosofía de ZAZ es muy Pirineos Sur, nos debía una visita, y como nunca es tarde si la propuesta es buena, Isabelle Geffroy el sábado funcionó como parte del ecosistema entre Pacino y Pico de Feniás con su ‘Organique tour’. Nos quitamos una espinita que tenía pendiente el festival con el público y con su público; ambas audiencias han convivido en todo momento armoniosamente gracias al eclecticismo de la programación. Conquistó la marcada personalidad de la francesa que traspasó lo musical y jugó continuamente con saltos, movimientos y gestos (no necesariamente armoniosos, pero sí muy identificativos de ella), una eterna sonrisa, y más y más hechizos que comenzaron entre butacas, con la gente, antes de subir al escenario flotante del pantano de Lanuza con el show ya inaugurado al ritmo de ‘Les jours heureux’. El jazz y el swing dejaron espacio a un rock protagonista desde su banda.
Había ganas de ZAZ como demostró este lleno que empata con las fechas de Bomba Estéreo, Guitarricadelafuente junto a Xavier Rudd y Ludovico Einaudi. La reacción de los asistentes simplemente lo confirmó. Su comunión con los presentes, que corearon sus canciones hasta la afonía, fue total. La francesa, hija de profesora de español como apuntó en escena, está celebrando una trayectoria de nada menos que 22 años de belleza con raíces. Es hoy el máximo estandarte de la renovación de la chanson francesa. Edith Piaf, de nacer también en 1980, sonaría así. Repasó diferentes épocas y no se olvidó de temas en castellano como su ‘¿Qué vendrá?’, de 2018, o el mismísimo ‘Clavelitos’ (os lo juro, lo hizo, visitad nuestras redes sociales para comprobarlo), exaltando a las gradas que cantaron el himno tuno con gran intensidad, manos en alto y toda la pesca. No faltó su imprescindible ‘Je Veux’, aunque el final fue para ‘Chant des Grives’ -uno de sus temas de la presente década- y ‘La Vie en Rose’, de su querida Piaf, que incluyese ZAZ en aquel ‘Recto Verso’, álbum que acaba de cumplir 10 años.
La primera en pisar en escenario fue Luisa Sobral. ‘DanSando’, su último disco, cuenta con sonidos alegres. La portuguesa lo parió en 2022 consciente de que no podía bailar su repertorio habitual con sus hijos (ni con nadie diríamos, vaya). Ha vestido de largo la citada referencia en esta última jornada de Pirineos Sur 2023. No han faltado sobre el escenario facetas maravillosamente tristes de la compositora, acompañando el sentimiento mayoritario del fin de esta edición pirinaica; ni ha faltado tampoco su registro más alegre, que le da la mano al buen sabor de boca dejado por el festival. ‘O cuadro que pintei’ supuso la última pincelada mojada con las cuerdas vocales de los espectadores que hicieron suya la sensibilidad de la compositora de ‘Amar pelos dois’, canción ganadora del Festival de Eurovisión 2017 bajo la interpretación de su hermano menor, Salvador Sobral.
Face Down Ass Up SoundSystem saben perfectamente lo que se hacen. Su variedad de registros y ese habitual carisma frente a los platos supusieron el punto y final perfecto de 2022. Repetir la fiesta del adiós que dejó aquella edición tan arriba ha resultado ser de nuevo un gran acierto. Más teniendo en cuenta que en 2023 también han cerrado la cita de Salif Keita y KOKOKO! con nota. La gente volvió a responder como si el fin de Pirineos Sur supusiese el final del mundo y hubiera que rascarle tiempo a la vida. Lanuza volvió a ser ese paraíso del baile entre montañas reflejado en el agua.
Si algo puede destacarse de forma especial tanto de Sweet Drinkz como de Ms von Disko es su falta de prejuicios a la hora de enfrentarse al público. Se trata de bailar, amigos. Terminaron de confirmar bajo la luz de la luna -que en algún momento dejó escapar el movimiento de sus pies-, que de nuevo un arsenal de ritmos variados en los que estuvieron presentes los de última hornada -porque nuestro satélite también los demanda- deben seguir sonando con maestría tan alto y claro. Un mes de julio en el Valle de Tena que, cada vez más, presume de una apertura mental que corona al festival de las culturas entre los eclécticos, entre los veteranos y, por encima de todo, entre los imprescindibles.
Sergio Falces
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