La burbuja de los festivales en España no solo no explota, sino que crece año tras año en todo el territorio nacional. Ya no hay prácticamente municipio a lo largo de la piel de toro que no organice un festival musical a lo largo del curso, aunque a día de hoy estos eventos tienen mucho más de “festival” que de “musical”. Esto significa que, para mucha de la gente que acude, es más importante el evento en sí que los artistas que actúan. ¿Es esto malo? No, gracias al gran número de personas que los abarrotan se pueden pagar los cachés de los muchos grupos interesantes que tocan en ellos. Dentro, que cada uno haga lo que quiera. El Vive Latino no es una excepción y a muchos de sus asistentes les da igual quién suba a sus escenarios, les interesa lo que hay abajo. Gracias, porque es una suerte poder contar con un festival así en esta ciudad. Es -sin duda- el evento musical más importante que ha sucedido en Zaragoza en toda su historia, por número y calidad de propuestas artísticas. En esta segunda edición el listón se ha mantenido a gran altura y no ha fallado el que se supone que es el espíritu y el alma del festival, ese que tanto miedo nos da que se pierda: crear un puente musical entre América Latina y España, acercando de allá sus propuestas más interesantes juntándolas en un mismo espacio y tiempo. Comenzó el viernes con los aragoneses Calavera y demostraron por qué están en el cartel: son quizá el grupo con mejores canciones de todos los que habitan esta comunidad.. Elefantes, muy queridos por acá, se dieron un baño de multitudes. Xoel López presentó nuevo disco, nueva imagen y nuevo sonido; siempre es un gusto tenerlo cerca. Los mexicanos Camilo Séptimo partían con gran expectación, eran una de esas bandas que tenían que estar sí o sí en esta edición y no defraudaron. Tachenko congregaron a mucha más gente de la esperada y su concierto se convirtió en un punto de encuentro maño en el que el cariño y la complicidad se contaban a raudales. Julieta Venegas sigue teniendo intacta la capacidad de sacarte una sonrisa de felicidad en cuanto se sube a las tablas y eso consiguió con el numeroso público que se acercó a escucharla al Anfiteatro. El mismo recinto que se vino abajo cuando salió Arde Bogotá, el que ya es sin duda el grupo de rock del momento en España y que va a crecer hasta el infinito, dadas las circunstancias. Lila Downs también generó mucha expectación previa y era otra de las artistas “del otro lado” que más papeletas tenía para triunfar en esta edición. Llegó Andrés Calamaro y con él el karaoke colectivo, pues sus canciones -todas coreables hasta el extremo- llevan instaladas desde hace años en el imaginario colectivo musical español. Los mexicanos Panteón Rococó fueron una de esas inesperadas maravillas que te ofrece el festival y para muchísima gente la gran sorpresa de esta edición. Viva Suecia han conquistado el corazón de la gente y sin duda ellos lo saben y lo explotan, como debe ser. Mastodonte, la segunda sorpresa inesperada de la primera jornada, dejó a más de uno con la boca abierta. Y Sexy Zebras cerraron como mejor se puede hacer, con una dosis inagotable de energía rock y dejando a la gente en lo alto. El sábado comenzó con Erin Memento mostrando su gran estado de forma, y Gran Bob haciendo lo propio con su folk de tintes americanos cantado en castellano. Sidecars, con un gran poder de convocatoria, no aportaron grandes sorpresas a una audiencia que sabía a lo que iba. Sí las aportaron, sin embargo, Los Bunkers. Los chilenos han sido -con permiso de Panteón Rococó- la gran banda del Vive Latino 2023. El numeroso público que captaron saltó, cantó y bailó desde el primer hasta el último minuto con sus grandes canciones de indie rock; sin duda, uno de los nombres a buscar en Spotify tras el festival. Los Zigarros dieron buena cuenta de que lo suyo no tiene ni trampa ni cartón: rock n’ roll “tequilero” cantado en español y perfecto para abrir a M-Clan o a Loquillo. Lori Meyers, con su cantante totalmente desbocado, ofrecieron un espídico concierto en el que parecía que no se agotaban los hits. Y entonces llegó el que para mí fue el punto culmen del festival: el show de Jorge Drexler. La capacidad de interpretación del uruguayo es de otro planeta, y su afán por sorprender solo es comparable a su magistral discurso sonoro y visual que despliega en una paleta interminable de estilos y géneros que van desde la cumbia hasta el trap. Loquillo volvió a demostrar que lo suyo es indestructible: lo odias o lo amas, pero no puedes dejar de mirar ni escuchar. Ni a él, ni a su banda, ni a su repertorio; y con eso basta y sobra. Y como colofón Los Fabulosos Cadillacs pusieron la guinda argentina al festival con un soberbio y bailable concierto que alcanzó su cénit con ese himno llamado “Matador” que todos esperaban. Los Bengala hicieron lo propio en el plano local, con su potente mezcla de rock, garaje y camisas de tigre. El Vive Latino se despide así de su segunda edición, con la promesa de una continuidad que será siempre una gran noticia para esta ciudad, esta región y este país. Es un milagro que la música iberoamericana de calidad tenga un festival propio y que el público responda. Por muchos más.
Texto: Alejandro Elías / Fotos, Luis Lorente y Jaime Oriz