Quique González. Oasis Club Teatro, 8/3/24
Quique González. Oasis Club Teatro, 8/3/24

CRÓNICA: Quique González. Oasis Club Teatro, 8/3/24. Por Alejandro Elías

Como ustedes ya sabrán si alguna vez leyeron mis crónicas, soy muy dado al axioma, y este es el de hoy: Quique González enseñó a hacer canciones a toda una generación. Su manera de mezclar acordes, su tono vocal y su personal dominio de la metáfora y el símil han sido copiados hasta la saciedad por decenas de cantautores españoles a lo largo de los 25 años que lleva en activo. Además de esto, hay un hecho clave en el factor diferencial que ha llevado al madrileño a una dimensión en la que sólo está él: su querencia rockero-americana. A comienzos del siglo XXI, cuando su carrera echaba a andar, él fue quien recogió en España la antorcha de -entre otros- Ryan Adams o Wilco. Era la respuesta en castellano a toda una corriente que caló hondo en buena parte de Europa y especialmente en nuestro país. Llevamos viéndolo en directo toda la vida, desde un lejano año 2000 en La Casa del Loco hasta este pasado viernes en ese templo llamado Oasis, palpando su evolución buscada, cualitativa, serena. Venía esta vez a celebrar su primer cuarto de siglo sobre las tablas y en Zaragoza tocó “Me mata si me necesitas” como disco protagonista. Y allá que fue, desgranando el álbum al completo y en el orden preciso, con una sutileza y una maestría que enmudecieron a una Oasis prácticamente llena. El sonido fue perfecto desde el primer momento, hecho no siempre factible en un recinto que es dado a la crítica y la queja por este mismo motivo, lo que nos demuestra que el factor humano juega en esto un papel clave. Y es que los músicos y los técnicos de Quique González son, desde siempre, de los mejores que se pueden encontrar sobre la piel de toro. Él los mima, los cuida y los reivindica tres y hasta cuatro veces por concierto, nombrándolos, abrazándolos, hablando sobre ellos y sobre las historias que les acompañan show tras show. Tras “La casa de mis padres” -último tema del disco protagonista- y un pequeño parón de unos minutos, volvió la banda a ejecutar esas canciones que la gente espera con devoción casi sagrada; y es que la relación del cantautor con sus fans es sin duda de las más cómplices dentro del panorama musical patrio. “Miss camiseta mojada”, “La luna debajo del brazo”, “Crece la hierba” o ese dardo al centro del corazón llamado “La ciudad del viento” hicieron erizar la piel a más de uno. Y para terminar, las míticas: “Salitre”, “Los conserjes de noche” y el regalo inesperado de “Pequeño rock n’ roll” como colofón a un concierto de más de dos horas y media de duración, algo insólito hoy en día. ¿Qué sería de nuestra música si las 2.500 personas que fueron a ver a Wilco el verano pasado al Jardín de Invierno fueran también a ver a Quique González? Que el mundo sería mejor, el sol brillaría más fuerte, la vida pintaría menos gris y la hierba crecería más verde.

Texto: Alejandro Elías

Quique González. Oasis Club Teatro, 8/3/24
Quique González. Oasis Club Teatro, 8/3/24
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