El evento musical más multitudinario de Zaragoza, el Vive Latino, llega a su tercera edición con una salud inmejorable y confirmando su popularidad frente a los que le auguraban un negro futuro. Un año más la asistencia de público ha cumplido las expectativas y, lo que es más importante, también la calidad de su propuesta artística. Porque más allá de los cabezas de cartel -y como venimos opinando en cada una de las anteriores ediciones-, son los medianos y pequeños artistas que se asoman a los dos escenarios alternativos los que ponen el verdadero punto de luz a la oferta musical del festival. Comenzando por los aragoneses, este año representados en propuestas de altura como la de Cuti o Elem, que ofrecieron dos conciertos soberbios y potentes ayudando a dar a conocer el talento autóctono en este evento masivo. También dos de los grupos indies más habituales de la escena como La Habitación Roja o Dorian, que el viernes dieron el pistoletazo de salida al festival con sus hits imperecederos. La Cabra Mecánica se alzaron como la gran sorpresa de la primera jornada, ofreciendo un fantástico show recordando las extraordinarias canciones que facturó Lichis hace casi dos décadas. Ginebras y Trueno atrajeron la atención del público más joven -que escaseó de nuevo durante todo el festival-, y Mikel Izal ratificó sus credenciales como uno de los cantantes más populares y mejor recibidos del pop español actual. Pero fue un año más el escenario pequeño el que programó a los artistas más interesantes, pudiendo ver allí al esperado Siddhartha -toda una estrella en México- o a los argentinos Bandalos Chinos -la sensación del momento en Latinoamérica-. El Columpio Asesino y su rock lisérgico dejaron un inmejorable sabor de boca en su despedida como banda, y Travis Birds ofreció uno de los conciertos más profusos del viernes. La segunda jornada la abrieron Rufus T. Firefly y Triángulo de Amor Bizarro, dejando constancia de por qué son dos de los proyectos mejor valorados por la crítica musical española. A León Larregui, cantante de Zoé y otra de esas perlas que solo puede ofrecer el Vive Latino, le cortaron el sonido en mitad de la última canción, dejando claro que el timing del evento es fundamental para los organizadores, hecho que se refleja en la puntualidad de todos y cada uno de los conciertos. Kiko Veneno quizá fuera el artista más deseado y así se constató nada más aparecer sobre las tablas del anfiteatro, realizando además un recital en el que sonaron sus más icónicas canciones, esas que son historia viva de la música de nuestro país. Ilegales pusieron el toque más callejero y transgresor al escenario principal, dejando el terreno abonado para Los Planetas que ofrecieron tras ellos un sorprendente show desgranando los hits de su inmortal Super 8 en el mismo formato que fue grabado hace 30 años: batería, bajo, guitarras y voz. Pero sin duda, el momento más asombroso de la noche fue ver una auténtica muchedumbre esperando a Niños del Brasil; los de Santi Rex dieron el concierto más multitudinario del Escena VL para sorpresa del propio grupo y de sus fans más acólitos. Y es que se nota que sigue habiendo ganas de grandes grupos de la tierra en este festival. Los Auténticos Decadentes nos trasladaron a las calles de Buenos Aires y con SFDK paseamos por las de Sevilla con Sho Hai y Kase.O de invitados ilustres. La Pegatina pusieron el broche de oro y despidieron el evento con su fanfarria festivalera por todo lo alto. Esperamos ya el cartel de año que viene, con ganas sobre todo de descubrir bandas y artistas venidos de Latinoamérica, la verdadera esencia del Vive Latino.
Texto: Alejandro Elías / Fotos, Luis Lorente