Santoral - Pecado sin espinas
Santoral - Pecado sin espinas

GRABACIONES: Santoral – Pecado sin espinas (Autoeditado, 2019). Por Stabilito, D.

No hace falta ser un lumbreras para degustar el caramelo que ofrecen Santoral con su primer larga duración. Hijos de la melancolía onírica y del mundo moderno beben de tantas aguas que hasta Jesucristo se descompone a la hora de andar sobre ellas. Y es que Elvira y Alberto lanzan pinceladas de aquí y de allá en este gozoso Pecado sin Espinas. La cortina de sintetizadores se torna fundamental cuando entran en el campo de juego las guitarras juguetonas de Solobera.

Ópera Nos inicia con el primero de los muchos juegos de palabras que inundan los versos de Santoral, una lírica inteligente capaz de pervertir cualquier significado y salir indemne del feroz crítico. Huyendo de Twin Peaks la voz de Elvira lucha por alcanzar el zénit de la Liga de La Bien Querida y de Tulsa. A todos nos gustan los Chromatics aunque no lleguemos a tatuarnos a Lynch en la nalga izquierda.

El hit llega con Loco Medieval, ajuste de dedos y desgarrador discurso etílico que se pierde en la niebla del antro de turno, todos hemos estado allí. El juego vocal autotuneado llama a la puerta del 2019 y no hay nadie en casa. La cosa no decae y Se me caen las piernas suena terriblemente verdadera a pesar del camuflaje surrealista. Los ritmos  caribeños y más bailables aparecen en Va por vosotras, corte en el que la mezcla de géneros avanza hasta la locura generacional, como si Règine Chasagne se apareciera de repente en la pista de Colisseum y el makinero de turno se pidiera un zumo de piña en ese justo momento, alineación de astros.

Santoral deciden hacer pausa para el rezo en Comida a Domicilio, un vals actualizado, arrastrado de pie y de pulso, de túnica planchada y aterciopelada al tacto, colgada tras la puerta de la habitación, una canción de ir por casa con las mejores galas. Rosenvinge creciente. El sagrado corazón se mezcla con la frecuencia modulada y el arpegio infinito en el corte más crudo de la grabación, suena eco, suena pulcritud y hasta huele a incienso si me apuran. El segundo momento de corte puro se produce en la caribeña Exquisito por lo inesperado, quizás el último momento de luz antes del apocalipsis. La resaca más dulce en la biografía de Rita Hayworth.

El dúo comienza a despedirse con Dímelo Tú, un tango actualizado en el que los juegos vocales producen una ansiedad que solamente se calma con un estribillo que podría firmar Ferreiro en su época piratil. Y el Alpha fornica con el Omega en Disolución, bordando el hilo de plata con el que regalan una de las canciones más interesantes del disco. Dos minutos que resumen una o dos vidas de un tiro certero. Elvira y Alberto saben que juegan con ventaja en un mundo lleno de pecadores, pervertidos y mártires de la razón, merecen un buen cirio en su honor y el aplauso del que entra en misa creyendo que hay barra libre. Amen, ellos ya lo hacen.

Stabilito, D.
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