Sobrepasado por la velocidad a la que pasó de ser un don nadie a ser considerado “el nuevo Neil Young”, Dylan Leblanc abandonó el camino fácil a los 23 años tras dos aclamados discos para escribir música para él mismo. LeBlanc suele encontrarse a menudo caminando al borde del precipicio, o lo que él llama “bailando sobre una cuchilla”. Su vida ha sido la de un vagabundo desde que era un niño pequeño creciendo entre medias de Texas, Louisiana y Alabama. Por eso quizá no le guste permanecer demasiado tiempo en el mismo sitio. Su espíritu nómada, ese que ha elegido la vida de músico en la carretera, le emparenta también con la bestia que da título a su nuevo disco: el Coyote. Siempre se ha sentido unido a la insaciable y carroñera naturaleza de dicho animal, vagando siguiendo a sus instintos, tanto en lo musical como en el día a día. Algo que se hizo aún más profundo y espiritual en un espeluznante encuentro cara a cara con uno de estos animales, y que fortaleció su vínculo con ellos. Dylan estaba en Austin, Texas, escalando una montaña de 100 pies de altura, jugando con la Madre Naturaleza mientras subía a la cima. Una vez allí, mientras recuperaba el aliento respirando aire puro, escuchó un ruido a sus espaldas; un mapache corría a toda velocidad entre los árboles perseguido por un animal, que se paró en seco al verle y le miró con desafiante intensidad: un coyote: “Nos estábamos mirando a los ojos, y directamente le grite “si la cosa está entre tú o yo, no voy a amedrentarme si tengo que tirarte por el borde del acantilado” Fue un momento intenso de lucha por la supervivencia. Así que no había título más apropiado para su nuevo disco. ‘Coyote’ es el primer disco autoproducido por LeBlanc, acompañado de una consorte de músicos invitados de primer nivel; el batería Fred Eltringham (Ringo Starr, Sheryl Crow), el pianista Jim “Moose” Brown (Bob Seger), y el bajista Seth Kaufman (Lana Del Rey). Un disco autobiográfico y conceptual construido alrededor del carácter del Coyote y de un hombre a la carrera. Problemas en la frontera, turbulencias amorosas, cantos de libertad, adversidad y casualidades del destino. Leblanc ya no es aquel joven inestable y volátil que pasó su adolescencia de conflicto en conflicto. Ha aprendido a estar alerta y defenderse. Sus raíces no definen ni limitan el hombre en el que se ha convertido. Como el coyote, que aparece en la portada rodeado de flechas, ha sido disparado y herido muchas veces, pero sigue desafiando esos ataques. Las cicatrices han pasado a ser parte de su identidad y su sabiduría. Así, Leblanc, que vive su treintena con su prometida y una hija a la que adora, ha dado forma a ‘Coyote’, del que afirma ser “el disco que siempre había querido hacer”.