Jarrod Dickenson

Si el tercer álbum de estudio de Jarrod Dickenson, BIG TALK, suena como un poderoso rugido de desafío, eso no es una elección de diseño ni una decisión de marketing. El gran tejano está ajustando cuentas por toda la ciudad y habla en serio en cada maldita palabra. Ha sido una especie de viaje para Dickenson en los años transcurridos desde su último álbum, Ready The Horses, que atrajo el aprecio de los oyentes, la prensa y la radio por igual y generó invitaciones para realizar giras con figuras tan legendarias como Bonnie Raitt y Don McLean. Q Magazine destacó cómo “…sus canciones tienen un espíritu independiente y coraje… un ojo duro, pero romántico, que parece criado en Lone Star Songwriters”, mientras que American Songwriter observó que “…su voz profunda, emocional, a menudo lujosa, envuelve canciones de amor y pérdida, atrayéndote a estas historias”. Uncut fue directo y lo llamó “un texano de tonos ahumados con una línea suave en el Country-Soul…” y, a juzgar por los momentos más melifluos del álbum, sería difícil no estar de acuerdo con esta instantánea de Dickenson como algo parecido. al Otis Redding de Americana, un Sinatra del Sur. Después de que un acuerdo con un sello importante que salió mal amenazó con asfixiar su carrera, las complicaciones de Covid lo dejaron con una condición médica de por vida y la era Trump buscó destripar la noción de que Estados Unidos podría seguir siendo esa ciudad brillante en una colina, Dickenson Se le ha perdonado por retirarse a su casa de Nashville para lamer sus heridas y tal vez escribir una colección de himnos introspectivos de autocompasión. En cambio, como afirma en el tema de apertura “Buckle Under Pressure”, Dickenson ha “salido balanceándose”.