“EL CANTO DEL CISNE”
ELEFANTES + MONTOTO
SALA MULTIUSOS DE ZARAGOZA (4/3/2006).
FORMACIÓN: Shuarma (voz y guitarra acústica), Hugo (guitarra y coros), Julio Cascán (bajo), Jordi Ramiro (batería y cajón), Jaime de Burgos (teclado y programaciones).
Relata Marcial que una antigua leyenda afirma que el cisne entona su más melodioso y estremecedor canto como premonición a su propia muerte. Algo así sucede con Elefantes, pues la disolución de la banda catalana se produce precisamente cuando había alcanzado la madurez artística y había logrado un sonido perfectamente reconocible por el gran público.
Justo con el cambio de siglo, estos entrañables paquidermos se abrieron camino en el turbio mercado español con una dignidad y una personalidad musical que para sí quisieran muchos. Sin grandes aspavientos ni grandes promociones y desde la seguridad que da la certeza de estar en tierra de nadie, su pop inteligente de raíz aflamencada se hizo con un hueco privilegiado en el corazón de muchos. Las canciones de Elefantes transmiten “buen rollito”, hablan de las cosas cotidianas de la vida, de la búsqueda, de la ruptura y del encuentro y, sobre todo, resultan accesibles sin necesidad de empalagar.
Virtudes estas que deben de ser bien apreciadas por las tres mil personas que acudieron a la Sala “Multipufos” de Zaragoza para presenciar el último recital de los barceloneses en nuestra ciudad. Sonaba a despedida y, por ello, los sentimientos se mantuvieron a flor de piel desde los primeros acordes de “Me he vuelto a equivocar” hasta el set acústico final. Momentos lacrimógenos no faltaron en las más de dos horas y media de concierto durante las cuales los chicos de Elefantes hicieron un intenso recorrido por toda su trayectoria.
Todo un ejemplar ejercicio de arqueología sonora a cargo de una banda que ha progresado notablemente desde aquellas primeras actuaciones en la Sala Morrissey y en el televisivo Boomerang de Nona Rubio y Germán Larone de finales de los noventa. Hugo valvuela con su guitarra y define de principio a fin con sus originales arreglos, Jaime arropa con el sonido envolvente de su teclado y Julio y Jordi aportan ritmo y sobriedad a una formación en la que destaca su vocalista Shuarma. Y es que nuestro rubio y estilizado frontman es, sin duda alguna, una de las voces más personales que ha dado la música española en los últimos años. Sabe dotar de sentimiento, melodía y contenido a las canciones y llena el escenario con su arrollador carisma y su apasionada teatralidad.
Fue la del sábado una velada emotiva en la que sonaron en directo por última vez piezas de reciente factura como “Al olvido”, “Mi estrella” o ese cruce entre Culture Club y Los Chichos que es “Me llega información” junto a viejos éxitos como “Piedad”, “Azul”, “Me falta el aliento”, “Que yo no lo sabía” o la delicada “Cada parte de ti“, una de las más bellas canciones en castellano que se han escrito jamás. También hubo tiempo para el recuerdo con “Más que tú a yo“, tema que abría su primerizo “El hombre pez” y la añeja “Pretendes“, de su primer y desconocido EP.
Toda una batería de himnos que a buen seguro han sido parte importante en la banda sonora de la vida de muchos de los que allí estuvimos y que desde ayer forman ya parte del pasado. Lástima, porque Elefantes aprovechó su despedida para regalarnos quizá el mejor concierto de cuantos ha dado en Zaragoza.
Se va el último gran grupo en castellano. Se nos van. Adiós Elefantes.
Jaime Lasaosa y Perro Bambi.
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