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Una persona nace, vive y muere convirtiéndose en compost y recuerdo para las siguientes generaciones. La transformación de esa energía vital no siempre sigue el mismo orden, en ocasiones tendemos a adelantar el proceso y buscar nuevas cenizas en las que sumergirnos. Es el caso de Alejandro Elías que en su búsqueda artística da un paso cambiando el rumbo pero no la firmeza de su paso. Con nueva muda, el zaragozano no rompe con su pasado, simplemente da un golpe en la mesa deslumbrando con sus referencias, de sobra conocidas en la escena.
El álbum se inicia con Vine a perderme del todo y un fuerte aroma a himno porque en tiempos de la inmediatez se echa de menos la mano del artesano que pule la canción para que se afinque en las memorias conscientes. Como si Cerati bailara en la misma pista que Bono mientras Charly García huye en su paracaídas en una guerra imposible entre el bien y el mal.
Anclado en los 80, Álex Garber busca la actualización del sonido sin realizar un ejercicio preciso de nostalgia. La canción por encima del género como norma general: Pequeña Gigante bien podría haber tenido su espacio en la Zaragoza que no dormía y respiraba de los efluvios de las paredes de la sala En Bruto. Mister Hyde no fue una moda pasajera. Y aunque servidor rechaza de primeras a The Smiths siempre tiene un guiño de complicidad con las melodías menores que huelen a puerto y a senectud.
Diván sorprende en su tono pausado, quizás sea de las pocas que puede hacer llorar a Uribe. Garber sigue siendo un ejercicio valiente y no apto para las nuevas generaciones con déficit de atención y con sobrestimulación. No, definitivamente no es su público.
Una producción impoluta, limpia y llena de matices en las que la base rítmica se muestra infranqueable y los golpes de caja atenúan el mensaje. De nuevo aparecen Cerati, Bosio y Alberti a escena en Plástico eterno, no como guiño si no como una madre cuya leche materna posee una fuerte carga genética de memoria musical. El estribillo al poder.
Llegados a la recta final Un imán que atrae cuchillos aparte de poseer un título más que atractivo tiene una de las mejores letras de la carrera musical de Elías que es capaz de aterciopelar la gravedad de su voz para dar calidez a su creación. Idealista (sin contar la versión Sputnik de Un imán que atrae cuchillos) cierra a golpe de bombo un disco que no llega a la media hora y que se ajusta a los estándares del pop directo. Es éste un corte espacial en el que Garber expone todo su universo a golpe de Telecaster y Wayfarer ajustadas. Aunque estemos descontextualizados y estemos, seguramente, equivocados, seguimos tan tercos como el anciano que pretende derrotar a la montaña con la grieta de sus años.
Stabilito, D.
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