Aún no nos hemos recuperado de un año lleno de zarandeos y surgen nuevas propuestas de viejos conocidos que endulzan la cuesta más empinada. DelDesierto se presenta ante una audiencia que ya sabe de qué pie cogea pues el culpable es sospechoso habitual de la escena ya sea desde el folk (13krauss) o desde el rock más transgresor (GEN). Franchi no engaña, es un popero amante de las estructuras sencillas del pop y del sonido más duro (hay personas de colores que van vestidas de negro). Por ese gusto por lo sencillo sabe perfectamente jugar su mano y salirse del camino marcado del rock urbano para entregar canciones sobresalientes por su particularidad. Temas como Bucles tóxicos o Serpientes, elefantes y sombreros se salen de lo establecido por grupos como Marea, Barricada, Extremoduro y el largo sinfín de bandas que inundaban el radiocasete de la peña. DelDesierto sabe sacar partida en la búsqueda de un sonido propio y, lo que es más importante, en el encuentro con una identidad musical, y eso en estos días de terabytes es más que loable.
Con una producción dura sin violentar el disco se sitúa entre lo más interesante de un año en el que la música se antoja como algo fundamental. Los cortes rápidos aciertan en su ejecución y mantienen alerta al oyente, se cuece algo furioso con corazón, así pues El acuerdo, Golpes o ¿Quieres más? Se acercan al punk-rock intransigente a su hacedor. Y sí, hay espacio para el respiro, para las almas trovadoras que sueñan con corderos encerrados en cajas, y cortes como Un día más, un día menos o Serpientes, elefantes y sombreros pueden acertar en uno de esos días de pulso bajo al espectador más despistado e irascible. DelDesierto aparece y deja un grandes éxitos de fuerte calado. Déjense de hostias y disfruten de la aridez y del viento en su estéreo.
Stabilito, D.
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